jueves, 27 de diciembre de 2012

Eso II


Te extraño eco reciente
promesa que versa
que inversa

Te extraño
en silencio de multitud
en perfume de jazmín al amanecer

Te extraño bien dispuesto
a quejarme del buen juicio

Con las manos llenas te extraño
perfume color de vicio.

Eso.

Que tus pestañas esto
que tus manos blancas
que tus pies desnudos
que tu gesto aquello
que mires así
que cantes un bolero
que te agarres el pecho
que vivas de eso.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Proyectil.

«Concebir un pensamiento, un solo y único pensamiento, pero que hiciese pedazos el universo.» Emil Cioran, El aciago demiurgo, 1969.

Llega la caída del sol
(previa muerte del sentido figurado)
asoman crepusculares
parecen humanos
tremolina farza embauco
sin cuerpo enfermo
sin temperamento
ni días ni pesado sueño
son polvareda
gemido del tiempo
palideciendo su piel de muerto

y una chispa que muerde
desde el cielo negro
la carne de los ojos secos
un hombre
precipitar constante
corre al desnudo infinito
corre a la nada cortante
al incendio al detrito
al chasquido que da paso a un segundo
y señala el aniquilamiento
de un primer momento
la vida es viento en lo negro
el tiempo ha muerto.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Haber sido nuevo.

¿Algún día diré Cuando era joven y todo era terrible
todo era mares espásticos

colmados de rayos incidentes
de lentes, de coagulo convulso
todo cápsulas de salvamento
todo atrofio huyendo

todo era sonrisa perezosa
todo era saber la desidia
contestar los golpes con insultos
contemplar el estupro vigilante
todo era irse por el recto
arañando los esfínteres

todo era algo sido, algo móvil
ido brumoso borracho
todo una mole lenta
hormigueando inmensa
todo maraña de ser concreto
                                                      difuso
diluido en tiempo de tormenta
todo tan objeto en la nada
todo era fuego, llama corriente
disturbio apacible
vibrante espiral de ser
que el mundo era, desde mi camisa,
una nada embravecida?

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Estragos.

Carroñera conciencia
pendenciera del tumulto
pirotecnia seminal
la sal con el azufre
las olas con los desiertos
los hombres emplumados
con sus monjas recocidas
las babas del ministro
cuelgan hasta el manuscrito
las palabras que se sueltan carniceras
sobre el cuello fornicado
de la dama infecta
la de piel color cerumen
la de nalgas coloradas
putrefacta condición experta
vencida y canonizada.

viernes, 26 de octubre de 2012

El deseo mordaz.

Y Carne no se sacia nunca...
ella es el dedo pulgar del horror.
Tender al canibalismo es ella,
-carne de mi carne-
repito y no en vano
quiero llevármela a la boca.
Ese impulso,
constante y sistemático,
esa postura monstruosa
esa convulsiva compulsión por devorar
a esa otra esencia
que embriaga en parte al corazón
y, en otra,
somete la razón al desamparo.

Intruciones para dibujar a un hombre muerto (o Sobre el Arte).

Tome un hombre,
mátelo.
Eso que usted ve,
incluso esa culpa
que asoma burda,
y la expresión de su espalda,
ese es su dibujo*.

*Para comenzar el acto creativo, daré los elementos necesarios para su confección:

         El hombre: el hombre puede ser cualquier sujeto perteneciente a la especie humana, perteneciente en el sentido biológico del asunto o incluso semejante en su forma (puede tratarse de un chimpancé con camisa blanca, si es que usted se siente de un tono más avant garde, no quiere decir esto que usted vaya a hacer nada nuevo). Este hombre puede ser de la estatura, peso y color que desee, incluso, si quiere usted ser más imbécil, podría tratarse de una mujer.
         El arma: puede ésta bien ser un arma blanca, un arma de fuego, una herramienta de tortura, un instrumento musical, un discurso académico, un objeto romo, y casi cualquier adminiculo, objeto o artefacto que usted sienta pertinente. Para una pieza más abstracta podría tratarse como arma alguna emoción. Ya sea de orden tanático o erótico, lo importante es el sentido de "objeto para dar muerte", más allá de lo caprichosa que pueda ser la asociación conceptual.
         La muerte: ahora bien, este es el elemento más importante y en el que consistirá la pieza, tanto su precedente como su consecuencia, por tanto deberá ser tratado con seriedad y agudeza (mayor o menor será el rigor según quiera usted pertenecer a unas u otras agrupaciones de pretensión artística).
         Será juzgada su obra según: el nivel de orden con que cometa el acto y con el que se disponga la escena, la planeación o espontaneidad con que se cometa el acto, si usted vomita luego o si mantiene la compostura, la clase de arma y de hombre elegidos para el hecho artístico, su temperatura corporal, su temperamento, su destreza (según sea su intención), y, por supuesto, la justificación por escrito de cada uno de los micro o macro sucesos acontecidos antes, durante y luego de la muerte.

sábado, 13 de octubre de 2012

Sonido.

Arrancan vinagre al olimpo
los gritos palindrómicos
y la cromática horca de los niños alegres.

Qué vergüenza la comedia
y que angustia el ostracismo,
qué costra y repelús el hombre de bien.

Cómo aprietan los dedos sin uñas
objetan las manchas, sucumben proféticas
se arrojan a la guerra las doncellas.

Los ojos esféricos se configuran terribles
en los huecos negrísimos en medio
del rostro atacado del horror.

Los dientes rojos que asoman
son el hambre que se alza gregaria
bestia de las caricias otras
oponente infinita del sujeto
succión indisciplinada del mundo.

El muerto: las rodillas rotas de ocaso
curvado el lomo tendido blanco
boca abajo en tierra húmeda, fértil
la cabeza desesperada en el poso
grita insostenible (a punto de romper)
por poco derramado en el grito
(quebrándose): ¡¿Están vivos ahí afuera?!

miércoles, 3 de octubre de 2012

Entérico.

Las semillas de los álamos
en los hombros sin hombreras
y el sol en la solapa tranquila.

Aroma tan fresco
después del viento violento
olor de enormes fosas nasales,
de claror en los omóplatos
y de carnes abiertas de pino.

Bocanadas de aire
y humo cerúleo seductor.

Burbujas de saliva
que le bajan por la espina,
y rodeándole la pierna,
le suben por la rodilla
y le rosan los muslos
que deliran prados incendiados
y un otoño de manos muertas.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Damocles.

Come algo Damocles, por favor. Si no hubiese sido el justo Dioniso, si hubieses sido tú, quien habiendo dejado crecer por largo tiempo un único cabello en tu asquerosa cabeza adornada por babas y pústulas, lo hubieras lanzado sobre una viga para sostener tu propia espada. Cobarde. La que ahora no te deja probar bocado, sería tuya. De ese modo... ¿Por qué no habrías de gozar de los más finos manjares, y por qué no habrías de darte a los más lascivos festines, por qué no arrasar la mesa con tus fauces, y por qué no arrobarte dentro y fuera de las hermosas doncellas, y afanarte en los placeres más perversos? Si hubieses colgado valiente tu espalda furiosa sobre tu cabeza, sería en tus manos tu apetito.

martes, 18 de septiembre de 2012

Y si de pronto.

Era otro aquel
era yo mirándote
corriendo tras mi parietal
corriendo para saltar
de mis ojos a los tuyos
de gritos que dan lo fulgurante
a las estrellas que salpican
tus labios flama fascinante
y si de pronto en tus ojos
una agitación de tus lágrimas
colisión en mis párpados
un quebrarse...
y sangrar agua salada.

Y una última bendición...

             La vida con el horizonte al cuello. Morir chistando algo que pesa. Ir en la canoa con el muerto amarillo de fiebre, ya soltando pus por los costados. La muerte tras toda puerta, y la vida que, en un macabro envilecimiento, no atreve pasos en la sombra.
             Enfermar los ojos contra un muro blanco y teñir de vida esa burda masa inmóvil. Caminar la selva con la mierda pesando en los bolsillos, los pantalones cayendo y seguir con los pasos más torpes y más firmes y más lentos y más pasos.  Tiene ya mucho de cadáver el espectador que recibe un mundo muerto de cosas que se recuestan en sus ojos tiesos. El borracho clava la mirada que divagaba niña muchos años atrás.
             El pánico atrapa los muslos dulces, cubiertos de almíbar, en el cemento maníaco. Una mano atrapa a la otra y los rostros en el suelo que se moja de saliva, alguno aún se retuerce y es procesado, embastado y extraditado a la dimensión objetal con un sello y un formulario.
             La sangre corre en las venas, desde las venas, por los pezones, vientre abajo, gotea en los codos, llena el cerebro medio y la sala de máquinas no tiene desangre. Las bombas caen, o suben por la tráquea y se sueltan inocentes como niños muertos que se despedazan a los pies de su madre. Todo esto y la señora que aporrea con resoplidos esa vida congénita.

Así era entonces.

            Erase una vez, cuando el mundo era más hermoso y tranquilo. Y se cortaba el dedo que se movía, y se extraía lo disfuncional. En aquel campo yermo rebosante de temor, en esa tranquila y suave lluvia de azotes en las nalgas, entre los bigotes que blandían cinturones, padres bastardos de sus propios hijos, cometiendo en las bellas noches de verano, bajo los más frondosos olivos, las más pulcras y finas violaciones, los más sublimes y admirables abusos. Oh, en aquellos magníficos tiempos de guerra, cuando el hombre aún cometía y reincidía en las buenas costumbres; cubría el orbe de esplendorosa podredumbre y paseaba chapoteando las botas en la mierda, y era público en el cadalso, la horca: los pies en péndulo, la irónica eyaculación; así era entonces, cuando el hombre más se amaba.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Nada.

Cuando comencé a morir no hubo escándalo. Una mirada a mi cuerpo intacto les devolvía el habla y la calma, y los enviaba de un golpe seco al mundo de las preguntas. Preguntas que se erguían como neblina sobre mis hombros ante sus miradas, aún estupefactas en cierto grado.
-Pero... ¿cómo? si…
-¿Y cómo no...?
Enseguida tenía lugar la danza de los suspiros, desencantados se soltaban dando medias vueltas sobre el pié derecho, mirando las paredes blancas como ajenas, el cielo despejado y pobre, dando un paseo senil con la mirada más pueril y vaga, buscando esas respuestas divinas que nunca me importaron. Yo era ya parte de ese universo de materia muda. Era ese aspecto inorgánico, el que sólo entraña misterios y no se responsabiliza de la cuestión humana, de su curiosidad o de su insaciable recital de preguntas.
Venía yo, así de desganado e imbécil, a destruir por completo la calma racional ya tan instalada, con respecto a mí, en las pocas personas que me rodeaban. Uno por uno iban cayendo y dando sus dientes contra el desconcierto, rompiendo a llorar los ojos contra la materia oscura del otro lado del telescopio.
Mi cara invariable de pasiva obsolescencia era tan dura que algunos la rehuían tras ser bestialmente golpeados por ella. Mi mirada tan plana levantaba paredes de bocas abiertas y estalagmitas del llanto incontrolable que brota de la rabia, lágrimas sin pena, enojadas.
No tardó mucho en llegar el momento en que todos estaban ya en el infierno de mi deceso. Incluso llegó antes de que yo mismo hundiera mi cara en eso otro de mí, en esa nada no-ente que no admite sensación o juicio, que aturde con su atronadora inexistencia, y que viene vociferando calurosamente su pretendida inocuidad.
Esos pocos que se quedaron con los ojos en el suelo, me enterraron antes de tiempo, mucho antes, no sé cuanto, en el momento en que se disipó la duda irresoluble, cuando se desvaneció la rabia y la poca pena que no se comprendía. La vida volvió a la normalidad mientras yo seguía ahí, me ignoraban, ya empezaban a molestarse con mi presencia.
            -¿Cuándo te vas a enfriar de una vez?- preguntó mi padre con tono de reclamo insensato, un martes cerca de las ocho de la mañana.
–Esas cosas se saben bastante tarde ¿no te parece?- le conteste viendo como iba enojando y avergonzando su cara al mismo tiempo.
            No sé cuánto tiempo pasó, le di mi reloj barato a un tipo que bajaba de un auto caro cerca de la costa –Atrasa un minuto por semana- le dije, y lo vi morir del desconcierto. Me pasé varias noches yendo a escuchar a un saxofonista en la calle, ciego, tocaba bastante bien por unas monedas. No le di ni una, no tenía. Estuve ahí, mirando a las personas pasar y revisar los bolsillos cobardemente para no parecer los cerdos que eran. Unos niños se divertían dejando caer tornillos en las monedas, no lo engañaban, después de horas noté que el sonido era muy distinto.
Extrañé la risa de ella, no la volví a ver, no podía hacerle eso, ella siempre creyó que había muerto de un golpe, sin sala de espera, ni largo pasillo, ni tono de marcar, ni cigarrillos consumiéndose en los ceniceros con arabescos de humo blanco. Yo me paraba en una esquina muy transitada para ver como pasaba sin que ella pudiera verme. Al principio me dolían sus ojos rojos, con los días volvieron a la normalidad, pero algo no era igual, sobre todo el incontrolable impulso por correr hasta ella, las lágrimas casi no me dejaba verla, me mordía las manos, apretaba los dientes para no escupirme de bronca, sólo ella me volvía al dolor de la vida.
Por lo demás, mis días apestaban a un vacío inconmensurable, era un hueco lleno de pus en el espacio-tiempo. Parecía no ser mundo. Ahora supongo que me debo haber ido desvaneciendo paulatinamente. Sobre todo porque mi madre parece ya no verme sin empeñarse realmente. Hace un par de días me paré enfrente de ella en la esquina donde siempre la veía pasar, se llevó la mano a la cara y se le cayó una exhalación de un dolor horrible, creyó estar recordándome. Ahora que termino de extinguirme, lamento el no poder extrañarla.

domingo, 26 de agosto de 2012

El cadalso.

Confundir un momento la mirada
como la hoja de acero cayendo
recta y difusa huyendo

un momento de aire helado
dos espacios vacíos
un millón de chirridos

doblar los codos uniendo los dedos
y abrir la camisa
en un sólo movimiento

la velocidad de la guillotina sin asco
el sonido de la sangre en el aire
corriendo a jugar calle abajo

la cuchilla plana como la mirada del niño
la madera empapada en sangre
llena de espasmo y crujido.

jueves, 23 de agosto de 2012

Retrato Nº3455

Preciosa como la última lágrima
como dedos fríos y ojos que me estacan
como la primera sonrisa de la primavera
como un árbol en flor callado en la pradera.

viernes, 17 de agosto de 2012

Otredad.

El trueno y la queja de los vidrios
un momento
inmóvil frente a la lluvia
y lo primero que evoco
es la vida clara saliendo de tus ojos
y mis ojos a media luz
los brazos que te aprietan
un fluido que brilla como una galaxia
manos que confluyen con los cuerpos
rostros que encajan como piezas
dedos que se encuentran
rodillas, antebrazos
pies que no se encuentran
vivir en tu respiración
abandonar la oquedad
caminar la lluvia imberbe
mirar con ojos blandos
el viento que sopla entre las rocas
correr a todo tu pelo
toda tu suavidad
adorar todo tu infierno.

miércoles, 1 de agosto de 2012

De pronto.

Hay en mi cara las miradas de otros
corren por tu antebrazo en lineas azules
se liquidan unas a otras en mis hombros
saltan al vacío desde tu voz lozana
descubren algo siniestro en mí
otra vez de ese color
de pronto se retiran de la guerra
vienen a vocear la ternura
se llenan todas las manos de ponto
se aturden todos los vocablos
de pronto un limpiar los conductos
un respirar mojado
de pronto un final de ojos limpios.

Cuestión.

IV

       Dejarse ir por toda esa ternura de uñas crecidas, esa conmoción dentada y tan profunda que le arrojaba hacia afuera, para romperle el cuello, sería en este instante un acto del más frondoso amor.
       André, atormentado, no se sabe amante, no se concibe sino bestia desarrapada, no se figura su rostros sonriendo al lado de suyo también sonriente. André se ve tan árido y tan pobre que no aventura siquiera el abandono de su espíritu, el darse a la soledad por completo, pero tampoco puede conservar esa mano en la suya, no puede darle calor, no puede darle ese aroma dulce, no puede embriagarla en esos tragos más que besos, tan lentos, incendiarios, húmedos, tan ajenos y, por eso, tan duros como su mirada, su mirada de otro.
    André cree firme. André puede romperle la mano si no encuentra otro punto, otro lugar a donde enviar toda esa pasión, toda esa fuerza carnívora, es ímpetu dactilar, ese aire aniquilador, esa tormenta sorda. Cada vez que la mira, evita parpadear por miedo a perder la vista, cada vez que se rozan puede perder la vida en un espasmo. André tiene esa mirada, la mirada trágica de quien sabe que fue un error atroz, con espantoso futuro, amarrar a la bestia.
        André no teme, pero sabe que deberá descuidarse en algún momento. Las bestias sólo son amarradas para soltarse. Las bestias sólo se sueltan en pos de la más ciega destrucción, se mira las manos temblando -tal vez, esa destrucción, pueda ser hermosa- piensa a tientas congelado por las imágenes.
       Sólo puede pensar en devorarla, tomarla por el brazo izquierdo con la mano derecha y por el cuello con la izquierda, morder sobre su hombro y desgarrar su hermosa piel de amanecer claro, hundir su nariz monstruosa en la tibieza de la sangre más dulce, licor granate casi negro, que ya brota hacia su pecho algodonado y retorcido, introducirse en esa misma tibieza de su piel perfumada, bajo ella y en ella, por entre su cabello, fundirse... pero apenas logra destrozar aquella belleza con sus fauces imperfectas, monstruo luctuoso, presionando los restos en reclamo desesperado, torpe, inocentemente despiadado.
-¡No!- abre los ojos, apenas logra arrojar un abrazo apretado y dar el tabique en su hombro con un tenor de muerte debida, y un suspiro de vida recobrada, con aire de momento fenecido.

De aquella vez.

        Mi mano, mi vermout y el pelo tan largo. Yuxtapuestos, ensimismados. Nuestros dedos roscados, dentados, se enredan con la torpeza del alcohol y el poco espacio de mi bolsillo derecho.
        Nuestros: soluto y solvente. Danzar de vocablos y tono suave que reposa en mi tímpano. Mirares nocturnos, y esas manos disolviendo mis nudos, mis calcificaciones, dándole forma a esta bola carmín parmenídea; lejanía del mar negro en la noche y en la cuidad de luces amarillas.
       Mi tacto difícil, aromas desvanecidos, y el sopor alcohólico me pierde el cuerpo, y los clorhidratos lo regresan; humos amables, extraños compañeros, y las alturas, las sombras en la negrura; la risión, hablando en poesía traslúcida, subyacente.
       Y manos que vienen, escaleras arriba, escaleras abajo y parar para vivir un poco en el descanso (en el mismo mármol).
       Caminando piramidal. Y vivir hasta después del amanecer, y seguir girando, y ser binomio y comer carne y miradas rojas, disminuidas; en el centro de la metrópolis (lejos de todo); y dormir casi un minuto en mi hombro que balbucea.
       Y se me enfría el espinazo en cuanto procedo, me arrepiento del saludo simplón, de la seña, y de que se detenga, de la escalera de metal, de caminar al fondo del pasillo, y de los ojos un poco más vivos mirando a través de la ventana blanquecina de mugre, y de ella irse cruzando la calle y haciéndose más blanca hasta doblar la esquina.

lunes, 30 de julio de 2012

Despedida.

Dama insondable, me retiro
mas no para siempre
me retiro por corto tramo
no he de actuar
como un hombre de buen dormir
he de vivir a los tumbos
de rincón en rincón
habré de andar
por aquellos mundos oscuros
de ultragnosis
buscando
palpando con las manos
el camino de regreso
como esa maraña de calambres
que recobra la vida
a medias cada mañana
ese escombro roído
ese hombre de la nada
que camina sin recuerdos.

martes, 24 de julio de 2012

No diga nada.

       Siempre tuve el mismo problema con las puestas de sol, ni así mis ojos soportan al sol, sólo puedo ver los alrededores del cielo, los naranjas, las nubes salmón, sentir el frío que entra como manos blancas en lo tibio, puedo ver todos los colores, o eso creyó el tipo del examen con aquél aparato.
       Siempre odié profundamente los paraguas. ¿Qué puede hacer la lluvia en nuestra contra? ¿Creen realmente que ese artefacto de laminas metálicas plegadas y plástico tejido podría parar al agua si verdaderamente se pusiera en nuestra contra? Los paraguas no son para el agua, nunca me creí el cuento, sé que tratan de cegarme -¡Señora! Más cuidado...- lo intentan cada vez que llueve.
       Siempre me molesto la afectividad fraterna. No la entiendo, lo que no implica no saber sostenerla, es un medio paso trancado que no deja nunca de ser extraño, excepto cuando deja de importar o cuando se concluye el paso y pasa a tener forma de amor tranquilo, sabido. Esa tácita reciprocidad que lo precede no tiene de dónde sostenerse, ¿qué puede tener de tácito un querer?
       Siempre vi los tobillos de las personas al caminar, y es muy difícil tratar de verlos, uno a uno, cada vez que un pie se posa en el suelo. Me acuerdo ahora de ella, a contra luz de un crepúsculo, los pies separados por el ancho de los hombros, las manos con dedos enredadas sobre los glúteos, moviendo un poco la rodilla derecha, el pelo a la altura de los codos, por supuesto que cubre los hombros, esa figura oscura y despreocupada por delante del crepúsculo... pero sobre todo los pies separados por el ancho de los hombros, por alguna razón eso me fascina.
       Siempre supe que no hay dos manos iguales, no hay nada, nunca hubo algo como lo igual, es simplemente torpe pretender identidad. No me parezco a mi mismo de una semana a la otra, ¿cómo podría enunciar yo he sin titubear? sería una imprecisión, lo saben bien. En todo caso la precisión es mucho más nula que la identidad, por lo tanto no diga nada, será algo viejo cuando lo diga.
       Todo muere, señora, se lo dije hace tiempo.

viernes, 20 de julio de 2012

A la esperanza.

Hay que darle espacio al azar en la conciencia, ¿nuestra vida es todo lo que hacemos? no, no podrías explicar ni siquiera tus meñiques con esa fantochada, no acabas de decidir el universo, en todo caso: no entiendo porque las personas se ven todo el tiempo como si estuviesen fuera del mundo, como si fuesen espectadores, voces en off, un puto dios en calzoncillos y pantuflas que fuma mientras nos mutila en la pantalla de su gameboy. Cómo podríamos decidir algo ajeno al mundo, sea justicia, verdad o bien, no hay forma, no existen tales cosas, no hay cosa humana que no sea un artificio, ¿pensar sobre el mundo como si fuese un lienzo? eso sólo lo puede pronunciar un pintor disléxico con problemas para quedarse callado mientras vende sus pinturas. Voy a que no se puede morir así tan decididamente, esa no es la vida que llevas, o no se la puede percibir así, no si se la intenta entender o llevar en alguna dirección (a fornicar sobre la mesa de la cocina, al lado del pan duro que ayer no pudiste comer porque la resaca era increíble), y tampoco es que se puedan realizar alguna de éstas dos cosas. No se puede vivir como si pudiésemos saber algo realmente verdadero y como si todo fuese infinitamente valioso ni sagrado, sin embargo, muchos parecen embriagarse con la idea de morir así, antes de apagarse. Así es que vivir parece tener algo más que ver con construir que sólo con presenciar... ¿Realmente no ven que no son Adán ni Eva, que ya millones de generaciones humanas construyeron todo lo que sus conciencias pudiesen intentar tantear con las yemas de los dedos? No ven que no se construye sin ser construido, sin haber sido construido ni siquiera sin reconstruirse ¿Nunca se percataron de cuántas veces la humanidad se ha tirado al suelo para volver desde los cimientos a construirse, y volver a fracasar...?

sábado, 14 de julio de 2012

Adulterado.

Los pasos mundanos que suenan
la mugre en los tacos estacionada
las peleas de los vecinos anoche
en el valle de sus miradas

el barro que descansa afuera
y la lluvia de hace días en los vidrios
las manos frías recién lavadas
ella néctar que se me pega en la cara

ella que se derrama toda
sobre un mismo punto
se acumula en el suspenso de las esferas
perdida en alguna parte de esa negrura

ella más tierna que el fuego último
que me abrasa como la nada
que la deambulo con fiebre inversa
tendido en la blancura manchada.

sábado, 7 de julio de 2012

Los destinos del siniestro.

Viajar para conocer Asia, Europa, África, Oceanía, América... No, explorar lo que construye el ser humano en el mundo externo no me excita, y ni mencionar que para ser visto como foráneo me vasta con abrir la boca. 
Viajar para conocer a las personas y contactar con lo más heterogéneo de la condición humana... No, si es que la condición humana es ese mar de desechos que se desgarra a sí mismo, por imponerse, por adaptarse a la imposición... y somos los pobres intentos por no morir, me vasta con vivir mis días entre ustedes, las utilidades y los formalismos que los acunan viscosamente.
Pero voy a preguntarme: ¿todo lo intrépido fue a morir escondido en una covacha? ¿Dónde quedó el espíritu de búsqueda y conquista? Seguro que no se está distrayendo en paseos pueriles, ni caminatas por entre los pobres, para que no se me tache de altruista, filántropo, hombre de buena fe y quién sabe qué otras terribles injurias. En todo caso, si lo intrépido va por ahí, casi no caminará. Lo intrépido, según sé, se detendrá en cada uno de los rostros flacos a despertar calambres e inquietudes, a desatar deseos y para abrir manos de palmas que no conocían sus dedos.
Por mi parte prefiero un viaje intrépido a las tierras de ultra-parietal antes que las de ultramar, no hay lugar más lejano que los abismos personales, ni más ajeno que las llanuras psíquicas, ni intentar con algo más increíble que las montañas que el sujeto acumula en el paisaje vasto de su memoria. No existe población más grotesca, excéntrica, estrafalaria, chocante y pintoresca que la de la propia mente, siempre pujante, siempre merodeando la inventiva, la lujuria de la forma, la faena del intelecto. No hay escena más sorprendente ni fauna más repulsiva, maravillosa, intrincada y letal. No existe experiencia más alta, no hay un petulante que no caiga de rodillas ante sus sueños más hermosos, como no hay un guerrero que no lloriquee entre sus pesadillas como una niña que podría ser mi propia hija. Azorados iremos por completo, impávidos, los ojos no darán crédito, garantía ni se harán responsables, ya que estarán radicalmente desconectados de nuestros cuerpos tremulantes, hincados y precarios. Las escenas conmueven aún al más siniestro y aterrorizan al más sádico de los monstruos.
Sí quiero viajar a la locura, en un barco de piedra, con la camisa de fuerza atada a la cintura, fumando el tabaco más dulce de la pipa más curva, vistiendo un chaleco rojo, corto, de seda, con detalles dorados y unos colgajos de tela por pantalones. El capitán un tipo frío, pero un amante sin remedio, la tripulación una panda de borrachos cantores de la peor calaña, y los pasajeros todos mis habitantes, mis goces y penurias.
Que al llegar me reciba la incomodidad vestida de calambre, y balanceando un hacha sobre su enorme nariz, me bese en los labios frondosamente. Luego la rutina de quién visita, charlas de silencios con mi memoria, abrazos espantosos con el amor, gestos de amenaza para mi ego y miradas de recelo con todos los demás, más allá, una sonrisa de sarcasmo y comprensión para mis ideales.
Cuando vuelva quiero que me reciban con un golpe duro en la cara, válganse de lo que puedan, un pedazo de madera, una barra de acero sin esterilizar... que yo voy a procurar devolver una sonrisa, y luego el llanto más largo y hondo y ahogado que puedan aceptar sus órganos perceptivos en conjunto.

jueves, 5 de julio de 2012

Adelfa D'autres.

Que vengas caminando por los charcos
dando pasos pesados en hastío
y que me mires con esos ojos duros
y tu disfraz de puta triste mal pintada...
de rota paupérrima en tacos viejos
medias rotas y maquillaje barato...
que cruces la calle mirándote la pena
y que no mires el cielo
ni nada a más de un metro
y te vuelvas gris chorreando gritos
soplando ahogos... y mintiendo
mintiendo sobre todo, sonriendo...
que hables entre los puchos 
que se pintan de rojo en tu beso
y que no te digas, que no te mires
todos los días más amarillenta
y de vez en cuando más triste
y todos los jueves más lenta...
que te veas desvencijada y firme
inagotable carne magullada de fiera en fiera.

lunes, 25 de junio de 2012

Charla con la trilladora.

-Yo tengo un buzo de lanas que me hace sentir como una loca, y una calabaza bien dorada al horno, si no fuera por el condenado linaje que lleva impregnado, un linaje amputado, desconocido, engrampado a la fuerza, quisiera sacarmelo, gritar.. este olor no es mio! tirarlo al suelo pisarlo, dar un suspiro de alivio, pero tengo frio, y pereza, la falta de voluntad me pesa y este buzo me lleva a todas partes, no lo llevo a el, el me lleva.

-Lana en los muslos helados, desnudos, pelos de punta que serían, manos un poco enojadas, pies de lástima y ojos desconformes. Esa no era tu idea.


-¿Y que vas a hacer?

-¿¡Quién lo hubiera dicho!?

-Que la chia es chica y luego de remojada parece un huevo de pez, ¡transparente!.

-Eso no aparece en las enciclopédias, ni en los grandes tratados filosóficos. No viene de regalo con las barras de chocolate ni lo invita la casa junto con el cortado. ¿dónde estaban esas manos...?

-Ya veremos que haremos, todo se apaciguará, todo saldrá bien, debemos encontrar refugio, en los viejos mercados de la ciudad vieja.

-Con los dedos abrazados por una mugre negra, y las mejillas heladas, y los dedos quietos. No vamos a ninguna parte, no hay como alcanzarte.

-Así, con el tiempo y la vida pasajera atravesando almas desamparadas, le daremos una patada, sonreiremos, saltaremos los obstáculos, siempre podremos encariñarnos a estudiar esas manos congeladas...

-Recorrer la una a la otra, sabiendo que cada palabra se pierde en la nada apenas ser mencionada, y que no hay lugares donde posar palabras duraderas... la contingencia de sentido es un hecho terrible, todo al viento, él lo barre todo, él lo acumula en su nada especial, algodonada, de dulzura nefasta.

-Se me drenó el relleno de hilos... se hicieron varios nuditos, y pues, también los perdí, de cualquier manera procurare nunca dejar de hablar así. Y ahí planto mi bandera. Liricolandia flotando en una nada, levemente perfumada de madreselvas holográficas... en Tu nada querido, pues te doy toda la razón...

-Es hermoso y tremendo este mundo que ya no sabe como fugar, como escaparse de mis manos, ahora es mi desmemoria, pero siempre fue el tiempo.

-"Y se iza el banderín nacional, el resto de los banderines de colores flamean en las callejuelas, una oleada de aplausos, clap clap clap!! fervientes de alegría", el relator esta histérico, resuenan en tu oído, pero uno siempre en defecto, se pone las orejeras (en su atributo, auriculares)

-Todas: palabras que se van, apenas tocan la realidad, sólo al pasar, y no dejan marcas sino en nosotros, ¿será que nos lo inventamos todo?

-Sí, ¿no será que esto no es real...? ¿qué es real? la superposición del tiempo no puede ser real, ¿será que estoy loca? ¿tú existes? o estoy muerta tal vez, seremos elementos de una especie de limbo atravesado entre dos mundos, pero en ese caso, como viene la mano, no existirían dos mundos. ¡Nuestra cabezita! siempre tan limitada, y cuanto mas se quiere abstraer catapash auch auch, te enganchan con un anzuelo, y te miran a los ojos, te hacen burlas de lo feo que sos, se ríen, piensan, porque estoy hablando con este, que ya lo maté, estoy loco. te destripan, y a pesar de todo vos seguís vivo, y hubo un dolor, que no te dejó ser libre.

-No hay por qué renegar del mundo que no vemos, pero no hay tampoco razones para preocuparse por él, importa muy poca mierda qué es del mundo, qué será, o qué desayunó la semana pasada... Estamos arrodillados en la tierra ahora, y en esos punzantes estímulos externos, en esa luz tamizada por los ojos, esos aromas diluidos, en esas caricias, o cortes, del viento... estamos en un mundo. El problema de la realidad es un problema de seguridad, de tener todas las entradas cubiertas, y... si pudieran existir cosas que no censamos, el mismo miedo a la ceguera las inventa, y entonces adoramos la ceguera, porque aparenta ser un panorama íntegramente cognoscible. Es todo cuestión de dejar las puertas abiertas, sin cubrir, que la casa se oree...


-He has dejado sin palabras, querido amigo, porque a pesar de lo poco que te he conocido, solo espero ver aun siempre mas camino, hacia delante, por la desnuda carretera, he de llamarte, amigo, porque considero que eres genuino, y que entiendes porciones de esto, o digamos de todo, porque desmuestras tu credulidad y me convences, de que todo lo que dices es cierto, tan cierto, porque no amarras.

-Me has dejado con palabras, querida amiga, y te lo agradezco mucho, porque a pesar de lo poco que te he conocido, siempre te apareces a desbloquearme, y he de llamarte amiga, porque simplemente se me antoja justo, me apetece, me parece lo más adecuado, gracias porque esto no fue un intercambio, trilladora, que siembra vocablos helicoidales para la memoria. No te inquiete descubrirte, develarte ni aún desvelarte.

miércoles, 20 de junio de 2012

Palinodia anodina.

Le he hecho mucho mal señor, o dama insondable, discúlpeme. No soy tan siniestro, no es que no tenga alivio, sabe que aunque sea una masa opaca, casi impenetrable, tengo tiempo de ternura o manos tibias. Es que soy un ser oblicuo, entiéndeme señor, o créame dama insondable. Ayer vi mi error, este recalcitrante sacrilegio, me invadió la fiebre, el asco, furia contra mi mismo. Vi que se está convirtiendo en mí, ayer noté que le quedan mis zapatos, que mi saco hace juego con tus omóplatos, o sus hermosos hombros dama insondable; que sus ojos empiezan a posarse en la misma nada que los míos, y que se queda callado, o que no me sonríe dama insondable, porque no hay que dar noticia de lo que ambos acabamos de pensar. He visto ayer, que al marcharse, caminaba con mi paso desganado, con mi paso derecho más largo, con mis manos en los bolsillos. Y yo sé, señor, que se queda en silencio, mirando el techo antes de dormir, a veces durante horas, o que pronto sucederá dama insondable. Me apena mucho haber invadido y corrompido su ir por el mundo, esto ha de ser irremediable, ya que uso tinta de buena calidad, porque en eso no soy nada económico. No sé qué otra cosa podría hacer además de disculparme hasta el mismo día en que vayamos a morir del mismo modo; podría llorar aquí mismo un charco que engendrase un dios de platino que pudiera perdonarme, pero sería un atrevimiento intentarlo, señor, o dama insondable. Sé que entiende mi angustia, y por eso mismo sé también que no puede perdonarme, sé que está yendo con mis pies, y este ir no me perdona. Usted se pierde entre mí señor, sus hermosas palabras en mis términos, dama insondable. Eso no puede perdonarse jamás. Yo lo he asesinado señor, esto ha sido un crimen pasional, oh, mi dama insondable.

jueves, 14 de junio de 2012

Anatomía de la distracción.

        La epistemología en la mesa, luego Freud socarrón macabro y Watson poligonal. El café más negro de tu vida y del otro lado del mundo de esta sala: los cuadernos viejos de mi padre, hojas amarillas y birome azul en esa caligrafía impecable de los años setenta; cámaras de fotos del sesenta y pico, una gorra de veterano marrón a cuadros, tubo de ensayo relleno de botones de colores, mil veintinueve cachivaches con historia própia, figuritas de hace treinta años y revistas de la infancia de mis tíos, la papelera vacía y mi bajo esperando, las películas de Chaplin y un reloj a cuerda que ya no funciona (porque tuve que destriparlo). Navajas de afeitar, encendedor, un candado roto y un casquillo de nueve milímetros, rulemanes, ungüentos milenarios, tubinos de hilo rojo, blanco y negro, un cuentagotas, un soldadito de plástico, dos clavos, las llaves de las mil puertas que contienen esta sala. Libros en las estanterías, en mi mesa de luz otros tantos, en la mesa del centro de la sala, en el sillón que uso como depósito, los hilos con los que juega ese gato negro que duerme en mi falda, que debe preguntarse por qué tanto ruido con esas teclas, mis negativos archivados en otro estante, perfumes que nunca usé, que a veces uso, que se terminaron, mi antigua mamadera de vidrio (de las que no hay más) diccionarios, español, ingles, filosofía (idioma extraño si los hay), francés... el de alemán no, es muy chico y prefiero llevarlo en el bolso, como cruzar la calle de la mano... mil enciclopedias de mi infancia fiduciaria, ese casco rojo que ganó mi madre en una rifa, siendo que no existe ocasión alguna en la que pueda ser usado por integrantes de este hogar... kilos de papel, cientos de acres de bosque masacrado en mi favor, pelotitas de goma, mi camisa a cuadros, una tuerca y un pincel, fotocopias, libros de verdad, la mesa otra vez, los mil discos compactos de vez en cuando husmeo en busca de infancia, las fotos de mi viejo, las pinturas del amigo, ¡y los vinilos! hurra por ellos... el de Totem me mira desde arriba del toca discos que nació antes que yo... los otros discos negros ahí escondidos bajo el papel de regalo marrón, con detalles de ramitas, con esa lámpara encima que siempre se cae... , con algunos álbumes de fotos rodeándolo todo... los cassettes en los estantes y en las bolsas de papel marrón, por miles, algunos comprados, otros copiados y otra vez la birome azul... los sillones de siempre, de toda la vida, las flores de plástico que siempre odie, caracoles, piedras y restos de cangrejos, todo en frascos, desde las playas de quién sabe dónde, y más libros, y revistas y diarios, y eso que hizo pedazos el perro, y los hilos con los que juega el gato negro, este que ya no duerme, que salta como si estuviesen en guerra sus patas entre sí.
        Otra vez el Inconsciente y la obligación, y mañana hay que saber, y cuantificarán mi sabiduría, y seré número y concepto, y seré una historia suprimida en un signo, una sombra de tinta... y me brotará una explicación gestual de pedir perdón y pensaré mandar al carajo todo y no hacerlo y patalear carne adentro... hasta que vuelva a esta sala y este gato negro me reciba abrazándome las piernas con garras animosas, y todo sea mis libros y mis cosas y mi aroma y mi cueva cálida... mientras, dejándose oscurecer otra vez, pueda ser martes sin que importe, y que el almanaque se aburra de tironearme del cuello de la camisa, por que no soy el de ayer, soy su hijo malogrado, parido en sueños que jamás recuerdo, en esas noches que a gatas duermo, en las que perfectamente podría estar muerto.

lunes, 11 de junio de 2012

Amores viejos

Gente llorando a gritos
entre y desde los edificios
el camino
largo como la víspera del sueño
y como el plañir de aquellos años
la mirada
fría como el aroma de tus manos.
Pero lo recuerdo
esta vez lo recuerdo, es como tocarte
recuerdo soñar con abril entre tus ojos
tu voz, tus manos
vivo en las gotas que abandonan
esos ojos, ahora inundados
esa voz, quebrada en mil espejos
esas manos, empapadas
y suplico un claro en tu memoria
y en tu boca
en tus tormentas, entre tus palabras.

miércoles, 6 de junio de 2012

Caminan asediando mil idiotas, locos, obsecuentes.

La ubicuidad aparente de la luz
no es más que tu lentitud
lentitud complaciente como café tibio
y yo que siempre estoy ahí, con minúscula
con los horizontes torcidos...
¿y no es eso oscuro...? no es él ni ella
es lo cavilante, lo crepuscular
la nocturnidad no es mi especialidad
el despertarme molido, ese es mi talento
y no ella, poesía gangrena, mugre de papel
bailar para no estar muerto
¿Cuanto sentido tendrá negarse a morir?
las pruebas me brotan:
Lo wagneriano, quemarse a lo bonzo
lo real de la fantasía
y que no hay mejor licor que un viento frío...
Por ahora el tiempo se va
fuga inverosímil, encerrando un presente inefable
pero se va mirando sorbe su hombro
esperando despedidas y tu mano saludando.

lunes, 4 de junio de 2012

Mullir.

Cuna y danzares trémolos
espacios cubiertos de espuma
esferas claras de tus senos
ojos cerrados en bruma
caer de hojas retengo
manos gentiles y premuras
ver el alba en los espejos
las zonas de la ternura
descorre mi mano tu velo
tu sueño de lenta frescura.

jueves, 31 de mayo de 2012

Cuestión.

III
        André duerme, y despierta. Y otra vez duerme y vuelve a despertar consecutivamente, aunque a veces duerma dos veces sin despertar en medio (al menos no en apariencias).
       Pero al final, despierta, y aunque descansa su cuerpo, desde el límite de su cráneo hasta lo más profundo de su pulpa gris se cierne un sopor increíblemente denso, sus poblaciones internas viven en ráfagas de ciclones negros, inmersos en una sequía tan paradójica como terrible. Todo esto dura, en su porción más grave e insufrible, hasta al rededor dos o tres horas después de despertar, esto sea o no del todo.
       A la hora en que Lecho lo llama, André se siente cruzado en tierra santa, esperando dormir con cimitarras. Aunque André apenas lo sospecha de vez en cuando, mientras prepara café o mira pasar a la gente por la ventana, duerme entre dos horribles damas. Ellas lo acunan y lo torturan con igual ternura.
      André no lo sabe, pero ellas le suturan cada noche la sinapsis regular, y cauterizan los esfinteres, meten sus lenguas finísimas y heladas bordeando los ojos, a través del nervio óptico, y su saliva lo transporta y lo conduce por espasmos sangrientos, con paisaje de bestias desgarrando a sus hijos fantaseados, violando sus hipotéticos anhelos. Las damas abren su abdomen con negras y largas uñas, y le llenan la boca de sus intestinos y su propio desecho, y gozan las damas en esta danza convulsiva, se retuercen de placer lascivo, y llega el día y lo reparan con sumo amor... y lo devuelven casi como estaba, pero más sombra en las primeras horas.
      Y André no tiene memoria de sueños, de paisajes de algodón y pechos de lirio entre sus manos, de Amor claro como una tarde de octubre, no tiene memoria de tazas de té en la casa de Amor, y no hay más que una fina incomodidad pendiendo como hilo de semen en la punta de su cuerpo. En el último instante ulterior sentía un desplacer cáustico, sentía tomar una rosa por el tallo y rasgar la mano.
       André vive sin sueños, no tiene desagote su locura nocturna, ni su lisa sensatez diurna, pero se encuentra con sospechas de ultramar, del mar de sus sueños varados; se encuentra con la vida breve y llana como un soplar en el cuello de ella, aquella tal Quién-sabe; se encuentra con no poder abrir las manos y con besos en los párpados.

lunes, 28 de mayo de 2012

Fuego antiguo.

Fisuradas las entrañas
unidas por la noche
estériles y zancudas
gigantes vidas negras
oscuridad de animal
amaneciendo muy cerca
nublándolo todo
taciturno como él
ingenuo y aterrado
grave o tenue, siempre
único como su fuego
oscilante cavernoide.

viernes, 25 de mayo de 2012

La caída.

Se forma un charco. Está claro, esto sucede cuando un fluido se derrama, y esta sangre es uno de ellos; lo que indefectiblemente ocurrirá si la piel del cráneo sufre una herida perimortem; cosa que se sucede, en ocasiones, al impacto de dicho cráneo con el suelo (en caso de que éste sea firme y la caída se de sin resistencia de los miembros superiores); la caída mencionada ocurre con una aceleración de 9.81m/s2  (ubicándose cercano a la tierra), por lo que, dependiendo de la altura y el peso del sujeto, la caída será de mayor o menor gravedad; toda esta precipitación podrá sobrevenir en cualquier momento en el que falle el equilibrio o se desplace el centro de gravedad del sujeto más allá de cierto ángulo con respecto del suelo y con el punto de apoyo como centro; ésto último ha ocurrido en nuestro caso concreto, y se vio desplazado el centro de gravedad por la pérdida casi completa de traición en el pié de apoyo del sujeto occiso, esto por el sencillo hecho de haber pisado un limón.

Indagación.

No sé dónde lo dejé, dónde lo puse. Se lo habrán llevado enredado en algún abrigo o bufanda; se me pudo caer en el camino hasta casa; lo encontró el perro y lo mordisqueó hasta hacerlo trisas, o el gato lo tiró del estante, en esa torpeza casi cruel que le sale en relámpagos, casi adrede; se me pudo escurrir, ¿tendré un bolsillo roto? ya los puedo oír "debe estar en el lugar menos pensado" y qué hastío; lo puedo haber lavado con los pantalones de ayer; o se lo llevó un cuervo, o me senté encima y se hizo polvo; se lo pudo llevar un transeúnte al verlo abandonado en el banco de una plaza; se lo pudo comer el monstruo del pantano; mientras caminaba distraído, pude soltarlo sin tener consciencia siquiera de que lo llevaba en mi mano; el pobre debe tener frío, o un nuevo dueño que no lo comprende ni lo alimenta; o pudo tener un final terrible, ni pensar dónde estará, cadáver o malherido, agonizante o hambriento, azotado y sucio; ¿dónde lo puse? tiene que estar donde siempre, por qué seré tan desordenado... pudo caer entre la basura o al water y lo deseché sin sospechas; y tanto que me negué a encausarlo... me quedé solo. Y vaya a saber dónde... cómo está él, pobre, debe tener frío, se perdió para siempre... valía oro... o arenisca, pero es que era tan mío... Me cuesta pensarlo, y lo siento traición, pero se me ocurre que pudo escaparse con otro, pero es que yo lo quería tanto... no se pudo perder, ni se pudo ir así como así, tuvo que ser mi culpa... Dónde habré puesto el pienso...

miércoles, 23 de mayo de 2012

Acaezca.

Las horas posteriores de la noche adversa cuando las cuadras se hacen cortas y el aire es negro como un gato de ojos cerrados. Ojos como los que miran a distancia cautelosa mi andar preocupado.
Los instantes primeros del día más perverso, tocando las cosas chicas en los estantes de su casa, mirando el espejo oblicuo por no verme la pinta de muerto fresco, aún tibio, casi vivo todavía.
Cáusticos los momentos ulteriores de la vida inversa, repentina luz cegadora que me transporta a un campo verde obscuro; bajo un cielo gris que atenúa más el color del pasto, casi negro, frondoso, se vasta, no me necesita admirándolo; a lo lejos, entre los árboles me persigue el más macabro aparato bestial, tiras de viento helado me acuchillan a través del algodón pobre y sucio de mi ropa blanca, mas la pradera sigue inmóvil; me arrojo a la fuga, soy leche fría en la llanura, buscando cobijas ausentes, corro en histérica travesía, sabemos que nadie le atina al caos; sé vuelve patente en mí, de un instante a otro, que un segundo en linea recta será suficiente para un tiro certero del segador, hay persecución también dentro de mí por esa idea de la que logro efectivamente escapar, pero la distracción se llevó el premio, el estallido, relámpago y tronar de huesos secos; la planicie: estoica, la caída: fulminante, mueren los espejos oblicuos que advertían, y las cosas chicas de sus estantes mueren, y su adiós cansino rompe los ojos, y todo se precipita entre el pasto inerte, la fuga se completa imprevista, rompe en llanto quien me asechaba en la negrura aquella, cuenta tres tiros rojos, casi negros en el  blanco, y me permite hundirme bajo el pasto ahora más verde, suelta sus ojos y la amencia retorcida que entumece al viento desde que nací entre aquél invierno.

A la espera de los animales.

      Ahí vamos, absurdos, nulos dejando huellas. Leyendo libros de setenta o más de doscientas páginas, trescientas y tantas, pero nunca de cien; esgrimiendo verdades en un mundo vago. Somos monjes ciegos predicando el libro sagrado que nos sopla el viento. Somos detestables mancos deambulando, hablando de caricias y golpes de puño. Tenemos la increíble capacidad de palpar nubes invisibles de un humo inodoro e inocuo que copa nuestras vidas. Eunucos en el bosque de las ninfas; ahí vamos, los hombres. Valientes suicidas invaluables, zombis, inocuos.
      Tener sentido es un privilegio reservado para los seres pobres en voluntad creadora, genio y demencia, anomia intelectual; la deliciosa dialéctica no ha tocado sus cuerpos, no ha inquietado sus miembros y hecho vibrar sus pulpas inefables. No puede existir algo más penoso que un círculo que se cierra sobre si mismo, no concibo algo más estático, pobre, inmóvil, inútil, muerto, estéril. Sólo se debería ser improbable, irrepetible, errático, helicoidal, fluido, perverso, ondulante, un caprichosa espiral perfecta y divagante, extravagante montón de cosa viva, vertiginosa masa crepitando, degenerado ser peculiar, finito e inextinguible.

lunes, 14 de mayo de 2012

Entelequia.

Espiras dibuja tu cara
y tus hombros se desnudan
y yo, hecho una bestia
muerdo los mismos rincones
soy el mismo de hace un siglo
el mismo que mira en tus dedos
con ojos de apuñalar el cielo
mientras los tuyos quedan
impresos en los paisajes
escasos de mi memoria.

sábado, 12 de mayo de 2012

Quimérico.

Murmurando el recelo en tu hermosa piel
narrando la arquitectura de tu sonrisa más simple
que se nutre como mis antojos en tus rincones

y amanezco cada día más blanco y perverso
y me figuro vislumbrar la mecánica de tus ojos
machacar las inmundicias coloridas que diremos

con todas mis manos amasar todo tu tiempo
abrasarte con dientes de pasión punzante
devorarte errático sin descanso y contemplativo

entrar ventoso de un salto en tu fuego cruzado
robar de un solo golpe el brillo metálico de tu sonrisa
como un mecanismo mudo escapar de tus delicias

desde el fondo del abismo verte caer sobre mi
y correr como en sueños gritando furioso
el mundo se oscurece y se deforma y se pierde.

sábado, 5 de mayo de 2012

Lufterscheinung.

Curvo suplemento suave y divagante
calambre al aviador psíquico en el vestíbulo
laberinto y ranura, la existencia del demente
el ferrocarril hinchado huye de la embriaguez

castración herética de la micción convulsiva
la espuma es el indicio de azufre primero
el mercurio es el estigma del versículo deseado
nervioso blasfema el alumno al hervir

amarraron impetuosos al hidalgo inmigrante
amaron el ébano según su eslabón
recorriendo anudaron la memoria circular
los pasajes del terciopelo, la trinchera manchada

crucificarme en mi descender ácido
decapitado profanando el alboroto en su patria
en perjurio de la embestida del dardo cautivo
el vértigo perpetuo del régimen paterno.

(Un diccionario, un una pagina al azar, un dedo, repetir y anotar las palabras. Conjugar verbos, agregar nexos artículos y demás.)

lunes, 30 de abril de 2012

Chancro satírico.

Incendios proclamados en tu pabellón auricular
Raquitis husmeando elíptica tus costillas de cristal
Onanismo, meadas, cubículos
Narcóticos salpicando tu moral

Insomnes retazos del cadáver de anoche
Caminan por tu gesto los espasmos
Orbitas la muerte en cada paso
Occiso, desgarrado, histérico, en tu cráneo

Neblinas de licor obscurecido
Inertes se detienen en tu pecho tenue
Roncos gritos te van reblandeciendo

Infectados conductos laberínticos
Cicatrizan las mordidas del fetiche
Olvidando tus pasos hacia el poso.

domingo, 29 de abril de 2012

Yo, ego, je, ich, moi...

Andantes, en desfiles
caravanas de egos
egos con elefantiasis vibrando gelatinosos
egos salpicados de otros vómitos
egos volando, inflados
egos flacos, muertos de anonimato
egos violentos y egos vagos
egos macabros.

Egos atados a piedras
egos baratos
egos noctámbulos
egos mágicos
egos feos y mugrientos
egos cogitantes
egos plásticos
egos cósmicos, galácticos.

Egos en todas las ventanas
egos colgados de cornisas
egos en la mierda
egos subterráneos
egos capitanes y egos marineros
egos enraizados
egos coagulados
egos tormentosos
egos trepanados.

Egos escapando, mutilados
egos atornillados, sangrando
egos cóncavos, egos planos
egos triangulares
egos tribulantes
egos tripulando furtivos aeroplanos
egos encerrados bajo cascos
egos en pantanos
egos genocidas
egos platinados

Egos que se subliman
estériles egos
egos ácidos
egos raquíticos
egos malogrados
egos de fantasía
egos enterrados hasta el cuello
egos infecciosos
egos económicos
egos ultramarinos
egos alegóricos

Ondas expansivas
estallidos egocéntricos
egos calibre treinta y ocho
egos del mioceno
egos escarpados
egos cuneiformes
egos fugitivos
egos parisinos
egos mulatos
egos paranoides e invertebrados
egos a medio comer
egos tibios
egos como cocodrilos.

Egos de café matutino
egos solitarios
egos anarquistas
egos putrefactos
egos canonizados
egos que hacen aguas
egos inoculados
egos perpetuos
egos barajados.

Egos católicos
egos paralelos
egos misóginos
egos lentos
egos veteranos
egos embebidos en licor
egos mal habidos
egos tuyos
egos míos.

domingo, 22 de abril de 2012

Sacro estiércol.

Ya no existen los poetas.

Murió la forma
En un charco de hermandad.

Miró incendiarse, Poesía
Una de sus joyas más preciosas
En caída malherida
Robando párpados
Ocultándose entumida.

Aullidos.

Sé como aplastar gusanos con una cuchara,
Y arrancar de la pared los olores a navajazos.
Como devorar tu cadáver a besos
Cumpliendo los deseos del músico borracho.

¿Pero cómo soñar con un cielo vasto y gris,
Y llover, desgraciado, dentro de sus pobres universos?
¿Cómo cosechar el negro aceite en sus entrañas
Y entre ruidos, complacido, sorberlo muy lento?

¿Y cómo fumar las cenizas de sus hermanos
Asaltando sus hermosas convicciones?
Como martillar las pesadillas que te miran desde lejos
Y verte, muriendo de ira, apagar tus explosiones.

¿Cómo no extinguir la compasión hacia mi carne gris
Y destrozar mis huesos de bestia con garrotes?
¿Cómo partir en dos hachazos una fiera como ésta
Y devorarme mascando lentamente los rencores?

Será como recoger las vanidades en el suelo, moribundas
desplomadas, y tomarlas por el cuello y acabarlas.
Y como ver brotar los niños como flores en invierno
De tus codos, en mil oleadas tristes y macabras.

Ensoñación.

Por diez minutos dimitimos...
fuimos diminutos.

Balbuceaste burlona un rato...
entendiste bruscamente.

Reptamos raudos tras las roturas...
postulamos ridiculez.

Cada día caíamos un par de cielos
concluimos caminar.

Fuimos todo fuego en lecho frío...
aunque fugazmente.

Ahora son sólo relatos de susurros
respirando suavemente.

viernes, 20 de abril de 2012

Las gentilezas.


Como si todos los abismos consumieran partes al azar de tu ímpetu y se volvieran hacia mi para escupirlos en deliciosos graznidos de carne ennegrecida; sabor a encías muertas y piel enroscada en la punta de tus dedos, cientos de calles, salvoconductos hormigonados, galerías, bestiarios completos, muertes vivaces y vino en el suelo, yaciendo como sangre insultada de un bastardo austero, postales de ultratumba se ciernen sobre todas tus cabezas, que se afanan: soltando los pedruscos, tapando las nalgas de la virgen, ocultando el estupro y las migas de pan de los bolsillos; reinando en las cavernas de los ojos mudos, las cordilleras de mordiscos, los desiertos más íntimos, laberintos de inocencia desmembrada, de faena perniciosa, las casuchas feas de los muertos y las vidas en harapos de los niños calcinados; no existe olor a muerte, cada vez que miro el cielo veo una nada diferente.

jueves, 19 de abril de 2012

El bosque.

"Hacemos bosque despreocupados
de pechos abiertos, de muslos airosos
con barro entre los dedos de los pies
somos lo corrupto y lo frondoso".

Comprendo, soy dañino
voy y no llego
encuentro abismos de sal
color celeste limpio

abren tus pétalos
ojos nuevos cada vez
amarillos pétalos y al revés

siembro pesadillas en arcadia
me alimenta tu aire
aroma de tal vez
el bosque se hace niebla
busco tus dedos perplejo
muero en el lago
ocre, la bruma lo acuna
siempre esconde algo

mueren mil doncellas
cada vez que te menciono
el astro rey es polvo delicado
el tiempo nos hace llover
sobre nuestros pasos

tus pies son de hueso y lamento
se desarman todas tus ligaduras
miras alegre la faz
la más negra
te entregas

sigo camino del bosque
persigo mis pasos
el sonido de mis brazos
mis ojos se yerguen boreales
y encuentran horizontes que no llegan
y buscan, defenestran

mis ojos preguntan helados
rumbo del hombre recto
mis codos odian a mis manos
el frío tiembla, esqueleto
enterrado blanco, seco
liviano... y cuerdo.

lunes, 9 de abril de 2012

Sempiterno.

La belleza vive en tus muslos
agitar la cabeza a los lados
todas las manos cuelgan
mañana es vértigo insolado
disturbios en tu hipófisis
el tipo feo golpeándote el cuello
la hipocondría, tu encanto hipomaníaco
bajas dos, cinco, nueve escalones
la desidia erradicada
mi voz de ruido blando
chillidos, carnaval de adrenalina
mis ojos de sepia, tus tentáculos
introducción, benzodiazepina
triángulos coartados
estimulación, lobotomía
estragos, entropía
torso desmembrado en las alturas
tus ojos llagados, desventura
mitología psico-terrenal
nuestro infierno torácico-craneal.

jueves, 5 de abril de 2012

No es una antropología.

No vas en el tiempo sin frenos
camino en pies, me detengo
estático desenfreno
hoy tus jardines tienes flores
pero tus árboles ramificados
no te contemplan en la orilla
el otoño no acaba
aún las hojas estorban
y tus codos (ramplones)
te destruyen las rodillas
verás
a través de las ramas desnudas
de tu bosque caduco
que no hay corazón sin colisión
que somos estatuas de fragmentos
lanzados al azar en brea hirviendo
volcada sobre tu delicioso pecho
y rozando tu pezón enervado
somos clavos de espanto
recibiendo flechas de amor salado
somos nervio cegador
fuego entre tus dedos
a alrededor de mi cuello.

lunes, 2 de abril de 2012

Cuestión.

II

             André durmió, finalmente. No por muchas horas, sólo durante las que pudo contenerse, unas cinco horas y media.
            Se despertó en el centro de la habitación, en el centro del suelo contracturado, frío, muy parejo para su espalda de hombre mono carcomido, alopécico, sin ímpetus ni ambiciones ya.
            Se sentó, se descalzó, se tocó los pies y dolieron, se los miró con piedad infinita, como ahogando a un niño. Se volcó a su lado izquierdo torciendo el gesto, se agarró el hombro izquierdo con la mano derecha y las cervicales con la izquierda, se tocó la cara para seguir siendo él mismo, y se observó, tendido, mutilado de sus partes invisibles, recién vuelto de una muerte corta.
            Divagó torpemente, surcó fantasías y recuerdos medio verdaderos, triunfó la incongruencia, la frustración del filósofo sin materia. Volvió en sí, otra vez estaba oscureciendo y lo último en su memoria era haberse sentado en el suelo a descansar, había salido a caminar en la noche, y volvía a pleno sol, casi muerto, cuadras como puñaladas, los pulmones cansados de empujar, los ojos perdidos, y una sensación de estar demasiado liberado, desnudo, en caída libre hacia un abismo cáustico. Lo había conseguido.
            Ahora no quiere preguntarse que fueron esos pasos, sería profano, y esquiva el único espejo, el del baño. Se mira las manos y siguen siendo las suyas, aunque ahora los dedos parezcan moverse, y parezcan querer poner al mundo en pelotas y corromper templos fatuos. Embadurnados en grasa de cerdo, claro, para que el cura no sospeche.
            André estaba bien, pero no lo disfrutaba, seguían ahí los muertos pendientes, las preguntas en tono imposible, apuntándole con sus rostros hermosos. Y el esfuerzo por ignorar esas voces dulces, platónicas, era tan desagradable y desgastante como interrogarse.
            Sumido en sus catacumbas, seguido por delirios y supuestos fantasmales, va entre telas de araña y piedra helada. André no quiere buscar, no quiere preguntarse, por respeto o miedo, o amor, o aversión. Y así se busca y se pregunta cómo, incauto, y no se contesta, se mira, se tantea, se intenta, se aprecia a contraluz, cerrando un poco los ojos, frunciendo el ceño, la boca, corriendo en tiempo prestado, buscando un lado cóncavo y una sombra para esconderse de la memoria.

viernes, 30 de marzo de 2012

Tragedia.

Eco de vientos como un mar
mar amurallado azul acero
en delirio
y un ciclón de alaridos
y tus ojos tormentosos
y mi pelaje agitado
y la calma
las estrellas
la consciencia

y mis pies frente a mis ojos
imperativos
suelo impersonal
sin delirios
ni un ciclón de alaridos
ni tus ojos tormentosos
ni mi pelaje agitado
ni la calma
las estrellas
la vigilia.

lunes, 26 de marzo de 2012

No explicar la naturaleza del mal.

El diablo es magenta
y la noche es azul
anaranjada en resplandor urbano

Pero el diablo es magenta
y el orbe es negro cuando tu dedo apunta
cerrando un ojo, tapando el sol

Aún así el diablo es magenta
tu carne torcida, enroscada
y tu sangre es azul de reina ajena.

El diablo es magenta
amanerado, altanero, filántropo
y un poco rococó.

domingo, 25 de marzo de 2012

Islandia.

El hielo nocturno ya no es igual cuando amanezco. Ahora no siento tus pies, ni los míos. Ahora, los paseos nevados no saben a donde llegar, no descubren nada, bosques congelados ni lagos macizos. No puedo ver, ahora, el vapor de tu risa, ni calentar tus dedos rojos entre los míos, sentados en la nieve, mirándonos las narices también rojas y los ojos vidriosos. Sabemos todos muy bien que las lágrimas no se congelan, nadie tarda mucho en pasar la mano, la manga, el pañuelo, y sostenerlo en la cara un momento, inspirando, como robándose algo llovido, como si fuera tu pelo. Ahora me escondo en mi abrigo, como se escondían tus manos en mis bolsillos, y como escondías con tu mano tu sonrisa cuando nos miraban. Y camino extranjero, y escucho el ruido de los quehaceres y los sonidos diarios de cientos de personas casi vivas. Pero eso es más de lo que puedo decir de mí, de lo que puedo oír de mí, soy un silencio inabarcable, imposible de disimular. No hay palabras que no suenen burdas, de dedos cortos y gruesos, todo es torpe, pobre, un tronco sin extremidades confiables. La elegancia delicada y la gracia se congelaron en el camino del bosque, y este hielo ya no contiene nada para mí, es el tiempo sólido, apelmazado, que mis huesos rechazan. Hoy mis paisajes, otrora blancos, son pálidos intentos agresivos. Soy una roca irregular que no rueda, que se hunde en la nieve de la montaña. No puedo avanzar ni precipitarme,  no puedo llegar ni partir.

lunes, 19 de marzo de 2012

Érase.

En la pradera
en el dorado suave de la primavera
ya empezando a molestar el calor
cuando el viento me trae aromas claros
y alergias insidiosas
donde mis dedos recorren terciopelos
camposanto de recuerdos
cuando la luz me da colores agudos
al amanecer, en tibias mañanas
cuando les oyen decir poemas robados
y robar ojos mojados
érase un tipo feliz mirando el cielo,
éraseno se lo permitieron.

sábado, 17 de marzo de 2012

Notas de viaje.

Yo voy hacia el resplandor del horizonte, allá, bajo las nubes teñidas de noche.
En Versalles compran chatarra, en Versalles 685.
El viento frío y obligado de este mar a medias, marrón, austero y dulce.
La joven bonita se sacude el polvo blanco, angelical, suelta un tierno eructo y sonríe despreocupada, como si el mundo la ignorara.
Insomnio y temblor de motor en los pies.
La señora no ve nada, sus manos ven reuma y sus piernas hematomas, la señora no se ha ido, y no sé por qué.
La condensación en la cubierta y las estrellas que giran con el horizonte, plagado de puntos luminosos que parpadean rojos y verdes y taciturnos.
En algún lugar alguien no sabe que te ha visto, sólo una vez, sólo un segundo, no corro esa suerte, camino otro tramo.
Los niños bailan, corren y se caen de culo, pero no entienden por qué creemos que duele.

sábado, 10 de marzo de 2012

Cuestión.

I

          Es la versión más cruda de André, a las 7 A.M. sin desayunar, sin café, apenas el recuerdo de una cena pobre. Con semanas de mal sueño, calor húmedo, sonido de oficina en su cubículo de compensado, recubierto por esa imitación de madera que se despega y no dura. Esos muebles brasileros que se aflojan y se hamacan, traca-traca traca-traca, trabajar sentado. 
           -Un momento-, el codo en la mesa, la palma en la sien, los dedos en el pelo transpirado. Algo lo tiene frenado hace semanas, tensión entre las cejas. Algo en el aire que no avanza, algo que se lleva su atención y la devuelve fraccionada.
           Como el viento caliente del verano en el lago, lento. Algo no lo deja funcionar, algo no gira bajo su camisa blanca de líneas verticales color océano profundo, una pregunta, no sé, una especie de incógnita, algo que le frunce el ceño por horas en el sillón del apartamento, solo con la veladora y el humo blanco que se forma cuando una idea da más vueltas de las que debería.
           André no es especial, él no es magnifico, ni siquiera es común, normal, corriente, ni siquiera logra ser mediocre. André no es casi nada, no en tanto no tenga esa respuesta, él mismo se ve falto, tullido, mutilado. No tiene sacerdotes de palabras lentas e infantiles. No tiene la respuesta, no tiene nada, ni agua sucia ni sopa fría. Sólo tiene tiempo coagulado, brumoso, para buscar cuanto pueda, aún no desespera.
           Los ojos en el aire, la mano en el mentón mal afeitado. Horas de oficina, ruido de papeles, tacones, charlas pobres, de mierda. André pensando en cosmos detenido.

viernes, 9 de marzo de 2012

Válvulas o glándulas.

La niña se asentó en su retina
tras el cristalino de él
o sobre su diafragma
y el mozo no supo más que guardar su distancia
y de él crecieron otros brazos
y piernas otras
y tantas axilas y anos varios
y se acompaño bien de esa distancia
esos brazos le abrazaron y condujeron
y la niña creció también
y también la distancia
la que él celoso guardaba
ahí en su duodeno
o en su glándula pineal
y ella vivió por siempre ahí alojada
gangrenando la tiroides
o la sexta pierna
y el mozo guardando
aguardando ennegrecido
entumido, con las tripas llenas.

jueves, 1 de marzo de 2012

viernes, 24 de febrero de 2012

Orden.

Gorilas emplumados
de terribles plumas negras
de nudillos helicoidales
que navegan elipses de horror

ciudad plagada de humo verde
y polvo azul de acero mortífero
salvoconductos venosos
y embolias morales

hombres entrajados muertos
cuando el plomo se aloja
cuando los disparos cesan
y todo calla y todo hela

gruñidos cavernosos
en el monte de las normas
en la cumbre del orden
en el estropicio más humano.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Memoria.

¿Y por qué no se digna, señor, a morir de repente, en privado o vergonzosamente? Mírese: Asquerosamente humano. Un tipo feliz, qué descaro. Mírese, hágase pagar, como aquel tipo y esa golpista que le puso a usted esa sonrisa en la cara ¿se acuerda? ‎...al cabo de ocho gotas de sangre en mi alfombra, les eché a patadas. ¿No se acuerda? No, la amnesia es un ansiolítico fiable. Yo sé de memoria, pregúntale a ella, la que baila con el tipo idiota, el tercero de la derecha. Como si hubiese sido ayer... Sus ojos se congelaron en mi boca, se intimidó, se miró las manos casi cerradas, se volvió torpe por unas fracciones de segundo, tuvo tan poca gracia como yo y se quedó en blanco... entonces lo supe. Pero yo no dude, no titubeé ni por un segundo, ejecuté el acto culmine como un cirujano, asesine esa esperanza con sadismo helado, la única sensata, la única jamás escrita.

jueves, 16 de febrero de 2012

La caverna.

   Todavía te rondan las pesadillas de aquel viejo deshecho. Se te pegaron como costras de penurias ajenas. Todos los días te descubren absorto, y sin despertar del todo, miras al mundo, esa enorme caverna, cuya enormidad se adivina sólo en el sonido de esa gota que golpea el charco cada dos latidos y medio.
   Por encima entra hiriendo la negrura un haz de luz muy tenue, finísimo y plateado, transparente o color alba, atrevido y debilucho que no logra posarse en nada. Pero que deja escuchar una flauta lenta, la más triste, blanquecina como ese haz y tan prescindible como preciosa, como risas de niños hace años, como cualquier cosa clandestina que, a escondidas, es un tesoro inalienable, como las pelusas con polvo que se acumulan donde nadie mira. Como todas esas cosas que se gestan subcutáneas, como el espejo que un día te increpa adulto, en ese infinito cosmos negro, en tus propias catacumbas. Y tú, laberinto de tapias, miras desde el fondo de ti mismo, impávido, esa luz que te convence y que te mece en la esperanza, y en el lóbrego aire muerto de tu propio desconcierto, de tu órbita excéntrica, de tu patrón anómalo. Así andas en la caverna, de rodillas, a tientas, dando la cara en las rocas afiladas, desprendiendo sudor y monstruos de tu piel, conociendo tu mundo con la cara, con las manos, los pies y las rodillas sangradas.

Los hecatónquiros.

No se alarme, pero todos somos hecatónquiros. Fíjese, mírelo, mírelo a los ojos, sí, a todos esos ojos. Con los ojos péselo y mídalo, sienta como se mueve crepitante con tenor de alimaña. Sí, es horroroso, y el parecido... perturba. Piénselo bien, todas esas cosas que elegir hacer. Entre esas cien cosas, las que deben hacerse, y, muchas menos, las que quiere hacer. Mírelo, y piense... ¡cuántas pulsiones por cabeza! todas esas fijaciones y esos ideales, si es que hay alguna diferencia. No deje de mirarlo, porque nos mira a todos, nos mira y pesa con los ojos, siente como pulsa la carne. Todas esas direcciones, pero al fin y al cabo, abajo del rabo hay solo dos piernas, fornidas, con dos pies, sucios. Una sola dirección en la que finalmente se va.

lunes, 13 de febrero de 2012

Lo escrito queda.

Hay fetos en los columpios
y un aire extraño que zumba
cortado entre las columnas
desde hace años
la hipótesis masturbatória
de tu vagina precoz
daba leña y oxigeno
a las chispas mojadas
sin fuego y sin cenizas quedadas
hoy siento en el viento caliente
olor de las mil porquerías 
que le escribí a tu rostro
rostro de un mar cubierto de resaca
abominable mar negro
como las ruinas de tus ojos
encharcado como tus memorias
alzheimer de ojos lechosos
acuarelas turbias y difusas
revuelto caoba o carmín
basura de aquellos años.

Dibujos.

El morfema equivocado
rompe la pluma
atraviesa los dedos
rompe las uñas
trueno de huesos
dibuja el veneno
de un solo trazo
en un sólo hueco.

***
Luz dura:

y la luz matutina
dibuja en mis ojos
de plena vela terminal
la hermosa roja sonrisa
de duros claveles al sol
de la dama en cuclillas
de labios punzó.

***
El amigo muerto:

ese jueves de lluvia
me vi ilustrado en sus ojos
ojos de muerto en el baldío
de boca abierta 
con moscas, sin lengua
y su chaleco abotonado 
entre las puñaladas
con aquella especie
de sonrisa tácita.

sábado, 4 de febrero de 2012

Desiertos coagulados.

Las ciudades de arena roja
piden a gritos tus entrañas
reclaman tus fluidos oculares
el horror seco de tus huesos

***

vahos de carne evaporada por las balas
balidos de cabra faenada
el penetrante olor a muchedumbre
fruta del mercado y podredumbre
a especias y sangre polvorienta
los gritos, el tumulto, las túnicas
las excreciones del callejón
los camellos, el hervor 
Ellos empuñando leche negra
mientras aquellos la queman

***

durante los días la parca desdentada
pobre, desnutrida parca
reclama una pieza de carne muerta
se abre la puerta de madera grasienta
gime corrompida ante el podrido manjar
arena y coágulos
inmundicias diminutas en un basto mar

pero en la noche helada
la dama gana 
desfila entre el barro erigido
ponzoña reptil que desliza 
de a uno los cuerpos lentos
succiona dulce licor sin aliento
calor que se fue de la carne apagada
perdida en la arena, hierba segada

***

amplios horizontes de adenios
que se repliegan a cada uno de tus pasos
que vibran a la caída de cada una de tus gotas
desiertos rojos al ocaso más lento
llega la oscuridad en ruido blanco
susurro amenazador de la arena
no hay figuras en que posarse
pupilas titilando en la tajante brisa helada
dedos desesperando la madrugada

***

Las plumas negras
riegan los contornos
las rocas desnudas
hielo entre tus huesos
delicadas protuberancias
las venas calcificadas
los nervios chamuscados
diez mil  horizontes áridos
en tus ojos ramificados.

lunes, 30 de enero de 2012

Desvanecimientos.

No van a ningún lado
mis palabras ni mis gestos de mutis
mis malas ideas ni mis paranoias
ni mis reproches ni todos mis agravios
las cosas que vienen de mí
de mi mala memoria
de mis mil circunvoluciones
todas esas partículas
corpúsculos de mí
se pierden
tras cada golpe de parpado.

domingo, 29 de enero de 2012

Proyección.

Durmiendo en la caja más oscura
bajo los pies alegres soñadores
entre los dientes negros
frente al espejo sediento
mirando los trazos de la penumbra
los surcos de la carencia
puedo escuchar a la luna morir
puedo eyacular gritos ahogados por horas
y esparcir el rancio olor de la miseria
con mis piernas camina la paciencia
va rampante la venganza por mis venas.

jueves, 26 de enero de 2012

Hastía.

Y vienes desde aquel rincón
con esa hermosura tan pesada
leñosa, atiborrada
y me anula un haz osado de tus ojos
la fragilidad se esfuma
huye a esconderse de tu barbarie
de tu incendiarlo todo
no das revancha
la simpatía autocrática
me cuece en mis jugos
y tu discurso monolítico
es un bloque de cemento más masivo
y esos ojos que brillan pero no reflejan
tu sonrisa abruma
es un artefacto escalofriante
un instrumento de tortura.

Extroversión.

Un corte en el abdomen
sacar las tripas afuera
golpearlas en la mesa
humillarlas
hacerlas llorar
retorcerse
torturarlas hasta el vomito
conseguir hasta la última gota
de ese jugo gris que somos.

martes, 24 de enero de 2012

Y cómo decirlo para que suene mal (Consejos contra tópicos).


  • Nunca vayas donde Mahoma los días que no va a la montaña, y no sigas a Jesús cuando va por mar.
  • No hay nada que hacer, eso es la democracia, todos tenemos derecho a ser imbéciles. 
  • Ve con dios, él sabe dónde está la luz del baño. 
  • Siempre se puede improvisar y morir torridamente...
  • Qué importan las manos de Miguel Ángel... con los culos que tallaba.
  • Del corazón salen bolas de idiotez que cautivan al mundo mientras nadie advierte, si quiera, lo que sale del cerebro.
  • Ansío el día en que mi intestino grueso se separe del delgado, se invierta y se convierta en un tentáculo.
  • La raza humana es una plaga, no salven el mundo, no les conviene.
  • Jesús rompió el himen de María... eso es perversión.
  • "Un clavo saca otro clavo" sólo se aplica a las adicciones, obsesiones u otros trastornos de los impulsos. 
  • Escribir insultos de más e diez palabras es un buen hobby. 
  • ¿Te he contado de las andanzas del Dr. Schadenfreude y su asistente Schlicht? Unos tipazos, preocupados por la sociedad. Ofrecen veneno a los necesitados y abortos en dos patadas, toda una obra social.
  • Pocas cosas dan más tristeza que una bola de espejos a las tres de la tarde.

viernes, 6 de enero de 2012

Un cascaron macabro.

Mi tráquea es un laberinto
escollo que no suelta un grito.
Tras mi hombro,
aquel eco me persigue
de luna en luna
el eco del tiempo
caída en cada momento.
Tan oblicuo, tan adverso
un resabio de tan fina partitura
tan voraz y perverso
una sola cuerda de aquél piano
tan tímido, terso
una tecla, blanca o negra
y aquel dedo,
más que sereno.
Mis días son letra muerta
el sepulcro y el veneno
con este valle entre los cuerpos
todavía oscurece tu eco mi rincón
y no sabría nada sin su penumbra
y por qué la luz se robó de mi planos
huyó lejos, descollante
por qué dejó mis manos
Ella: una luna llena
y yo: un cascaron macabro.

¿Cómo?

¿Con qué trampa traerle?
¿Con qué faz mirarle?
¿Con que arma matarle?
¿Con qué desentrañarle?
¿Con qué brazos tomarle?
¿Con qué manos comerle?
¿Con qué angustia tragarle?
¿Con qué tripa entrañarle?