lunes, 19 de septiembre de 2011

Adiós resentido.

Me estremezco
y nada se conmueve.
Sólo yo estoy cómodo
cuando llueve.
Te vi irte por la brisa azul
irte por la lluvia de agosto.
Te vi irte en aquella carroza imperdonable,
que nunca cicatriza.
Entre las paredes mugrientas
de olor ya tan familiar
me quedé hincado
con las manos que tiemblan
cansado de tanto sudar
rincones de horror y tinieblas
atiborrados de oscuridad.
No sé nunca -estremecido-
si es por tu aroma o por el frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario