lunes, 11 de noviembre de 2013

Hibisco.

En mi jardín había un hibisco,
era bajo, y claro, rojo...
pero yo también, y rojo.
Sólo sé que me estorbaba el juego
y a veces ligaba un palo,
o unas niñas robándole sus gónadas fascinantes.
Aquel agosto, ese que mencionan,
la tormenta lo hizo leña,
nadie lo escuchó hacerse puré,
desde entonces, incluso antes,
mi jardín fue siempre igual,
poco pasto y mierda de perros.
Hace poco descubrí un árbol,
oreja de negro, timbó,
como cinco metros de alto, todo eso,
al lado de los cartuchos,
entre el esqueleto de caballo salvaje
y el cantero prometido,
un metro y medio más lejos que el hibisco,
había crecido, regio, fornido.
Parece que pasaron los años,
parece que no había jugado más en mi jardín,
hay mucho barro, mucha mierda,
no jugué más con palos, con piedras,
entre las plantas que casi crecen salvajes,
no me vi salir nunca de ese barro,
afuera es igual.

Pero rema.

Caronte navega
en mi mano
luego mis venas
ruinoso, aciago
pero rema.

Situación.

Bien, ensayemos esto, supongamos, dejemos rodar la hipótesis para no hacer nunca nada en absoluto: bien, la situación, el abordaje.
Le aborda, un -Buenos días.- se deja caer con respeto debido.
Inspecciona unos segundos al intruso y responde un -Hola, te conozco?- molesto y suspicaz.
Disimulando, reteniendo, o quién sabe qué, una sonrisa -Es divertido... si esto fuera una película mi diálogo sería- con tono de doblaje latino -"No me conoce, pero eso tiene solución...". Pero no es una película, y no tiene solución, jamás. Y no es divertido.- y luego de dos momentos, proseguir...

Nada de observar el cielo.

A veces me duele tanto la cabeza
que tiene la densidad de una estrella de neutrones.
Y me da la sensación,
-me ataca la certeza con un palo-,
de que no es mi cuerpo que la sostiene
-evitando que se precipite hacia el centro de la tierra-
sino que controlo,
de alguna manera,
la distancia que guarda con el planeta
-el cual orbita a escaso metro y pico de distancia-
creando la ilusión de ser sostenida por mi cuerpo,
que en realidad apenas cuelga de ella.