lunes, 30 de julio de 2012

Despedida.

Dama insondable, me retiro
mas no para siempre
me retiro por corto tramo
no he de actuar
como un hombre de buen dormir
he de vivir a los tumbos
de rincón en rincón
habré de andar
por aquellos mundos oscuros
de ultragnosis
buscando
palpando con las manos
el camino de regreso
como esa maraña de calambres
que recobra la vida
a medias cada mañana
ese escombro roído
ese hombre de la nada
que camina sin recuerdos.

martes, 24 de julio de 2012

No diga nada.

       Siempre tuve el mismo problema con las puestas de sol, ni así mis ojos soportan al sol, sólo puedo ver los alrededores del cielo, los naranjas, las nubes salmón, sentir el frío que entra como manos blancas en lo tibio, puedo ver todos los colores, o eso creyó el tipo del examen con aquél aparato.
       Siempre odié profundamente los paraguas. ¿Qué puede hacer la lluvia en nuestra contra? ¿Creen realmente que ese artefacto de laminas metálicas plegadas y plástico tejido podría parar al agua si verdaderamente se pusiera en nuestra contra? Los paraguas no son para el agua, nunca me creí el cuento, sé que tratan de cegarme -¡Señora! Más cuidado...- lo intentan cada vez que llueve.
       Siempre me molesto la afectividad fraterna. No la entiendo, lo que no implica no saber sostenerla, es un medio paso trancado que no deja nunca de ser extraño, excepto cuando deja de importar o cuando se concluye el paso y pasa a tener forma de amor tranquilo, sabido. Esa tácita reciprocidad que lo precede no tiene de dónde sostenerse, ¿qué puede tener de tácito un querer?
       Siempre vi los tobillos de las personas al caminar, y es muy difícil tratar de verlos, uno a uno, cada vez que un pie se posa en el suelo. Me acuerdo ahora de ella, a contra luz de un crepúsculo, los pies separados por el ancho de los hombros, las manos con dedos enredadas sobre los glúteos, moviendo un poco la rodilla derecha, el pelo a la altura de los codos, por supuesto que cubre los hombros, esa figura oscura y despreocupada por delante del crepúsculo... pero sobre todo los pies separados por el ancho de los hombros, por alguna razón eso me fascina.
       Siempre supe que no hay dos manos iguales, no hay nada, nunca hubo algo como lo igual, es simplemente torpe pretender identidad. No me parezco a mi mismo de una semana a la otra, ¿cómo podría enunciar yo he sin titubear? sería una imprecisión, lo saben bien. En todo caso la precisión es mucho más nula que la identidad, por lo tanto no diga nada, será algo viejo cuando lo diga.
       Todo muere, señora, se lo dije hace tiempo.

viernes, 20 de julio de 2012

A la esperanza.

Hay que darle espacio al azar en la conciencia, ¿nuestra vida es todo lo que hacemos? no, no podrías explicar ni siquiera tus meñiques con esa fantochada, no acabas de decidir el universo, en todo caso: no entiendo porque las personas se ven todo el tiempo como si estuviesen fuera del mundo, como si fuesen espectadores, voces en off, un puto dios en calzoncillos y pantuflas que fuma mientras nos mutila en la pantalla de su gameboy. Cómo podríamos decidir algo ajeno al mundo, sea justicia, verdad o bien, no hay forma, no existen tales cosas, no hay cosa humana que no sea un artificio, ¿pensar sobre el mundo como si fuese un lienzo? eso sólo lo puede pronunciar un pintor disléxico con problemas para quedarse callado mientras vende sus pinturas. Voy a que no se puede morir así tan decididamente, esa no es la vida que llevas, o no se la puede percibir así, no si se la intenta entender o llevar en alguna dirección (a fornicar sobre la mesa de la cocina, al lado del pan duro que ayer no pudiste comer porque la resaca era increíble), y tampoco es que se puedan realizar alguna de éstas dos cosas. No se puede vivir como si pudiésemos saber algo realmente verdadero y como si todo fuese infinitamente valioso ni sagrado, sin embargo, muchos parecen embriagarse con la idea de morir así, antes de apagarse. Así es que vivir parece tener algo más que ver con construir que sólo con presenciar... ¿Realmente no ven que no son Adán ni Eva, que ya millones de generaciones humanas construyeron todo lo que sus conciencias pudiesen intentar tantear con las yemas de los dedos? No ven que no se construye sin ser construido, sin haber sido construido ni siquiera sin reconstruirse ¿Nunca se percataron de cuántas veces la humanidad se ha tirado al suelo para volver desde los cimientos a construirse, y volver a fracasar...?

sábado, 14 de julio de 2012

Adulterado.

Los pasos mundanos que suenan
la mugre en los tacos estacionada
las peleas de los vecinos anoche
en el valle de sus miradas

el barro que descansa afuera
y la lluvia de hace días en los vidrios
las manos frías recién lavadas
ella néctar que se me pega en la cara

ella que se derrama toda
sobre un mismo punto
se acumula en el suspenso de las esferas
perdida en alguna parte de esa negrura

ella más tierna que el fuego último
que me abrasa como la nada
que la deambulo con fiebre inversa
tendido en la blancura manchada.

sábado, 7 de julio de 2012

Los destinos del siniestro.

Viajar para conocer Asia, Europa, África, Oceanía, América... No, explorar lo que construye el ser humano en el mundo externo no me excita, y ni mencionar que para ser visto como foráneo me vasta con abrir la boca. 
Viajar para conocer a las personas y contactar con lo más heterogéneo de la condición humana... No, si es que la condición humana es ese mar de desechos que se desgarra a sí mismo, por imponerse, por adaptarse a la imposición... y somos los pobres intentos por no morir, me vasta con vivir mis días entre ustedes, las utilidades y los formalismos que los acunan viscosamente.
Pero voy a preguntarme: ¿todo lo intrépido fue a morir escondido en una covacha? ¿Dónde quedó el espíritu de búsqueda y conquista? Seguro que no se está distrayendo en paseos pueriles, ni caminatas por entre los pobres, para que no se me tache de altruista, filántropo, hombre de buena fe y quién sabe qué otras terribles injurias. En todo caso, si lo intrépido va por ahí, casi no caminará. Lo intrépido, según sé, se detendrá en cada uno de los rostros flacos a despertar calambres e inquietudes, a desatar deseos y para abrir manos de palmas que no conocían sus dedos.
Por mi parte prefiero un viaje intrépido a las tierras de ultra-parietal antes que las de ultramar, no hay lugar más lejano que los abismos personales, ni más ajeno que las llanuras psíquicas, ni intentar con algo más increíble que las montañas que el sujeto acumula en el paisaje vasto de su memoria. No existe población más grotesca, excéntrica, estrafalaria, chocante y pintoresca que la de la propia mente, siempre pujante, siempre merodeando la inventiva, la lujuria de la forma, la faena del intelecto. No hay escena más sorprendente ni fauna más repulsiva, maravillosa, intrincada y letal. No existe experiencia más alta, no hay un petulante que no caiga de rodillas ante sus sueños más hermosos, como no hay un guerrero que no lloriquee entre sus pesadillas como una niña que podría ser mi propia hija. Azorados iremos por completo, impávidos, los ojos no darán crédito, garantía ni se harán responsables, ya que estarán radicalmente desconectados de nuestros cuerpos tremulantes, hincados y precarios. Las escenas conmueven aún al más siniestro y aterrorizan al más sádico de los monstruos.
Sí quiero viajar a la locura, en un barco de piedra, con la camisa de fuerza atada a la cintura, fumando el tabaco más dulce de la pipa más curva, vistiendo un chaleco rojo, corto, de seda, con detalles dorados y unos colgajos de tela por pantalones. El capitán un tipo frío, pero un amante sin remedio, la tripulación una panda de borrachos cantores de la peor calaña, y los pasajeros todos mis habitantes, mis goces y penurias.
Que al llegar me reciba la incomodidad vestida de calambre, y balanceando un hacha sobre su enorme nariz, me bese en los labios frondosamente. Luego la rutina de quién visita, charlas de silencios con mi memoria, abrazos espantosos con el amor, gestos de amenaza para mi ego y miradas de recelo con todos los demás, más allá, una sonrisa de sarcasmo y comprensión para mis ideales.
Cuando vuelva quiero que me reciban con un golpe duro en la cara, válganse de lo que puedan, un pedazo de madera, una barra de acero sin esterilizar... que yo voy a procurar devolver una sonrisa, y luego el llanto más largo y hondo y ahogado que puedan aceptar sus órganos perceptivos en conjunto.

jueves, 5 de julio de 2012

Adelfa D'autres.

Que vengas caminando por los charcos
dando pasos pesados en hastío
y que me mires con esos ojos duros
y tu disfraz de puta triste mal pintada...
de rota paupérrima en tacos viejos
medias rotas y maquillaje barato...
que cruces la calle mirándote la pena
y que no mires el cielo
ni nada a más de un metro
y te vuelvas gris chorreando gritos
soplando ahogos... y mintiendo
mintiendo sobre todo, sonriendo...
que hables entre los puchos 
que se pintan de rojo en tu beso
y que no te digas, que no te mires
todos los días más amarillenta
y de vez en cuando más triste
y todos los jueves más lenta...
que te veas desvencijada y firme
inagotable carne magullada de fiera en fiera.