miércoles, 28 de mayo de 2014

Las verdades fácticas son transitivas.

Comerse la droga y cagar niñas con tetas,
tirarlas al suelo, patearles la ingle.
Apoyar la barriga en la mesa fría,
manchas pegajosas de mugre en las manos,
pisar mierda y no saludar a los vecinos.
Putear, meter la mano espesa
-más adentro, y más fuerte-
que no duele, que debería.

Comerse las paredes
surgir a una pradera mansa y parda,
mansa como los hombres que duermen sobre ella,
como las putas que envejecen solas,
como los salvajes muertos.

Caer a la caverna,
más dolor que la última vez,
ahora surten mal efecto las patadas,
las rodillas contra el suelo más frío -durísimo-
las costillas golpeadas tiempo atrás.

No importa, ayer dolerá.
Escupir y meter la pija.
Delirar calientes las manos que aprietan la cara,
parten los dientes,
que arrancan la poca barba, los párpados.
Se comen despacio las cosas feas que guardo,
todas.
Se van el día que me habían avisado.

viernes, 9 de mayo de 2014

Con las costillas.

Con las costillas.
Primero en la cara, los ojos,
con el frío bajando a la espalda.
Después los dedos, todos los dedos.
Siempre, en seguida, los fantasmas,
como un enano furioso pateándome las pelotas.

Romper algo, sacarte las tripas,
sacarte el sabor de ese instante previo al quebrar,
ese dato último, esa pérdida ya más que dada...
y así doler.
Exterminarme. Temblar.
Burlar y matar con los otros.

Me alivio cuando siento el café bajando,
que sólo habiendo quemado la lengua se deja engullir,
dejando esa estela de cara fruncida.

Pensar en la carótida
corriendo del baño al ropero, otra vez,
a leer algo pesado,
a comerse un Onetti con gusto a sudor,
a jugar con las cosas viejas,
lamiendo la pared con decisión.

Me duele la pija cuando pienso en ellos,
porque yo soy la inclemencia:
soy tragarse los ladrillos,
caminar abajo del agua
y todas esas metáforas de mierda.