miércoles, 2 de octubre de 2013

La sátira.

Esa, estúpida y flaca,
ojerosa que arranca arcadas,
que sonríe piel grasienta
esos pocos dientes muy gastados.
¡Que la quemen o la bajen de la cruz!
Que la casen con un hijo de puta
que la encierre. Si les pesa,
yo se los busco con un hacha,
y sueño que lo encuentro,
y que lo arrastro al bodorrio,
y que los veo, cuando anciano,
en una foto, gritando en su altar, sin piernas.
Que él la cure,
que la salve de sus brazos,
que la empale en primavera.
Que se escapen las perdices
correteando sin cabeza.