tengo que abolirte,
y tengo que borrarte,
doblar el universo, exterminarte.
Ve, perra crédula, tras un pene
trozo de masa,
tras un pene que te golpee.
O mírame, siente mi mala higiene.
Odiate y enferma,
muere imperfecta.
Escucha al profeta bastardo,
y mófate, búrlate.
Ríe como hiena esquizoide.
Y vive lento, casi muerto.
Vive una bocanada a la vez,
mira tus dedos al revés,
y escribiré con tinta
tu nombre en tu frente,
y el espejo no te verá,
tu propia cara ya no serás.
Estalla tu espejo, tu sangre roja.
Tan liso que percute,
tan simple que acongoja,
tan brillante, lúcido, estéril.
No descuides a la muerte,
envuelvete en madera,
devuélveme a la hoguera,
y enfréntate a la nada.
Besa a un perdedor,
beso embebido en saliva.
Mátalo luego,
déjalo morir en éxtasis,
pero no lo condenes
al existir tedioso
de estar como siempre:
Ni muerto ni glorioso.
Besa a un perdedor,
beso embebido en saliva.
Mátalo luego,
déjalo morir en éxtasis,
pero no lo condenes
al existir tedioso
de estar como siempre: