Te veo ahí, quieta, helada,
torpe, tus ojos no valen nada,
con tus manos de mono,
tu nariz grotesca,
tu boca torcida
y tu mirada estúpida.
que poco audaz,
estás ahí, impávida,
patética, desentrañada.
Ahí, somera,
siendo el instinto
sin serlo,
y sos púdica
y fresca cuando lejana.
Y sos una ciudad de prisiones,
bosque en todas direcciones,
y sos hermosura hipotética,
sos la pura verdad esquelética,
sos un montón de ruido,
color, luz, quejido.
Elegir la agonía es vivir,
la intención de no morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario