jueves, 22 de diciembre de 2011

Duelo, Ofrenda, Vergüenza.

El día está oscuro
¿será noche?
está negro como el oro
pero la noche es más fría...
y callada
y espaciosa

Un grano de arena
cada hora pensándote
y lleno el horizonte
de castillos de arena
de castillos siniestros
con muros de piedra
con pasillos de pena
con ventanas de lluvia...
en la costa del mar,
de mis murmullos

El agua no pudo estar
nunca más negra
y no fue suficiente
no ahogó aún al niño
pero ya tomo su color
y ya sepultamos los ojos
huimos todos
tras los témpanos rojos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un mundo.

La caverna,
el homo sentado.

Todo está ahí,
tan calmo,
tan alicaído y susurrante.

El mundo reptando lento,
cochambrosa pila
de indómito estigma.

Basto de alegrías,
de ponzoña,
de afanes y agonías.

Un mundo copado
repleto y harto
la popa: hundida
las velas: trizas.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Insepulto

Al hombre muerto
le sobra los codos
le sobran las manos y los ojos
al hombre muerto 
le sobran amigos, 
besos, mentiras, abrigos.

Se harta en llantos y gritos
¡le sorban lágrimas!
¿para qué quiere 
un hombre muerto 
sus lágrimas?
¿y su pena? 
¿de qué le sirve?
¿por qué necesita
un hombre difunto 
la palabra divina?

Los hombres tiesos
no necesitan zapatos ni cajones.

Amigos y fantoches:
dejen mi cadáver desnudo en la tierra
árido escombro gris y podrido
en la tierra mojada y negra
después de la fría lluvia de julio.

Todo a tiempo en su lugar
cuando terminan los días
no rosas de muerte ni de alegría
las rosas ya no significan.

domingo, 18 de diciembre de 2011

No habrá soneto.

Llevo siempre conmigo mi veneno
los dioses cantan las drogas, el dolor;
las flores negras, fuego que despierto;
las rosas blancas que no verán el sol.

Y nunca son los huesos lo que temo,
ni los gritos negros, sólo el olor
y la voz cerrada de hombre muerto,
bajo el jardín, en su propio horror.


Me aterra, en mi pecho turbado
y una lluvia desquicia mis penumbras,
es el llanto de un hombre malvado,

pero en tus ojos tristes platinados;
que extinguen mi sombra, me alumbran;
nunca habrá futuro ni pasado.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Eran

Oíste un estruendo
y luego un rumor
escarpado por el suelo.
Como un zumbido negro
un bramido a lo lejos
eran mis manos
mis palabras
derrumbando espejos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Lo Cogitante.

No sé si reptil o invertebrado,
pero una cosa dura me recubre.
Costra, caparazón o escama.
Aunque viscosa, y no encaja,
árida, y no me la explico.
Pensándolo bien,
aunque es relativo,
he de ser un reptil
o un extraño mamífero costroso...
al fin y al cabo rastrero.
En todo caso no soy
un Gregorio pusilánime,
y no me quiero explicar
el problema de base,
se pierde naturalidad,
nadie entrevista engendros ni criaturas.
¿Quién teme un monstruo argumentado?

martes, 29 de noviembre de 2011

El valor de las flores.

I. El deber.

De pronto un sol extranjero
hace cundir un sopor más que ajeno,
y una muchedumbre perpleja es arrasada.
Los dioses observan,
enormes estatuas que se elevan,
catacumbas de pesados párpados,
aberrantes cúmulos de fe ciega,
lineas rectas hacia el zenit
y suntuosos cantos lóbregos.

II. El deseo.

Se arrastra en esa noche tibia,
por la mugre de rincón en rincón,
se esconde con todos la lascivia,
la lujuria nos desquicia,
desprendiendo mocos y bramidos.
Hace presa de entregados
y víctima de rendidos,
qué furtiva omnipresencia
que incendia terciopelos y bultos
de roja incandescencia.

III. La paciencia.

Cuando la lluvia cae,
guarecen hasta los muertos,
los señores se miden con lunáticos,
verosímiles y fanáticos,
cuando la lluvia cae todos esperan
cuando llueve un todo especta
ninguno aventura, nadie atreve,
el mundo estará descalzo en una cueva
todo esto mientras llueve.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Fogonazo.

Ideas fugaces
dudo de su recuerdo
como una tos
en medio de la noche
en el apartamento contiguo

imágenes vanas y pobres conceptos
vahos, sombras veloces
que no alcanzan a marcar.

Un viento tibio
difuso, esmerilado, un vapor
que no mueven las hojas.

Niños flacos y mugrientos
que nadie debe mirar
sacudidos por el viento.

Una explosión a lo lejos
descartada
tras una inútil mirada.

Las pesadillas esquizoides
de un pobre viejo solo
casi muerto, imperceptible
que no se interroga,

Sonidos que no exigen
y sin luz no hay ojos
pero sin palpitante pulpa doliente
sin callosas manos
sin cuerpo abultado
y crepitante que subsista,
aún existe universo
aunque dudes de sus fines
y aunque en tu propio juego
cuestiones su razón de ser

como la muerte súbita
se suscitan el mundo
más allá de los libros
desde siempre
un entonces muy antiguo
mientras el tiempo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Antropomorfo.


Los
Ojos
Lo ven
Todo
Y
Sospechan siempre de
Las        manos ajenas        que
Hoy      tanto como ayer      son
Las      carnes enemigas.      En
Las           que confías         aún
Más     que en las propias    y en
la           propia vileza           que
No        asombra jamás        sino
A quién destripa
Sino a quién lanza
Largos          gritos
A su          verdugo
Que          indolente
Jamás       responde
Nunca            libera
Sino al        cadáver
De la           víctima
Ya inmune.   Helado.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

A William Seward Burroughs II.

Caravanas de pacientes psiquiátricos. El desfile anual de maníacos. La población se agolpa tras las mamparas para ver sus ojos farmacológica e hipnóticamente vacíos. Las babas caen de ambos lados de la mampara. El rumor sólo cunde entre los ciudadanos honestos. Con el paso del días los comprimidos se extinguen, y con ellos la calma. -Por fin, putas grajeas concentradas, a esto venía.- La multitud viva al muchacho irreverente que lo dice desde lo alto de un puesto de vigilancia mientras algunos dementes se desnudan y otros se comen a un guardia del frenopático. Otros corren gritando -Allá, mi señor, llévalos contigo, Pedid y se os dará, herejes, putas, mendigos, aniquilen a los ciegos, acérquenlos a la gracia del señor, sepultenlos con las entrañas llenas de tierra y tal vez no ardan en el infierno mientras los sodomiza su propia abuela.- corre y un bastón de policía le rompe la mandíbula, cae y otro desquiciado mete la mano en su boca sangrante llena de huesos en lugares incorrectos, tira con todas sus fuerzas hasta arrancarle la lengua, entonces grita mientras se quita la ropa para untarse la sangre: - ¡Que las palabras del señor broten de mi piel!- entonces cae fulminado de la excitación. Otro se arrastra por el suelo metiéndose al culo todo lo que allí encuentra. Un hombre recio, detrás de la mampara, reprueba tal espectáculo (éste espectáculo se organiza cada año, cuestiones de economía: sobran locos, falta distracción para los ciudadanos activos y productivos para la comunidad). Una panda de locos intenta saltar la barda pero el que se encuentra al extremo de la escalera estalla y riega tripas por todo el cielo. Los otros se tienden en el suelo a esperar la roja bendición mientras la población sana comienza a arrojarles enormes rocas desde los balcones. La sangre llueve primero, las rocas después: un enorme trozo de mármol aplasta la cabeza esquizoide y un ojo vuela muy lejos. Un reumatólogo desde su ventana avienta fémures -Calmen a las bestias- grita con ojos inyectados, tropieza y cae entre los enfermos que comienzan a lamerlo, muere después de horas por los golpes que le dan los espasmos ajenos. Los enfermos atrapan a las enfermeras más bonitas y las fornicas mientras otros sujetan a las más viejas detrás de ellos y mueren por los golpes de retroceso de los culos que se menean entrando y saliendo de las bellas jovencitas, la retaguardia del sexo siempre es violenta. Entonces: Los alto parlantes dicen con voz grave, autoritaria y solemne: -Saluden al flameante presidente (Los mescalíes tienen por costumbre rociar con gasolina e incendiar las ropas del presidente para obligarlo a desnudarse). Entonces el presidente aparece en el escenario al final de la avenida, ata a la puta de turno a un poste (elegida por concurso, no olviden participar), se dirige al estrado, carraspea y dicta: - Ciudadanos, Pederastas, Maricas, Obreros, Putas de alta y baja clase, Drogadictos... ¡COMPATRIOTAS, HERMANOS! ¡OS ORDENO MARTILLAD! ¡MARTILLAD! ¡MARTILLAD!
El público enloquece, ellas se empapan, ellos eyaculan enviando esperma de un lado a otro de la avenida. El ejercito reparte armas blancas y garrotes entre el la población sana, los dementes derriban las mamparas... Se desata una verdadera trifulca, un neurasténico es molido a palos por un grupo de abogados importantes que lo reduce a un montón de puré de color roza ectoplásmico, una niña se come a mordiscones a un maníaco mientras su madre aplaude. Un grupo de psicópatas arrojan a todo el gabinete al mar, uno por uno, atándolos a catatónicos. Los esquizofrénicos (de todos colores) estallan hiriendo a gran número de pujantes. Los violadores son brutalmente sodomizados por ancianas realmente adorables.
PRESIDENTE- Comandante, suelten el espermicida, esta batalla campal ha ido muy lejos.
COMANDANTE (al radio de los aeroplanos)- ¡TORA-TORA-TORA!.
Los aeroplanos sueltan un polvo blanco sobre los ciudadanos en pleno pugilato. El espermicida se posa delicadamente como las blancas nalgas de la muerte sobre tu cara impidiéndote respirar hasta que dejas de moverte, entonces se retira con gracia. Nadie ha sobrevivido, ni señores, ni lunáticos, otro día amenace con un aire gris cadavérico, los rayos del sol entibian los montículos de carne inerte atravesando el polvo blanco espermicida que aún se suspende en el aire. 
Y tras todo esto el mundo sigue girando.

martes, 15 de noviembre de 2011

irrelevante

Es irrelevante,
simplemente vano.
No importa cuanto digas
cuanto hagan tus manos.
no importa tu dicción
ni lo que hagas con los dedos de tus pies
ni cuán lejos puedas caminar de cabeza
ni el diámetro de tu sonrisa
ni las píldoras
ni las profusas críticas a tu moral
ni tu contenido estomacal
ni cuanto escribas
no importan tus teorías
ni cuanto las repitas.
Es absolutamente irrelevante
¿qué importa pasear?
¿por qué no postrarse?
¿qué importa Dios?
¿qué importa el seno tibio del amor?
¿qué importa ser malo?
¿qué importa ser peor?
no importa quién seas
no importa si respiras
el cosmos te desprecia
te apuñala la desidia
estamos perdidos
condenados a la vida.

Cuadro.

Cretinismo espiritual
Trisomía pictórica
Blenorragia narrativa
Esclerosis emocional
Autismo musical
Cáncer reflexivo
Alzheimer discursivo
Mutismo onírico
Hipocondría intelectual
Esquizofrenia lírica.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Declaraciones.

¿ha usted jurado
alguna vez,
entre el sopor,
que la noche
no es tiniebla
ni estupor?

¿Y ha usted
podido mentir
a la dama helada,
que no tiene voz,
cuando bebe 
su sudor?

Precipicia.

Oh tú
micción etérea
sinfonía de cascabeles
que obras de infección

oh tú
desecho celestial
especie de divina eyaculación
me afanas, lluvia
me embriagas de lascivia.

Se desborda el sumidero.

Tener todas las respuestas que no tienen pregunta, la cabeza cual manzana colgando del árbol. Caminar en círculos, mejor en espiral como dolor de testículos. Las personas más valientes evitan respirar, porque las más cobardes podrían escuchar y arrancarles el cráneo, usurparlo, como cangrejos ermitaños. Esto es sonreír hasta morderse las orejas. Es la sensación frente a la muerta amarilla, es un alivio, un regocijo, su muerte. Y esperaba más ruido, aunque no hubiera nueces. Como esperabas más semen aunque no hubiera niños. ¿Para qué disfrazarse de llama infernal si en el incendio todos mueren dormidos? Abordo, alguien hizo una broma y todos vomitaron, -¡A la carghaaaaa!- estalló un chorro de caldo digestivo, de un momento a otro la fiesta se fue por el puto caño, y para no volver. -Que les den- grito el dueño de casa, pero los omóplatos no cesaron de moverse y las arcadas no callaron. Las ensaladas de ayer platinaron, regadas por el suelo, el reflejo de la luna en la que nos embarcamos, todos ebrios, en la travesía de morir de angustia fingida. Mienten todos los manuscritos, las manos mienten. Los dedos, infinitos, hurgan narices y arrancan, nada tímidos, a la puta sus vestidos. Todos los dioses odian, no pueden llamar al oficial sin escupir sus maldiciones. Porque los culos cagan, sé que nada es perfecto. Las señoras que caminan por la calle también tienen órganos sexuales, aunque no quieras pensarlo, y aunque por eso te sientas depravado, enfermo, las imágenes hostigan tu imaginación furtiva... y las hermosas jovenzuelas serán madres, y un bebé enorme saldrá por su rosada, suave, fresca, tibia, húmeda y tersa vagina; y aunque muy luego de tu turno, el muy cerdo la desgarra, y el doctor: -¡bisturí!... sólo cortaremos dos centímetros-. Un joven estudiante excitado se sentirá enfermo, vomitará, pero en la noche vomitara esperma su cíclope. Tu rostro de mujer se estremeció, lo conozco. No me engañas, tus dedos huelen a intestino grueso, y no al tuyo, -rómpeme el culo, querida- le escuchaste decir al hombre de tu vida. Los culos: Oh, que síntoma de vida su trinar, que buen rasgo su espesor, su curvada faz. Ah, los culos, de cuántos colores, ¡y los sabores!, culos robustos, culos tristes: encantadores. Tras los culos corren, tras los culos mueren, para culos viven, y los culos duelen.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Si la noche es café.

Si la noche es café,
tal vez con estrellas de azúcar.

Y tal vez las noches de verano tienen licor
Y el atardecer es tal vez vino rosado
Pero la noche es café.

Café negro, muy tostado, 
italiano, torrado y concentrado.

Con alguna nube de espuma.

Y si las noches de invierno
son café frío sobre la mesa de ayer.

Si la noche es café...
¿El día qué es?

viernes, 4 de noviembre de 2011

Sit tibi terra levis.

Vivo en el instante clave
en el detalle adverso
en ese esbozo a descifrar
la mínima diferencia de presión
entre un paso firme
y el paso pesado de cansancio.

Esperan la muerte en la muerte
los gusanos allá
y estamos exánimes hoy
ahora fríos, ya quietos.

El infierno está más acá
y no es tan ruidoso y caliente
no es tan vistoso
es una mirada plana
es un susurro invisible
que no avisa de sus llamas.

El infierno es desamparo
es fulgor helado
como Amor es nausea inversa,
deseo de ingerir el cielo.

Hay todo un mundo afuera,
infinitos al interior.
Lo que importa es cómo se muera,
morir más y mejor.

martes, 25 de octubre de 2011

Cronos.

Saturno devorando a un hijo
Francisco de Goya, 1819-1823
Este lunes, maldito como todos, también es mi culpa. Veo los ojos negros de vació. Cronos, el viejo barbado, flaco, sólo lleva su piel y pelo. Siempre es tarde, mi espalda está en el suelo, Cronos hincado y bestial desgarra mi abdomen con sus dedos finos, helados, todos carne; me arranca las entrañas a tirones, las engulle muy lento con gesto satisfecho, vuelve a tirar de mi tripa ensañado, en sus ojos ajenos, aún a él mismo, se ve una carencia desmesurada e insaciable, la tripa revienta por el tirón y mis mierdas a medio urdir vuelan, no hacen mella. El último tirón, la última sacudida a mi cuerpo inerte, a mis ojos terriblemente inexpresivos. Se aleja andando sobre su hambre el insatisfecho, el feroz Cronos, el inclemente.

Penuria.

El monstruo se incorpora
Aunque el tiempo
Aunque rechine el viento
corren en mis carnes
piernas de otro tiempo
Explorando mis reductos
(tugurios de mí)

Estoy muerto
sangrando en blanco y negro
no te preocupes,
no sería la tercera vez
No me mires con esos ojos frescos
que mienten,
que huelan tus ojos francos
como suburbios en madrugada
con olor a pan tibio.

Llega el barranco
ese reborde áspero,
esa grieta
dura como el golpe
de la navaja con el hueso,
justo cuando advierte
haber atravesado la carne
tan permisiva
y haber llegado insidiosa
al fondo del abdomen.

viernes, 21 de octubre de 2011

Amanecer


Te tomo del brazo
¡corre!
¡la bestia asoma!
te arrastro feroz con horror
¡Corre, mujer!
¡el monstruo viene!
corre al horizonte oeste
que la mañana es un engaño
terso como una espada
que te arranca las calladas
horas de la madrugada
las aves no cantan
¡advierten, alarman!
¡corre! todas las mañanas
al horizonte oscuro
sálvate del alba
de la luz agreste
el astro no te alcanza
en el horizonte oeste.

Los hombres buenos lloran.

En su camisa blanca, desgarrada y sucia de sudor y tierra, manchada de buen nombre: Chilló entre todas esas lágrimas y esa saliva, soltó un lamento justo, un reclamo imposible, pronunció algo tristísimo, inentendible entre toda esa saliva angustiada y los ahogos que exija su laringe. No hubo respuesta ni quorum. Cayó de rodillas el hombre bueno, primero la derecha, después las demás. Mirándose las manos con dolor (enormes pero inútiles, traidoras) soltó un plañir de martirio dictado, de injusticia consumada, con toda esa robusta y áspera pena pujando por salir toda junta por su cara y su garganta. Así lloran los hombres buenos, los ingenuos que terminan destartalados sobre sus rodillas humilladas.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Mi cara infecciosa.

      Propongo otra visión de mi cara, las sonrisas no son un escape a ningún lado, son una sentencia, otra eternidad siendo el mismo, igual de responsable, igual de culpable, igual de idéntico.
La sentencia se dicta siendo sonreído y sonriendo. El estremecimiento facial previo es el juicio, estás perdido. El segundo anterior es ese pasillo larguísimo, banco y más limpio que el pliegue de pellejo donde guardabas hace años tu esperanza, es un parto inverso, es el viaje al patíbulo, el segundo previo es mi cara de mala gana, cara de qué importa, cara de misterio desentrañado (destazado y con el tobillo atravesado por un gancho, paseando por el matadero, decapitado soltando sangre y tripas llenas de mierda, llenas de vida al fin y al cabo, regodeandote hasta la sonrisa al ver a los novillos nuevos que se llevan todo por delante), cara de injustificable, cara de pena aceptada y amiga, una irreductible mirada de cadáver complacido, mi cara es franca como una puñalada lenta en el esternón, es como apoyar tus nalgas (hoy hermosas) en el muro y mirar al batallón de fusilamiento: no hay actores, no hay más que humanos, cagándose los pantalones o sonriendo. Mi cara es cinismo que te muerde las bolas. Es la diarrea que te cae encima y te quema el pecho, no te sacudas, estás atado, mi cara es infalible.

Narraciones de primavera.

        Miro el cielo mientras camino y pienso que quisiera estar ahí en ese letargo nuboso, blanquecino. Advierto que mis pies siguen caminando mientras fantaseo entre nubes blancas , rechonchas y estúpidas; y las grises, algo más suspicaces. Mis pies aún marchan con mi consentimiento implícito, esquivando charcos, piedras, sanjas, mierda, niños, viejas y perros. Cabalgando el automatismo más asqueroso. El mundo desfila frente a un vidrio y se inventa que es un espejo, escucha su meada dar en el suelo y se imagina que son aplausos. El mundo está tapizado de dioses y reyes que se pavonean y valen menos que una cagada de puta, llena de lubricante y semen amarillo.

       Después de escribir me siento con un aire de haber cagado una enfermedad horrible, sin sonrisa pero complacido. Liviano, triunfador en mi propio juego, cumplido, mío. Habiendo defenestrado un par de ídolos me siento como la bala de un antiguo western, que surca una escenografía barata de pueblo polvoriento con caballos, indios, vaqueros, cantina, botica, sheriff y prostíbulo obligatorios, riñas públicas, borrachos y un cementerio verdaderamente poblado. Y soy como esa bala que mata al bueno. Injustamente, cruzo entre sus harapos de utilería y su mugre ficticia, y le muerdo un costado, rompo su costilla flotante, atravieso un riñón, revoto en otra costilla, trituro el hígado, vuelvo a revotar desde el esternón y perforo el pulmón sin problemas para estacionarme irónicamente cerca de su corazón intacto. El hijo de puta que me disparo desde el suelo, herido, sonríe y muere adivinando el final de su obra. El héroe pusilánime inspira hondísimo y cae de rodillas con ojos y boca muy abiertos, tratando desesperado de atrapar algo de lo que se le escapa, sus manos se rinden, su espalda golpea el suelo sin revotar y se levanta una nube de polvo insolente.

       Aturdido, desenfocado, le como las nueces al capitán, mudo, dientes de cobra, alfombras árabes y chaquetas color rojo pútrido. Un viento helado que tiembla, tirita, entre tus huesos. Tu entrepierna tibia y tus espaldas adecuadas. Tus ojos solemnes de olor dulce embriagante, tus muslos jóvenes me enternecen, otra vez tus ojos, más negros que nunca, negros como tu pelo, largo como mis cavilaciones de día nublado, ondea como el viento entre los árboles del monte tupido, ondas tan hermosas como el horizonte desértico, mosaico de dunas destilando esperanza de oasis fresco, amoroso, cautivante, me pierdo en tu oasis.

       El hombre que se caga los talones, los tobillos, revientan los tendones, destroza los mordillos al choque eléctrico en la sien. Hombre que habla con una voz terrible, que aterriza tan tremendo. Su mirada es un hacha y su parpadeo es como el chasquido nefasto del arma fallando, quebrándose, destrozando los huesos de su mano diestra, un hueso se le clava en la ingle, otros se pierden en el suelo amplio.

La mirada.

Te mandé cartas
y estaban marcadas
y tantos poemas
que no valían nada.
Respiré borracho
tu mirada entrecortada
cuando te hundiste en mi sien
sin decir nada.

***

Y te vi
y no eras toda sombra.
Y no te vi
y algo te nombra.

***

El rojo de mis párpados
al mediodía
cuando todo es mármol de agonía
porque la suerte buena
no acude ni abandona
cuando tu retrato gris
no te llora
porque tus manos
níveas de candor
se hacen humo en el sopor.

sábado, 15 de octubre de 2011

Extremaunción.

El tiempo te trajo
una cara cansada

me pasó un invierno
mendigando recuerdos

de cuando amábamos
nuestras manos

pero el tiempo te amó más
te cobró de mi deuda

te fuiste yendo
plumón en el viento

el amanecer de enero
nos descubre ajenos

el sol de verano
un domingo desierto

flores de plástico
y un cenicero

pechos de lápida
gestos de entierro

esquivando miradas
buscando aquél cielo

y tus manos templadas
tus ojos de loza

tu mirada es ante todo
la cárcel más hermosa

La noche

La noche
los horizontes borrados
tus ojos
mundos encontrados
tan sórdida
come silencio la negrura
en la enorme llanura
me turba la inmensa nada
más que sola
más que plana
ni horrores contiene la desalmada
inabarcable esta espesura desprovista
tu rostro me fulgura en esta noche tormentosa
en ésta, mi alma cenagosa
y me recuerda este bosque de trombas
a tu voz cuando me nombra.
Niña color de amanecer
de llovizna antes de ayer.
El alba nace rota
como el plañir tierno
que me brota
del cielo mojado
de tu alma ignota.
Mujer de día ventoso...
Tú conoces mi calabozo.

Paciente.

Nunca te olvides
de cambiarte mis vendas
de limpiarte las tripas
de lavarte la cara con mi saliva
de secarla con mis ojos
y de comprar
en la otra esquina
mis piedras
que morder el polvo de siempre
ya me enferma.

jueves, 13 de octubre de 2011

Discurso de un patético.

Me estremece la textura de la cuchilla
abrasando tu piel,
tersa como las nubes en primavera,
suave, algodonada.
La cuchilla finísima, helada.

No puedo imaginarla,
y tu esperanza se estremece más
mirando fijo a la nada
Ella lo advierte: es infundada.
Y yo con mis objeciones
no puedo dejar de evitar
esa pulsión que me lleva
que me empuja siniestra
a esa boca tuya
a ese gesto tuyo
que lejos me hace nulo
flaco y sin sentido
sin razón, sin alivio.

esos rincones que me acorralan
abismos que me arranca quejidos
gemidos de animal herido
dictando sentencia
culpable de mi propia carencia.

Improvisación Nº 25198

Días, días buscando la silla
clavando la mirada en otras maravillas
ojeando uno por uno los cubos
comiendo, masticando los nudos
corriendo, preparando la viga
la construcción primitiva
llevando una espada de espuma
la proclama, primera frescura.

sábado, 8 de octubre de 2011

El regalo de Camila.

Busqué torpe
un pedazo de mi alma que regalarte
una vez más: nada
el mundo no me contesta
y las vitrinas no me reflejan
nada que ofrecer
otra vez
un pedazo de papel.
No espero que esto
y mis ganas de sonreír
sean suficiente.

No puedo.

No puedo, no alcanzo
no vasto para amarte toda
puedo amar tus ojos
tus formas oportunas
tus músicas lingüísticas
los arabescos de tu pelo desidioso

tu lengua en las consonantes
tus labios en las vocales
la tersura de tus lóbulos
los silencio complacientes
los pequeños bellos rubios
tus suaves ideas frescas
el espacio entre tus cejas

(cuando se mueven con gracia,
con impulsos naturales)
tus ocurrencias como balas
tus miradas pinceladas

tus manos tan reales
puedo a amar cada uno de tus lugares
pero nunca al mismo tiempo
no soy suficiente
y ni siquiera lo intento.

Desidia.

El mundo está ahí fuera
yéndose a ninguna parte
y no hay temblores
¿qué importa el mundo?
cambiante de color
¿por qué?
Las cosas mueren, señor
se entumecen, se pudren,
¿Qué importa salvar al mundo?
sería como robar basura
y sentirse culpable
como probar tu tersura
y sentirse lamentable.

Entrañarte.

No me beses cuando me vaya
quiero extrañarte sofocado
tembloroso, enfermizo
perdido en fiebre lírica
cegadora.

Entrañado, en carne viva
quiero extrañarte brutal
furioso, violento
quiero extrañarte moribundo
agónico,
antes de la sombra: muerto

Desesperando sudor helado
quiero necesidad de correr a tus manos,
nudillos, falanges, dedos
ajeno, afanado
a tu mirar, a tu pelo

Sentarme turbado a la luz tenue
cuando más calmo
mirarme las manos
perplejo, necesitado.

Casi por desgracia.

En la mañana
es todo más inocente
y triste, melancólico, simple
En sol ajeno y fulgurante
funcionario inapelable
un día nuevo empezando
pero el mundo está cansado
Los gorriones no se enteran
de mi mal sueño
de mi mal genio
cantan, chillan,
desdibujan mi paz inquieta
de muerto reciente
gimen, gritan
me apuñalan
como si no hubiera mañana
y siempre lo hay
casi por desgracia.

Ella podría.

Ella no parece mucho
ella no huele a nada
pero podría tragarse un incendio
podría lamer el infierno
y él se doblaría.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Una ironía.

Siempre yo, de pronto tú
y fuiste mis ojos
yo era quien era mi rostro.
Frágil, grosero, tosco.
El grito brusco:
llegar tarde a tus mundos.
La  fiebre estrellada,
no era especial,
no veías nada,
sonreías igual.

El azote.

Mi día es una llanura rasa
cintos de vientres hinchándose al sol
desesperación.
Porque somos demasiados.
Demasiado agónicos
demasiados impulsos.
Multitudes de peces negros.
Hombres, Mujeres y niños muertos
auscultan, husmean,
revuelven, merodean,
los viejos, los andrajos,
los que mueren boca abajo.

aquel Hombre nuevo.

Encharcado hombre lodoso,
una mañana te despiertas vencedor,
una noche te descubres victorioso
entre los vientos de antaño.

Otrora, los hombre como tú
erguían espaldas plenas.
Hombres como tú,
siempre cucarachas,
maravillas rastreras,
más o menos derrotados,
nunca mancillados.

La contienda: ficcional,
sabor de piedra mordaz.
Hombre empolvado,
subyugado mas tenaz,
forjado entre llamas:
Lo que a ti te pertenece 
es el pasado mañana.

lunes, 3 de octubre de 2011

Todos van

miles, millones
yendo al mismo lugar
a ritmo
amando al mismo mito
temiendo el mismo abismo
comiendo y excretando
del mismo modo
al mismo tiempo
al compás matan
violan, gritan, aman
insultan, imploran, declinan
todos caminan
todos fornican
babean, se excitan
vomitan, mastican
sudan, se secan
todos todo en todas partes
y corriendo y agitándose
consumiéndose
propagándose
todos yendo al mismo lugar
muriendo del mismo modo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Parecido a la nada.

Donde todos zozobraron
yo me erguí en victoria
Donde no miraron
me revolqué en la gloria
Donde juzgaron vano
yo fui profano.

Me voy con botas de roble
me voy así con manos tiznadas
me voy con gesto pobre
así, parecido a la nada.

Pobreza.

En los Días de mar y vientos
en las arrugas de los viejos
entre los dedos de sus nietos.
Entre todo este tiempo
ha de haber un momento
tan secreto y violento
en el que surques mi aliento.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Él no.

Él no necesita cerebro,
es locomotora, tractor, empujón,
seguir yendo, siempre hacia adelante,
sin perdonar, sin cuestionar,
Hacia allá va, ejecutando titubeantes.
implacable, irreductible,
sin compasión, sin gesto,
una masa uniforme pujante,
arrastrando en su compás antipático.
Te acaricia, torpe,
derrama tus días, pobre.

A la vida.

Te veo ahí, quieta, helada,
torpe, tus ojos no valen nada,
con tus manos de mono,
tu nariz grotesca,
tu boca torcida
y tu mirada estúpida.
que poco audaz,
estás ahí, impávida,
patética, desentrañada.
Ahí, somera,
siendo el instinto
sin serlo,
y sos púdica
y fresca cuando lejana.
Y sos una ciudad de prisiones,
bosque en todas direcciones,
y sos hermosura hipotética,
sos la pura verdad esquelética,
sos un montón de ruido,
color, luz, quejido.
Elegir la agonía es vivir,
la intención de no morir.

Geografía Ocular.

El fetiche te lame los pies y el sudor,
los ojos te mojan arcadas de pudor.

Quiero que alguien se atreva ahora mismo
a decir en mi cara que esto no es un abismo

¿qué más quisiera yo que ser lo que aborrezco?
¿y qué puedo hacer si no lo merezco?

Algo que gira sobre mi cabeza,
un sol que no importa, un dios fútil de belleza.

Una hermosa dama inútil para mis manos,
mis dedos no la explican, ni mis ojos mundanos.

Los míos son los días grises y la luz de la luna,
las horas primeras y nefastas de la bruma.

Caminar el traqueteo de mis huesos maltrechos
boca arriba las noche velando en mi lecho.

La llovizna fina, helada, en la ciudad te engaña,
extrañado, enrarecido, Montevideo es pura entraña.

Los gigantes de metal siempre se mecen, no se van,
los obreros agrisados, rompen, golpean, beben más.

El tipo triste, fúnebre de mil noche que dolían,
inexperto, torpe, acorralado a la luz del día.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El dolor.

Me achacas mi penumbra.
El dolor es un punto de luz,
como un túnel por el que entra,
con hábil saña, un tentáculo de agonía,
el túnel ilimitado, el tentáculo inagotable,
el punto vacío, voraz,
mi mundo en un punto de luz.
El asco me acorrala, me entumece,
me desquicia el dolor soberbio, poderoso,
desvanece toda paz y toda inquietud,
el dolor lo cubre todo con sus tentáculos,
llega a todo y me arrebata,
sin remedio, pobre loco,
me sostiene el viento fresco de hombre solo.

A la santa.

Y la turba y el cencerro que los lleva
me achacan una vaga pulsión distorsionada.
El universo se masturba y eyacula sobre mí,
la frustración gime y la callo a patadas
y no tiene sangre que brotar de su nariz,
gimoteaba una vez más sobre mi espalda.
Malditos tus días soleados, tus manos
y las manos del señor que te han tocado,
te han magullado las carnes,
reblandecido los cuernos.
Son como la vida de la mujer tibia,
somnolienta, eternamente aletargada,
su encanto taciturno que me invade.
La vida babeando en la ventana,
la vida llena de orgasmos, enjaulada.

Adiós resentido.

Me estremezco
y nada se conmueve.
Sólo yo estoy cómodo
cuando llueve.
Te vi irte por la brisa azul
irte por la lluvia de agosto.
Te vi irte en aquella carroza imperdonable,
que nunca cicatriza.
Entre las paredes mugrientas
de olor ya tan familiar
me quedé hincado
con las manos que tiemblan
cansado de tanto sudar
rincones de horror y tinieblas
atiborrados de oscuridad.
No sé nunca -estremecido-
si es por tu aroma o por el frío.

I.

Ahora
adoro hasta tus carraspeos,
tus ojos me martillan,
sólo tus ojos brillan,
y en tu cara
a la luz de mi sombra,
cientos de lunas
no me nombran.

Ahora
entiendo a los hombres muertos,
a los que se cortan las orejas,
los que se arrancan los ojos,
que cercenan su lengua,
y más que nunca
a los que se cuelgan.

jueves, 8 de septiembre de 2011

No encuentro la luna.

   Un cuerpo desnudo, poco atlético, sin un solo pelo, cayendo en una inmensidad negra que lo traga, es minúsculo, agita sus miembros sabiendo que es inútil, su cara está en la sombra, no la veo, sólo puedo mirar su nuca y sus orejas blancas y brillantes, como lustradas, su cuero cabelludo gris y sus orejas salientes, sus piernas son angostas, no parece fuerte, cae.
   Estoy en el suelo, está lloviendo bajo una luz gris, estoy sobre un charco de unos centímetros de profundidad y mi sangre se mezcla con el agua bajo la superficie, mis manos tiemblan y mis piernas se enfrían, las gotas me caen en los ojos y la boca, y soy todo herida, el mundo se limita al dolor punzante de la herida, la herida, la herida, miro el cielo gris oscuro con algunas betas claras, los árboles se mueven rítmicos con coreografía de vaivén bajo las ordenes del viento, no hay personas, la lluvia no es fuerte, el frío sube, a nadie importa ésto, mis manos dejan de temblar, una gota me cae en el ojo y no reacciono, soy todo herida.
   La vida es amor a borbotones, es una nube corazones inmensos de color rojo chino que estallan y desprenden un polvo color rosa, muy dulce, huele como a colonia de prostituta o de niña pobre. A un lado yo, en ese espacio ingrávido, un desprecio inmenso, un indescriptible crujido y el sabor a sangre me alejan de la nube, nauseas me alejan de la nube, la nube no se mueve, la nube no es para mí.
   Un hombre obeso, el asco es un hombre obeso, en un cuarto lleno de luz y mugre, atestado de él, su piel es blanca, algo amarillenta, tiene pelos muy negros, no muy largos, apenas curvos y algo separados, cubren todo su cuerpo, con estos pelos retiene el sudor y el cebo que lo empapa por completo, y él sonríe asquerosamente, el morbo le hincha como un globo perdiendo su forma en manera escalofriante, se regodea con nuestros escalofríos. Se sienta sobre tu cara, deja caer sus colgajos sobre todas tus sedas blancas y frías, se revuelca en tu piel y llena alevosamente tus manos de saliva, hasta los codos, se relame y el estremecimiento te rompe los huesos. A su sombra crece la ira, ese hombre flaco con los ojos hundidos en la cara, casi no tiene labios ni bello facial.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Asesinos.

     Es grave la desnaturalización que se comete de parte de la población sana para con el asesino. Yo mismo asesino esperanzas cada vez que puedo, y sueños cada vez que amanezco, y a mi mismo cuando los contemplo exánimes en el suelo. Esa niña tan bonita con su vestido color amarillo claro asesina las flores que arranca inútilmente, y que no serán frutos ni semillas, lo que a nadie parece importar. Usted, usted mismo asesinas seres miserables todo el tiempo, cada vez que no se para a pensar en lo que sea, mueren miles cada día, condenados a ser dados por sentado. Así es que todo tipo de asesinos viven y asesinan a cada grado de giro de este planeta lleno de asesinos, por lleno de seres vivos.
     Moribundos, hijos y enfermos asesinando doctores, haciendo que le vuele la tapa de los cesos sobre el diario recién abierto, o bien haciendo que el pecho les explote mientras cagan una mierda muy oscura (vida en su máxima expresión). Niños asesinando hormigas y padres desempleados. Todo el tiempo hay navajas afilándose, veneno gestándose, venganza urdiéndose, y balas dando en los muros, pero no matan a tantos. No matan a tantos como las propias balas, que llenan el muro -recién pintado, hiperdiseñado- de cerebro sobre exigido y afanado por completo en vano.
     Asesinos somos cuando dormimos hasta tarde, y cuando respiramos fuerte después de eyacular, y cuando no abandonamos la realidad ni un minuto (soltarle la mano en la multitud y que se pierda y patalee un buen rato), y masacramos nuestras alimañas cuando caemos rendidos en el suelo, tras un día pesado de trabajo, para arrastrarnos por toda la cuidad, como una migración de caracoles gigantescos, cuando termina el día. Asesinamos a nuestros hijos, a nuestros padres. Asistimos a nuestro homicidio cuando no podemos dormir, cuando la ira se coagula, cuando nos ponemos ciegos de sopor y suspiramos profundo para intentar no dejarnos morir tan así. No seas cobarde, tus manos no están limpias ¡Toma su vida mientras esté tibia!

domingo, 28 de agosto de 2011

Ahí está él.

Él siempre está ahí
picándote
dando tu cara contra el hierro
fraccionándote
almacenándote y desperdiciándote
ahí está él mirándote
gritándote que estás muriendo
ahí está él y su reloj
poniendo clavos a tu sien
bañándote en sudor
comiéndose tus días
el tiempo te domina
te descoyunta los huesos
y vacía tus vísceras
en una mesa de metal
el tiempo te arranca la piel
y te lame largo rato
antes de tragarte.

La última vez que te vi.

    La última vez que te vi, te vi tras la madera, las rosas caían sobre el cajón. Allá en el fondo del poso golpeando impetuosas, esgrimiendo su orgullo perfumado como si sólo eso bastara. Las manos se quedaban sostenidas un instante con esa mueca de esperanza miserable... raquítica esperanza. Después de unos segundos bajaban, resignando de puño cerrado, lloriqueando entredientes, y refunfuñando volvían al saco negro, y volvían al pañuelo. Se escondían los rostros indolentes tras los velos, y los asistentes no charlaban, no decían que pena, un buen hombre, no se dejó oír la tristeza. Las personas se miraban con recelo. No había amigos esta ves, no había licor, nadie se miró a los ojos, los segundos sonaban como la tierra cayendo encima de la tabla, el reojo cundió esas pocas horas. La algarabía no se presentó, ni la melancolía. No faltó el rencor, ni algún perdido pésame verídico. La última vez que te vi, yo peleé esa tierra incómodo queriendo abrigarte, sin desconsuelo, ni un poco desconforme y sin penas mojando mi pañuelo. Ese día soleado, frío y seco, en invierno, no hubo lágrimas cayendo en aquel suelo al encuentro de tus huesos.

sábado, 27 de agosto de 2011

Del futuro y del tal vez.

Deseo que un día
el mar quisiera llevarme
quisiera un día poder acercarme
a la costa confiado.

Me gustaría tener el poder
de ejercer alguna victoria
a otra luz, en otro color de tiempo,
a otra temperatura de memoria.

Desearía un abismo
más profundo donde caer,
sólo por una vez
saberte a niño nuevo,
abolir este hombre viejo.

Me gustaría mucho,
que iluso,
beberte en un baso largo,
de una botella azul,
esmerilada en el ocaso.

Quisiera contener tu aroma
en cada inspiración,
y poder soltarte lento,
ver como te enrosca el viento
y robar triste ese momento.

Un día me gustaría
dejar la farsa de la alquimia,
y cobrarte toda mía
y tomarte toda tibia.

lunes, 22 de agosto de 2011

humano el titan.

Hay un ejercito de palabras queriendo salir de mis dedos, de mis yemas, queriendo llagarme para siempre el anhelo. Palabras brotan de mis úlceras, pequeños tajos en mis ojos derraman más vocablos y más me abro. El impulso ciego de destruirlas una por una. Una multitud hierve en mi cerebro -la estampida-.  Podría encontrar un millardo de palabras, y destruidas, cubrirían el universo conocido. Podría ser un monstruo, una aberración literata, una bestia que gimiendo enfermo, pulveriza el hueso en las teclas, estalla las plumas, mis dientes colapsa, los vasos llena de sangre en mi cerebro. Una luz despiadada me arranca el aliento, me somete, recuerdo, se detiene el trote brutal de mis dedos, los dedos de locomotora entre tinta y sangre. No es justo, no es justo el infinito, deben existir palabras, una por cada suspiro.

Instrucción.

Toma una hoja de papel,
toma una pluma negra
y vive entre ellas
odia el espacio que las separa
y brilla calmado
después de mezclarlas.

El ansia cruda
y la vida que va en eso.
Los días duran
lo que dure el beso.
Alegría pura,
estallar de huesos.

Sólo el moribundo
grita para el mundo,
Me confieso a las tapias,
ellas me juzgan fríamente.
no existe tinta suficiente
para escribir algo viviente.

corre contra el viento ¡Corre!
corre, hombre sediento ¡Corre!
y deja que se borre,
que a tu polvoriento nombre
Lluvia se lo cobre.

Ningún mártir, ningún héroe.

El chasquido 
el relámpago corta el cielo
el plomo furibundo 
atraviesa la carcasa. 

Las plumas se disparan
se detienen a planear en el aire
contemplando con horror. 

El amo del cielo cae 
frágil, patético, 
lentamente se precipita.
 
Cae en la pradera fresca 
que lo recibe indolente. 
Cae como si algo terrible 
conmoviera al viento.

el poeta, el alquimista.

Se transmuta tu pelo en mi consuelo
hago del suspiro un monstruo
se funden mis manos en tu rostro
se sublimas los roces en heridas
traduzco en tinta roja tu caricia
tu mirada se convierte en firmamento
seré tu voz labrada cuando muerto.

viernes, 19 de agosto de 2011

Discurso de algún humano.

La raquitis del ser me enferma.
Las cosas que me importan 
son póstumas o abstractas.
Las cosas buenas y las cosas malas 
sólo son cosas y las cosas pasan.
Mi vida es ésta, 
ulterior o pretérito no hay nada.
Ésto es lo único, 
éste es todo el tiempo que contengo,
es único,  infinito para mí.
Porque a su fin, no llego.
Llegué a la conciencia paulatinamente,
no hubo corte, no hay antes y después.
Ésto es lo único que tengo, 
el ahora, y es infinitamente dispensable.
La vida es horriblemente mínima, 
impotente.
Lo único que puedo codiciar
es significar algo para un otro, 
superior o permanente,
un otro imposible, 
que al final me arranca toda esperanza.
El mundo es todo lo que existe 
y soy, tal vez, lo más maravilloso, 
y soy ignorante, impotente y finito,
escoria apelmazada, 
estoy dando un espectáculo jamás dado 
y no hay público. 
Estoy solo.
Y me desespera, 
y soy magnífico, 
y no importa en absoluto 
y lo soporto.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Lo peor que pude.

No hay nada que explicar,
liza y llanamente me regodeo.
La cuidad nunca está a obscuras
aunque no veas qué le veo.

un día más
entre veredas y baldíos,
una noche de hastío,
llena de vacío,
harta de vicio.
El más total y completo
desperdicio

Cuando las aves canten
será ya muy tarde
cielo gris y claridad que arde
bruma de esta mañana
entrando por la ventana.

Y llega una vez más
para salvar el día.
El hombre invencible,
el hombre de vidrio.
El hombre inmortal
había enloquecido.

Parezco desconcertado.
Me siento desconocido
más que nunca quiero
arruinar algo divino.

domingo, 14 de agosto de 2011

Y vos.

Y vos, que me mirás,
desde el fondo de este salón
cargado de esta multitud anónima,
plomiza, ausente en definitiva.

Y vos, que me mirás, 
a mí, a mi nuca inmóvil,
a mí, el rocoso, el tiznado,
rodeado y solo, 
del otro lado.

Vos, que me mirás a mí, 
vos,
parpados pesados, 
brazos de loza, 
venas azules, vos, 
ojos de sombra.

Sí, vos, pelo de pluma, 
de pluma rota sobre el papel, 
de pluma rota entre mis dedos.

Y vos, 
que me estás mirando,
Y yo, 
imaginando.

sábado, 13 de agosto de 2011

Atmósfera.

Lo divertido de ver cómo la vida se va,
es saber que no va a ningún lado.
La vida son un par de latido aislados.
Acaban de notar que no significan nada,
y apenas mi psicosis los explica.
Son pedazos viejos de hierro,
cámaras y fotografías antiguas.
El traqueteo gris de mi maquina de escribir.
Son un resplandor antes del amanecer,
son destellos cuando cierro lo ojos.

Y el suicidio.

El último vuelo arrepentido se precipita.
Hermoso collage de encéfalo en la calzada.
Luminosas vendas del desahucio.
Bendito vómito, reguero de cápsulas.

El chasquido estalla el volcán feroz,
se bañan los azulejos bajo los rojos perplejos.
Acuden los buenos, sonríe el perverso,
Y un trapo viejo limpia la sangre del espejo.

Agujas al cráneo que cuelga sobre el nudo.
La nube roja mana de la herida sumergida.
El último aliento cansino, es un fino chillido, 
un suave gemido, un largo alarido.

viernes, 12 de agosto de 2011

Cubículo.

Motriz y pulsátil canto simétrico,
la continua torcedura, el disolvente adorno,
lo mágico derrama autocontrol a la humanidad,
pelea sin guiñar el consabido animal.

El vidrio redondo inviste un fetiche,
cuarenta dolores y un remiendo corrompido,
fonética querella, el duro cadalso,
la aniquilación incondicional del azul pudor.

Un sonido de alcurnia y despotismo genital,
maldito fracaso propincuo enterrado
con firmeza es bípedo el ignorante pontificio,
la granuja blenorragia por las noches cúbicas.

Un extranjero insepulto, un majestuoso feligrés,
el pañuelo dirige la sentencia tardía,
ese pictórico abono, tan siamés y turbio
es el cebo del Adonis sintético en trance.

(Un diccionario, un una pagina al azar, un dedo, repetir y anotar las palabras. Conjugar verbos, agregar nexos artículos y demás.)

jueves, 11 de agosto de 2011

No existen los poemas.

No existen los poetas.
No existen los colores.
No existen las ideas.
No existe la vida.
No existe el pasado.
No existe el alma.
No existen las palabras.
No existe lo magnífico.
No existe la magia.
No existen los artistas.
No existe el sol.
No existen los fantasmas.
No existe lo bello.
No existen las esferas.
No existe el tiempo.
No existen los amantes.
No existe la sombra.
No existen mis dedos.
No existen los dioses.
No existe la luz.
No existen tus manos.
No existe la razón.
No existen las rectas.
No existen las estrellas.
No existe el infinito.
No existe la obscuridad.
No existe lo feo.
No existe la verdad.
No existen los sabios.
No existen las canciones.
No existen los hombres.
No existe el viento.
No existen las montañas.
No existe el firmamento.
No existe el futuro.
No existe lo muerto.

martes, 9 de agosto de 2011

Autorretrato verborrágico Nº 527.

Hierve el café.
El gesto entusiasta de tus hombros me muerde.
La impaciencia devora el acrílico.
El alivio de una lluvia te adormece.
El ojo que todo lo ignora:
El detalle, un resplandor y una grieta.

Café apenas tibio
El retrato que especula viéndome con gesto vago.
El aroma mustio del lago.
La estoy viendo, la miro y la detesto.
Los dedos manchados de tinta.
Es la charla de la multitud,
es como un cantar ondulante.

Café borracho.
La pus sanguinolenta brota tibia.
Enormes ganas de mutilar seres divinos.
La naturaleza de lo inútil.
El deseo,
la textura de los dientes en el cuero.
La imperfección blanda y gris.
La ambigüedad tan larga y vasta.

Café frío,
un poco más de frío.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Soneto alguna vez.

Verte dormir en la palma de mi mano.
Tu tono pálido,
tenue y sutil,
tus relieves suaves,
sombras de añil.

Y marchita,
tu mirada perdida,
arde como la mía,
es cálida y sombría,
es lenta, febril.
Como las horas crepita el raíl.

Con el rostro abierto de par en par.
Debo aprender a dormir,
a morir,
alivio lluvioso de triste pasar.

El tedio iza velas,
me dejo llevar,
las velas apagadas
se explican sólo al naufragar.

martes, 2 de agosto de 2011

Problemas con el mundo.

Ella, que se cava una fosa
donde gotea
donde muere y goza.

Hunde sus rodillas
en agua lodosa,
con sus ojos en el cielo,
sus manos la sofocan.

Se va el calor,
no tengo más rosas,
te has vuelto gentío,
tú, sonrisa que sollozas.

Un otoño.

Una bomba
una bomba ya lanzada
que no estalló
una que falló
que duerme 
aquí en el parque
serca de aquél árbol
un álamo plateado.

Una bomba
que un otoño
entre áureos y rojizos
matará a una joven
fresca y culpable
en su último paseo.

jueves, 28 de julio de 2011

La cuidad de tinta carmín. Parte III

 Los calvos de planicies plateadas
los montes de navajas
el sol brilla austero
la carnicería abre un viejo día
histéricos los monjes liman tu cuero
parafina y cordones, luz de señores
la cruda rectificación de la cruz
la burda y lechosa convulsión
el ojo ahuecado donde vive la niña
la niña trepanada que grita camidia.

***

Diarrea asonante, rima fulgurante
las puntas de metal rasgan el azar
daltonismo disonante
la tabla da con la carne
blandiendo fantasmas como escafandra
los ímpetus brotan
Gonorrea y Mescalina
asir el hastío por la parte más fina
darlo en el rostro deshojado que opera
contemplad el pulpo mojado
el desatino, tú con tu culpa
la vulva, la lengua entrando en la pulpa.

***

El fermento canceroso del héroe borracho
el calamitoso costal de materia pútrida
el hermoso montón de basura
el heroico ebrio, ciego y fraudulento
varices con canela
la flauta toca la muela
clava una punta helada en la carne
huele a mareo y calambre
colma tus dedos de hambre
trepa por la mañana
llora tus ojos licuados con sales y mentas
camina sin tus rodillas.

***

Un trozo de universo
fragmento de viento
carroza inestable de caos
trozo de acero retorcido y austero
pobre hilo rojo como el consuelo
tinta negra y mugre, mis dedos
guiña la vuelta de tuerca encastrando la reja
azúcar y envidia para las ninfas
polvo y cemento sobre los muertos.

sábado, 23 de julio de 2011

La puerta.

Le aterró la puerta,
la halló cicatrizada,
el ojo abierto
reclamando su llave.

Le turbó el acaso,
el tal ves, le amputo el valor,
la llave del mundo posible,
en su mano insidiosa,
le cercenó el ímpetu.

Un torso cabizbajo
devorado por la bruma.
Cuentagotas percutiendo
uno tras otro los segundos.

Le aterró la puerta,
la halló cicatrizada,
el ojo abierto 
su faz, 
su mirada.

martes, 19 de julio de 2011

Poder ser.

Podría tranquilamente fundirme con el suelo, 
o simplemente no hacerlo.

podría desmenuzarte solamente con mis dedos,
y desnudarte los huesos.

¿Y qué tiene que hacer un hombre malo,
que no es el peor, para soltar tu sudor?

Sigo cayendo en lo profundo de tus ojos
y llegaré al fondo sólo para excavar más hondo.

También.

Hay una piedra en el fondo del lago,
hay tumbas con nombre
y algunos que sí las lloran.

Y hay aves sin colores
a las que alguno escucha.
Hay animales feos.
Y mares marrones que nadie surca.

Insomne y un poco desconsolado.

Desventurado ayer,
a la hora de las pesadillas.

Marcho hoy,
el cráneo inflamado,
los ojos inyectados.

La idea febril
de que la lluvia
se evapora al tocarme
es falsa,
me moja, me empapa.

Paupérrimo,
intento morderte
con mis dientes
llenos de agujeros.

Llevarte a mi estómago,
lleno de serpientes
y malas bestias.


Desconsolado
a la hora de las pesadillas,
marcho afiebrado,
como si la lluvia
se hiciera vapor al tocarme.

sábado, 16 de julio de 2011

vida.


Somos patéticos,
patético niños de rodillas sangrantes,
patéticos de ojos mojados,
patética carne acorralando el hueso,
patéticos gemidos,
llantos y cientos de gritos
patéticos cadáveres desprendiendo aceite
patético alimento tras la muerte
patética danza de los gusanos 
en su festival de carne negruzca
patética bestia, patética y burda.

miércoles, 6 de julio de 2011

Sobre el hombre y alguna realidad.

Un mundo inmenso de cochambre,
de pobres grises desahuciados,
un mundo repleto de sombras muertas.

Es tu lugar,
un lugar con olor a carencia,
un aroma a desilusión,
la fetidez que desprende el hueco obscuro
al que conduce tu boca,
en el que no se mueve el aire,
tu laringe emite chillidos constantemente,
tus dolores físicos,
tu diarrea discursiva
y tu inconclusa noción de tu propio ano.

Tu piel grasienta de ignorancia,
manchada de deseo reprimido,
salpicada a veces de salvajismo pulido,
los tiempo cambian te repite la pantalla,
modernidad, enhorabuena,
los tiempos cambian,
los animales no.

Animal,
asume tu miseria, animal.
Animal, come las carnes de los inválidos,
corre gritando cuando suene el trueno,
animal místico, estúpido,
perfeccionista imbécil.

Tú, trozo de carne incomprensible,
complejo como una gota de agua.
Grita a los vientos tu impotencia,
grita que los verdaderos gigantes no escuchan.

jueves, 30 de junio de 2011

Ni muerto ni glorioso.

Soy vulgar y vulnerable,
tengo que abolirte,
y tengo que borrarte,
doblar el universo, exterminarte.

Ve, perra crédula, tras un pene
trozo de masa,
tras un pene que te golpee.

O mírame, siente mi mala higiene.
Odiate y enferma,
muere imperfecta.

Escucha al profeta bastardo,
y mófate, búrlate.
Ríe como hiena esquizoide.

Y vive lento, casi muerto.
Vive una bocanada a la vez,
mira tus dedos al revés,
y escribiré con tinta
tu nombre en tu frente,
y el espejo no te verá,
tu propia cara ya no serás.

Estalla tu espejo, tu sangre roja.
Tan liso que percute,
tan simple que acongoja,
tan brillante, lúcido, estéril.

No descuides a la muerte,
envuelvete en madera,
devuélveme a la hoguera,
y enfréntate a la nada.

Besa a un perdedor,
beso embebido en saliva.
Mátalo luego,
déjalo morir en éxtasis,
pero no lo condenes
al existir tedioso
de estar como siempre:
Ni muerto ni glorioso.

miércoles, 29 de junio de 2011

Todo.

Todo lo que había en ese piano
 y no lo imaginaste.

Todas las chispas de tu cerebro
y no lo oíste.

Todas esas ondas en el aire
y no dije.

Todas aquellas cavilaciones
y no hubo música.

martes, 21 de junio de 2011

Postal.

Ingrávido, acéfalo, 
estupefacto, enojado, 
psicótico, antojadizo
me voy.
Fantoche, monigote, 
títere, sotreta, 
te quedas.
El tiempo no pasa... 
El tiempo se va, 
huraño,
odia las puntadas sin hilo.
Prefiero el insulto,
el sabor descarnado
los huesos limpios.
Solo, como
el extranjero Autóctono,
triste, como
el anciano y su cachorro.

miércoles, 8 de junio de 2011

Hipnótico.

EL urinal, hipnótico.
El rostro mongoloide,
hipnóticos los dedos ondulándose.
Hipnótico el dolor encarnado, punzante que dura hasta el desfallecimiento.
Hipnótico el neurasténico yendo de un lado al otro de un cuarto sin ventanas, 

con las paredes plagadas de azulejos blancos y mugrientos.
Hipnótico el vaivén de las corpulencias, hipnótica copulación.
Hipnótica la nausea inútil de las viseras desnutridas.
Hipnótica la sonrisa octogenaria, 

desdentada sonrisa de las encías reblandecidas.
Hipnótico el tono helado de los ojos muertos.

martes, 31 de mayo de 2011

Esquina.

La espoleta pilló una esponja
su efecto conspiró y acaparó.
Ineludible, la vitrina es una brecha.
Acudió para azotar un cascabel.

Su espíritu es rostro y consigna,
filamento que machaca los temperamentos,
que aporreó la resistencia imperioso
anaranjado como un guiño interplanetario.

Como un zumbido del sadismo menos apreciado
inefable tabernáculo que exprime
como un bombin de lagrimal ropaje.
Loco como una hormiga es el poeta.

Horadar al segado aceitoso,
la ficción, de regañadientes se hartó,
en su ataúd es la hecatombe subterránea
la que embriaga la emética sabandija.

(Un diccionario, un una pagina al azar, un dedo, repetir y anotar las palabras. Conjugar verbos, agregar nexos artículos y demás.)

Los ojos

Ahí está el mundo y no lo vemos, 
porque los ojos no ven, 
los ojos son antenas, 
los ojos son pararrayos útiles para los buenos ciegos, 
los ojos son ventanas cortinadas de carne helada, 
son ventanas mojadas, 
los ojos son y no ven nada.

miércoles, 18 de mayo de 2011

El último respiro atroz

¿qué puedo hacer si no escupir
mi palabras necias en tus oídos sordos?
¿qué puedo hacer si no arrojar
inmundicia a los coloridos rostros?

Pintar mujeres horrendas con afiladísimas narices
comer las entrañas de una niña inocente
derrumbar cada montículo de bienestar
¿qué puedo hacer si no atroces cosas
a tu caja de cristal?

miércoles, 11 de mayo de 2011

Tú, dama.

Indómita dama
vela y desvela
al borde del drama
violenta mi pena

eufórica dama
posada en tus telas
reposa en tu cama
tu llanto flaquea

liosa dama
lejana te quedas
das la estocada
que me condena

viva dama
de tersura espesa
y sonrisa lozana
exquisita princesa

incógnita dama
con tu ligereza
tu mano liviana
no pierde firmeza.

miércoles, 27 de abril de 2011

Acaecer

Siempre admiré atentamente
la enorme dignidad
y el encanto de las cosas raídas
y el lamento del piano por los tejados
de las casa abandonadas
y el viento que las atraviesa sin más
y la lluvia, que muy dueña de si,
las lava, desnuda y empapa
sin vidrios que empañar.

viernes, 15 de abril de 2011

Lorraine Y yo

Hagamos agujeros alados, cuidando no seguir la estela de sus aleteos, sin ambición de lograr soñar lo insoñable ni desplumar jamás algún llanto erizado entre tanta necedad, bruma monócroma que ciega nuestra insulsa existencia. Las manos que no ven la suavidad en los terrenos cándidos completan el espiral de los ojos que no van a ningún lado, despojados cascarones y hoscos nubarrones.

miércoles, 13 de abril de 2011

La ciudad de tinta carmín. Parte II

vuelo sin despegarme del suelo
no abro los ojos y veo
no existo siquiera y siento
dibujo paralelas cecantes
hago lo imposible
muerdo esferas ignotas
puedo correr con mis pestañas
y me duelen miembros que no tengo

***

corre, damisela
corre que ya llega
¡corre!
tu ropaje cuelga
te desprendes de la regla
te descuelgas de las letras
te acurrucas
desnuda 
en la punta de la pluma
que no surca más el cielo
al que, para desconsuelo,
extirparon los deseos.

***

a los turbios hombres desnudos
los destazan las uñas/ pesuñas 
por lujo de esos dementes duendes 
torsos, pellejo y dientes

es el triste reflejo de que mientes 
licor de terciopelo 
un barril de prostitutas en aceite 
la desventura del marido alcohólico
tosco, soberbio y polvoriento

***

no hay nada que entender 
ahí está la pared
los pedazos de carne
las margaritas que gritan 
melancolía infinita 
ahí está el muro
los cuerpos desnudos
las ratas, la rabia, 
los peces obscuros
ahí está la fonética 
de un estallido inmenso
la métrica poética 
del raro universo 
y los dulces pechos  
que no entienden la dialéctica 
perfecta simétrica que se cierra 
recta 
directa 
y ostenta la perdida de la pulpa  
de la mama, de la parte blanda 
se aceleran los pasillos
vertiginoso estribillo
del inmenso cuchillo
me transpiran las edades
me suplican las piedades

***

insultos y gloria 
insomnio y anomia 
guerra y victoria
rueda la noria
aforismo y axioma
hipérbole histórica
recuerdo y memoria
elipses eufóricas
maldita retórica

***

vuelo sobre sus cabezas 
en una silla eléctrica
en las calles de Londres 
cae la mierda a borbotones
pasa la parvada 
y ya no queda nada
vuelven los ratones
llenan los rincones

***

los gritos, la algarabía, el caos toma el día
los cuerpos que se agitan 
los miembros que se estiran 
los huesos truenan y la carne vuela
y las alimañas que esperan
a morder primero la parte más tierna
derriban los retoños que caen a la tierra
el rostro desfiguran, el resto lo desmiembran