lunes, 4 de febrero de 2013

Interrogo.

"(...) el amor a la verdad es algo terrible y violento."1

         Cualquier ser humano es fácil de comprender cuando se atiende a que estamos solos. Todo el tiempo solos y muriendo. El más valiente no arriesga nada en realidad, y el más cobarde no se salva de nada. Pero nos sujetan al las sillas, a los cinturones y a la roca, las más absurdas consideraciones, el miedo a la nada, la verdad aberrante; la razón es un bello y hermético baile que nos gusta bailar, pero ¿por qué bailar? ¿por qué no dejarnos llevar en andas por la inmundicia alucinatoria? no hay razón para la razón, no es mejor, no es más perfecta, ¿y qué son, en todo caso? ¿razones estéticas? Bailamos la razón sin embargo y militantes, pero corre la locura, la enfermedad, la embriaguez, lo profano atrás de ese telón; la irracionalidad es esa mujer perversa y peligrosa que todos queremos besar y fornicar, con la que se no hace horrible charlar, como si fuera nuestra mala madre legítima. Aunque sin duda lo que más desencanto puede traer al hombre que esté dispuesto a desgarrar todo su ser en el nombre más absurdo jamás conjurado -el de la verdad-, es que las butacas están absolutamente vacías; juguemos a la cuarta pared o no,  no hay saciedad para el deseo exhibicionista que nos lleva a conquistar el universo, no hay un padre alentador que superar y asesinar; más allá del borde de nuestro hostil escenario, no hay más que una nada helada y oscura, desprovista, lo que hay es una falta. "¡El horizonte infinito está repleto de posibilidades!", no es un horizonte, amigos, es una cornisa, y adivinamos escalones en la nada. Necesitamos la ilusión, necesitamos el control para calmar los gritos, no importa lo que esperes más allá de ese escalón que nadie adivina... la fiebre siempre gana al final. Pero ¿por qué habría de arrancarles la esperanza tanta libertad? Porque la libertad es desamparo.


1. (Friedrich Nietzsche de "Schopenhauer como educador" - "tercera consideración intempestiva" Traducción de Luis Moreno Claros Publicada en Madrid, en septiembre de 1999 por Valdemar.)

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