domingo, 17 de febrero de 2013

Nefando.

"Lo que era todo tiene que ser nada." 
"1964", Jorge Luis Borges, del libro "El otro, el mismo".

Abandonamos, no volvimos a mover los muebles y el polvo se acumula. Las patas del sillón marcan la alfombra. Ya no me siento en el jardín cuando el amanecer me alcanza deambulando. Ya no intento traducir tu dulzura, sólo espero a que baje la fiebre de tener que mirarte, de callarme las manos. La lluvia ya no importa, no sé nada del viento, de tu frío. Ya no evitamos la nada, camino hasta mí sombra, sobre mis pasos, ya no somos potencia, pero siempre estamos expectantes, esperando la belleza. Ese mar negro, aterciopelado y tibio, plagado de neblinas y fosas ignoradas.
Me repliego. No nos mira Selene, nunca más. Y no sé cuánto me olvido, de cuando la angustia tenía brazos, y piernas, rostro empapado, y tus ojos. De cuando el silencio no era un abismo, la cara horrible de la nada, de la condena.
Duelen los dientes apretados cuando el silencio es inmolarse.
No puedo olvidarme de cuando las manos en mis bolsillos. Y no quiero sentarme con los días cerrados, indistintos, uniformes, vagos. Pero no sé qué hacer cuando salgo de los libros, nada me espera al final de los párrafos ni al final del último blues. Hace mucho que deje de viajar, que respiro despacio, hace más que se atasca la memoria de mi cara en tu cuello, y que no valen nada las manos que se amontonas en mis hombros.

1 comentario:

  1. Eso que me pasa a veces de encontrar a alguien que describe mejor que yo lo que yo misma siento...

    "...nada me espera al final de los párrafos ni al final del último blues."

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