Desventurado ayer,
a la hora de las pesadillas.
Marcho hoy,
el cráneo inflamado,
los ojos inyectados.
La idea febril
de que la lluvia
se evapora al tocarme
es falsa,
me moja, me empapa.
Paupérrimo,
intento morderte
con mis dientes
llenos de agujeros.
Llevarte a mi estómago,
lleno de serpientes
y malas bestias.
Desconsolado
a la hora de las pesadillas,
marcho afiebrado,
como si la lluvia
se hiciera vapor al tocarme.
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