lunes, 25 de junio de 2012

Charla con la trilladora.

-Yo tengo un buzo de lanas que me hace sentir como una loca, y una calabaza bien dorada al horno, si no fuera por el condenado linaje que lleva impregnado, un linaje amputado, desconocido, engrampado a la fuerza, quisiera sacarmelo, gritar.. este olor no es mio! tirarlo al suelo pisarlo, dar un suspiro de alivio, pero tengo frio, y pereza, la falta de voluntad me pesa y este buzo me lleva a todas partes, no lo llevo a el, el me lleva.

-Lana en los muslos helados, desnudos, pelos de punta que serían, manos un poco enojadas, pies de lástima y ojos desconformes. Esa no era tu idea.


-¿Y que vas a hacer?

-¿¡Quién lo hubiera dicho!?

-Que la chia es chica y luego de remojada parece un huevo de pez, ¡transparente!.

-Eso no aparece en las enciclopédias, ni en los grandes tratados filosóficos. No viene de regalo con las barras de chocolate ni lo invita la casa junto con el cortado. ¿dónde estaban esas manos...?

-Ya veremos que haremos, todo se apaciguará, todo saldrá bien, debemos encontrar refugio, en los viejos mercados de la ciudad vieja.

-Con los dedos abrazados por una mugre negra, y las mejillas heladas, y los dedos quietos. No vamos a ninguna parte, no hay como alcanzarte.

-Así, con el tiempo y la vida pasajera atravesando almas desamparadas, le daremos una patada, sonreiremos, saltaremos los obstáculos, siempre podremos encariñarnos a estudiar esas manos congeladas...

-Recorrer la una a la otra, sabiendo que cada palabra se pierde en la nada apenas ser mencionada, y que no hay lugares donde posar palabras duraderas... la contingencia de sentido es un hecho terrible, todo al viento, él lo barre todo, él lo acumula en su nada especial, algodonada, de dulzura nefasta.

-Se me drenó el relleno de hilos... se hicieron varios nuditos, y pues, también los perdí, de cualquier manera procurare nunca dejar de hablar así. Y ahí planto mi bandera. Liricolandia flotando en una nada, levemente perfumada de madreselvas holográficas... en Tu nada querido, pues te doy toda la razón...

-Es hermoso y tremendo este mundo que ya no sabe como fugar, como escaparse de mis manos, ahora es mi desmemoria, pero siempre fue el tiempo.

-"Y se iza el banderín nacional, el resto de los banderines de colores flamean en las callejuelas, una oleada de aplausos, clap clap clap!! fervientes de alegría", el relator esta histérico, resuenan en tu oído, pero uno siempre en defecto, se pone las orejeras (en su atributo, auriculares)

-Todas: palabras que se van, apenas tocan la realidad, sólo al pasar, y no dejan marcas sino en nosotros, ¿será que nos lo inventamos todo?

-Sí, ¿no será que esto no es real...? ¿qué es real? la superposición del tiempo no puede ser real, ¿será que estoy loca? ¿tú existes? o estoy muerta tal vez, seremos elementos de una especie de limbo atravesado entre dos mundos, pero en ese caso, como viene la mano, no existirían dos mundos. ¡Nuestra cabezita! siempre tan limitada, y cuanto mas se quiere abstraer catapash auch auch, te enganchan con un anzuelo, y te miran a los ojos, te hacen burlas de lo feo que sos, se ríen, piensan, porque estoy hablando con este, que ya lo maté, estoy loco. te destripan, y a pesar de todo vos seguís vivo, y hubo un dolor, que no te dejó ser libre.

-No hay por qué renegar del mundo que no vemos, pero no hay tampoco razones para preocuparse por él, importa muy poca mierda qué es del mundo, qué será, o qué desayunó la semana pasada... Estamos arrodillados en la tierra ahora, y en esos punzantes estímulos externos, en esa luz tamizada por los ojos, esos aromas diluidos, en esas caricias, o cortes, del viento... estamos en un mundo. El problema de la realidad es un problema de seguridad, de tener todas las entradas cubiertas, y... si pudieran existir cosas que no censamos, el mismo miedo a la ceguera las inventa, y entonces adoramos la ceguera, porque aparenta ser un panorama íntegramente cognoscible. Es todo cuestión de dejar las puertas abiertas, sin cubrir, que la casa se oree...


-He has dejado sin palabras, querido amigo, porque a pesar de lo poco que te he conocido, solo espero ver aun siempre mas camino, hacia delante, por la desnuda carretera, he de llamarte, amigo, porque considero que eres genuino, y que entiendes porciones de esto, o digamos de todo, porque desmuestras tu credulidad y me convences, de que todo lo que dices es cierto, tan cierto, porque no amarras.

-Me has dejado con palabras, querida amiga, y te lo agradezco mucho, porque a pesar de lo poco que te he conocido, siempre te apareces a desbloquearme, y he de llamarte amiga, porque simplemente se me antoja justo, me apetece, me parece lo más adecuado, gracias porque esto no fue un intercambio, trilladora, que siembra vocablos helicoidales para la memoria. No te inquiete descubrirte, develarte ni aún desvelarte.

miércoles, 20 de junio de 2012

Palinodia anodina.

Le he hecho mucho mal señor, o dama insondable, discúlpeme. No soy tan siniestro, no es que no tenga alivio, sabe que aunque sea una masa opaca, casi impenetrable, tengo tiempo de ternura o manos tibias. Es que soy un ser oblicuo, entiéndeme señor, o créame dama insondable. Ayer vi mi error, este recalcitrante sacrilegio, me invadió la fiebre, el asco, furia contra mi mismo. Vi que se está convirtiendo en mí, ayer noté que le quedan mis zapatos, que mi saco hace juego con tus omóplatos, o sus hermosos hombros dama insondable; que sus ojos empiezan a posarse en la misma nada que los míos, y que se queda callado, o que no me sonríe dama insondable, porque no hay que dar noticia de lo que ambos acabamos de pensar. He visto ayer, que al marcharse, caminaba con mi paso desganado, con mi paso derecho más largo, con mis manos en los bolsillos. Y yo sé, señor, que se queda en silencio, mirando el techo antes de dormir, a veces durante horas, o que pronto sucederá dama insondable. Me apena mucho haber invadido y corrompido su ir por el mundo, esto ha de ser irremediable, ya que uso tinta de buena calidad, porque en eso no soy nada económico. No sé qué otra cosa podría hacer además de disculparme hasta el mismo día en que vayamos a morir del mismo modo; podría llorar aquí mismo un charco que engendrase un dios de platino que pudiera perdonarme, pero sería un atrevimiento intentarlo, señor, o dama insondable. Sé que entiende mi angustia, y por eso mismo sé también que no puede perdonarme, sé que está yendo con mis pies, y este ir no me perdona. Usted se pierde entre mí señor, sus hermosas palabras en mis términos, dama insondable. Eso no puede perdonarse jamás. Yo lo he asesinado señor, esto ha sido un crimen pasional, oh, mi dama insondable.

jueves, 14 de junio de 2012

Anatomía de la distracción.

        La epistemología en la mesa, luego Freud socarrón macabro y Watson poligonal. El café más negro de tu vida y del otro lado del mundo de esta sala: los cuadernos viejos de mi padre, hojas amarillas y birome azul en esa caligrafía impecable de los años setenta; cámaras de fotos del sesenta y pico, una gorra de veterano marrón a cuadros, tubo de ensayo relleno de botones de colores, mil veintinueve cachivaches con historia própia, figuritas de hace treinta años y revistas de la infancia de mis tíos, la papelera vacía y mi bajo esperando, las películas de Chaplin y un reloj a cuerda que ya no funciona (porque tuve que destriparlo). Navajas de afeitar, encendedor, un candado roto y un casquillo de nueve milímetros, rulemanes, ungüentos milenarios, tubinos de hilo rojo, blanco y negro, un cuentagotas, un soldadito de plástico, dos clavos, las llaves de las mil puertas que contienen esta sala. Libros en las estanterías, en mi mesa de luz otros tantos, en la mesa del centro de la sala, en el sillón que uso como depósito, los hilos con los que juega ese gato negro que duerme en mi falda, que debe preguntarse por qué tanto ruido con esas teclas, mis negativos archivados en otro estante, perfumes que nunca usé, que a veces uso, que se terminaron, mi antigua mamadera de vidrio (de las que no hay más) diccionarios, español, ingles, filosofía (idioma extraño si los hay), francés... el de alemán no, es muy chico y prefiero llevarlo en el bolso, como cruzar la calle de la mano... mil enciclopedias de mi infancia fiduciaria, ese casco rojo que ganó mi madre en una rifa, siendo que no existe ocasión alguna en la que pueda ser usado por integrantes de este hogar... kilos de papel, cientos de acres de bosque masacrado en mi favor, pelotitas de goma, mi camisa a cuadros, una tuerca y un pincel, fotocopias, libros de verdad, la mesa otra vez, los mil discos compactos de vez en cuando husmeo en busca de infancia, las fotos de mi viejo, las pinturas del amigo, ¡y los vinilos! hurra por ellos... el de Totem me mira desde arriba del toca discos que nació antes que yo... los otros discos negros ahí escondidos bajo el papel de regalo marrón, con detalles de ramitas, con esa lámpara encima que siempre se cae... , con algunos álbumes de fotos rodeándolo todo... los cassettes en los estantes y en las bolsas de papel marrón, por miles, algunos comprados, otros copiados y otra vez la birome azul... los sillones de siempre, de toda la vida, las flores de plástico que siempre odie, caracoles, piedras y restos de cangrejos, todo en frascos, desde las playas de quién sabe dónde, y más libros, y revistas y diarios, y eso que hizo pedazos el perro, y los hilos con los que juega el gato negro, este que ya no duerme, que salta como si estuviesen en guerra sus patas entre sí.
        Otra vez el Inconsciente y la obligación, y mañana hay que saber, y cuantificarán mi sabiduría, y seré número y concepto, y seré una historia suprimida en un signo, una sombra de tinta... y me brotará una explicación gestual de pedir perdón y pensaré mandar al carajo todo y no hacerlo y patalear carne adentro... hasta que vuelva a esta sala y este gato negro me reciba abrazándome las piernas con garras animosas, y todo sea mis libros y mis cosas y mi aroma y mi cueva cálida... mientras, dejándose oscurecer otra vez, pueda ser martes sin que importe, y que el almanaque se aburra de tironearme del cuello de la camisa, por que no soy el de ayer, soy su hijo malogrado, parido en sueños que jamás recuerdo, en esas noches que a gatas duermo, en las que perfectamente podría estar muerto.

lunes, 11 de junio de 2012

Amores viejos

Gente llorando a gritos
entre y desde los edificios
el camino
largo como la víspera del sueño
y como el plañir de aquellos años
la mirada
fría como el aroma de tus manos.
Pero lo recuerdo
esta vez lo recuerdo, es como tocarte
recuerdo soñar con abril entre tus ojos
tu voz, tus manos
vivo en las gotas que abandonan
esos ojos, ahora inundados
esa voz, quebrada en mil espejos
esas manos, empapadas
y suplico un claro en tu memoria
y en tu boca
en tus tormentas, entre tus palabras.

miércoles, 6 de junio de 2012

Caminan asediando mil idiotas, locos, obsecuentes.

La ubicuidad aparente de la luz
no es más que tu lentitud
lentitud complaciente como café tibio
y yo que siempre estoy ahí, con minúscula
con los horizontes torcidos...
¿y no es eso oscuro...? no es él ni ella
es lo cavilante, lo crepuscular
la nocturnidad no es mi especialidad
el despertarme molido, ese es mi talento
y no ella, poesía gangrena, mugre de papel
bailar para no estar muerto
¿Cuanto sentido tendrá negarse a morir?
las pruebas me brotan:
Lo wagneriano, quemarse a lo bonzo
lo real de la fantasía
y que no hay mejor licor que un viento frío...
Por ahora el tiempo se va
fuga inverosímil, encerrando un presente inefable
pero se va mirando sorbe su hombro
esperando despedidas y tu mano saludando.

lunes, 4 de junio de 2012

Mullir.

Cuna y danzares trémolos
espacios cubiertos de espuma
esferas claras de tus senos
ojos cerrados en bruma
caer de hojas retengo
manos gentiles y premuras
ver el alba en los espejos
las zonas de la ternura
descorre mi mano tu velo
tu sueño de lenta frescura.