jueves, 31 de mayo de 2012

Cuestión.

III
        André duerme, y despierta. Y otra vez duerme y vuelve a despertar consecutivamente, aunque a veces duerma dos veces sin despertar en medio (al menos no en apariencias).
       Pero al final, despierta, y aunque descansa su cuerpo, desde el límite de su cráneo hasta lo más profundo de su pulpa gris se cierne un sopor increíblemente denso, sus poblaciones internas viven en ráfagas de ciclones negros, inmersos en una sequía tan paradójica como terrible. Todo esto dura, en su porción más grave e insufrible, hasta al rededor dos o tres horas después de despertar, esto sea o no del todo.
       A la hora en que Lecho lo llama, André se siente cruzado en tierra santa, esperando dormir con cimitarras. Aunque André apenas lo sospecha de vez en cuando, mientras prepara café o mira pasar a la gente por la ventana, duerme entre dos horribles damas. Ellas lo acunan y lo torturan con igual ternura.
      André no lo sabe, pero ellas le suturan cada noche la sinapsis regular, y cauterizan los esfinteres, meten sus lenguas finísimas y heladas bordeando los ojos, a través del nervio óptico, y su saliva lo transporta y lo conduce por espasmos sangrientos, con paisaje de bestias desgarrando a sus hijos fantaseados, violando sus hipotéticos anhelos. Las damas abren su abdomen con negras y largas uñas, y le llenan la boca de sus intestinos y su propio desecho, y gozan las damas en esta danza convulsiva, se retuercen de placer lascivo, y llega el día y lo reparan con sumo amor... y lo devuelven casi como estaba, pero más sombra en las primeras horas.
      Y André no tiene memoria de sueños, de paisajes de algodón y pechos de lirio entre sus manos, de Amor claro como una tarde de octubre, no tiene memoria de tazas de té en la casa de Amor, y no hay más que una fina incomodidad pendiendo como hilo de semen en la punta de su cuerpo. En el último instante ulterior sentía un desplacer cáustico, sentía tomar una rosa por el tallo y rasgar la mano.
       André vive sin sueños, no tiene desagote su locura nocturna, ni su lisa sensatez diurna, pero se encuentra con sospechas de ultramar, del mar de sus sueños varados; se encuentra con la vida breve y llana como un soplar en el cuello de ella, aquella tal Quién-sabe; se encuentra con no poder abrir las manos y con besos en los párpados.

lunes, 28 de mayo de 2012

Fuego antiguo.

Fisuradas las entrañas
unidas por la noche
estériles y zancudas
gigantes vidas negras
oscuridad de animal
amaneciendo muy cerca
nublándolo todo
taciturno como él
ingenuo y aterrado
grave o tenue, siempre
único como su fuego
oscilante cavernoide.

viernes, 25 de mayo de 2012

La caída.

Se forma un charco. Está claro, esto sucede cuando un fluido se derrama, y esta sangre es uno de ellos; lo que indefectiblemente ocurrirá si la piel del cráneo sufre una herida perimortem; cosa que se sucede, en ocasiones, al impacto de dicho cráneo con el suelo (en caso de que éste sea firme y la caída se de sin resistencia de los miembros superiores); la caída mencionada ocurre con una aceleración de 9.81m/s2  (ubicándose cercano a la tierra), por lo que, dependiendo de la altura y el peso del sujeto, la caída será de mayor o menor gravedad; toda esta precipitación podrá sobrevenir en cualquier momento en el que falle el equilibrio o se desplace el centro de gravedad del sujeto más allá de cierto ángulo con respecto del suelo y con el punto de apoyo como centro; ésto último ha ocurrido en nuestro caso concreto, y se vio desplazado el centro de gravedad por la pérdida casi completa de traición en el pié de apoyo del sujeto occiso, esto por el sencillo hecho de haber pisado un limón.

Indagación.

No sé dónde lo dejé, dónde lo puse. Se lo habrán llevado enredado en algún abrigo o bufanda; se me pudo caer en el camino hasta casa; lo encontró el perro y lo mordisqueó hasta hacerlo trisas, o el gato lo tiró del estante, en esa torpeza casi cruel que le sale en relámpagos, casi adrede; se me pudo escurrir, ¿tendré un bolsillo roto? ya los puedo oír "debe estar en el lugar menos pensado" y qué hastío; lo puedo haber lavado con los pantalones de ayer; o se lo llevó un cuervo, o me senté encima y se hizo polvo; se lo pudo llevar un transeúnte al verlo abandonado en el banco de una plaza; se lo pudo comer el monstruo del pantano; mientras caminaba distraído, pude soltarlo sin tener consciencia siquiera de que lo llevaba en mi mano; el pobre debe tener frío, o un nuevo dueño que no lo comprende ni lo alimenta; o pudo tener un final terrible, ni pensar dónde estará, cadáver o malherido, agonizante o hambriento, azotado y sucio; ¿dónde lo puse? tiene que estar donde siempre, por qué seré tan desordenado... pudo caer entre la basura o al water y lo deseché sin sospechas; y tanto que me negué a encausarlo... me quedé solo. Y vaya a saber dónde... cómo está él, pobre, debe tener frío, se perdió para siempre... valía oro... o arenisca, pero es que era tan mío... Me cuesta pensarlo, y lo siento traición, pero se me ocurre que pudo escaparse con otro, pero es que yo lo quería tanto... no se pudo perder, ni se pudo ir así como así, tuvo que ser mi culpa... Dónde habré puesto el pienso...

miércoles, 23 de mayo de 2012

Acaezca.

Las horas posteriores de la noche adversa cuando las cuadras se hacen cortas y el aire es negro como un gato de ojos cerrados. Ojos como los que miran a distancia cautelosa mi andar preocupado.
Los instantes primeros del día más perverso, tocando las cosas chicas en los estantes de su casa, mirando el espejo oblicuo por no verme la pinta de muerto fresco, aún tibio, casi vivo todavía.
Cáusticos los momentos ulteriores de la vida inversa, repentina luz cegadora que me transporta a un campo verde obscuro; bajo un cielo gris que atenúa más el color del pasto, casi negro, frondoso, se vasta, no me necesita admirándolo; a lo lejos, entre los árboles me persigue el más macabro aparato bestial, tiras de viento helado me acuchillan a través del algodón pobre y sucio de mi ropa blanca, mas la pradera sigue inmóvil; me arrojo a la fuga, soy leche fría en la llanura, buscando cobijas ausentes, corro en histérica travesía, sabemos que nadie le atina al caos; sé vuelve patente en mí, de un instante a otro, que un segundo en linea recta será suficiente para un tiro certero del segador, hay persecución también dentro de mí por esa idea de la que logro efectivamente escapar, pero la distracción se llevó el premio, el estallido, relámpago y tronar de huesos secos; la planicie: estoica, la caída: fulminante, mueren los espejos oblicuos que advertían, y las cosas chicas de sus estantes mueren, y su adiós cansino rompe los ojos, y todo se precipita entre el pasto inerte, la fuga se completa imprevista, rompe en llanto quien me asechaba en la negrura aquella, cuenta tres tiros rojos, casi negros en el  blanco, y me permite hundirme bajo el pasto ahora más verde, suelta sus ojos y la amencia retorcida que entumece al viento desde que nací entre aquél invierno.

A la espera de los animales.

      Ahí vamos, absurdos, nulos dejando huellas. Leyendo libros de setenta o más de doscientas páginas, trescientas y tantas, pero nunca de cien; esgrimiendo verdades en un mundo vago. Somos monjes ciegos predicando el libro sagrado que nos sopla el viento. Somos detestables mancos deambulando, hablando de caricias y golpes de puño. Tenemos la increíble capacidad de palpar nubes invisibles de un humo inodoro e inocuo que copa nuestras vidas. Eunucos en el bosque de las ninfas; ahí vamos, los hombres. Valientes suicidas invaluables, zombis, inocuos.
      Tener sentido es un privilegio reservado para los seres pobres en voluntad creadora, genio y demencia, anomia intelectual; la deliciosa dialéctica no ha tocado sus cuerpos, no ha inquietado sus miembros y hecho vibrar sus pulpas inefables. No puede existir algo más penoso que un círculo que se cierra sobre si mismo, no concibo algo más estático, pobre, inmóvil, inútil, muerto, estéril. Sólo se debería ser improbable, irrepetible, errático, helicoidal, fluido, perverso, ondulante, un caprichosa espiral perfecta y divagante, extravagante montón de cosa viva, vertiginosa masa crepitando, degenerado ser peculiar, finito e inextinguible.

lunes, 14 de mayo de 2012

Entelequia.

Espiras dibuja tu cara
y tus hombros se desnudan
y yo, hecho una bestia
muerdo los mismos rincones
soy el mismo de hace un siglo
el mismo que mira en tus dedos
con ojos de apuñalar el cielo
mientras los tuyos quedan
impresos en los paisajes
escasos de mi memoria.

sábado, 12 de mayo de 2012

Quimérico.

Murmurando el recelo en tu hermosa piel
narrando la arquitectura de tu sonrisa más simple
que se nutre como mis antojos en tus rincones

y amanezco cada día más blanco y perverso
y me figuro vislumbrar la mecánica de tus ojos
machacar las inmundicias coloridas que diremos

con todas mis manos amasar todo tu tiempo
abrasarte con dientes de pasión punzante
devorarte errático sin descanso y contemplativo

entrar ventoso de un salto en tu fuego cruzado
robar de un solo golpe el brillo metálico de tu sonrisa
como un mecanismo mudo escapar de tus delicias

desde el fondo del abismo verte caer sobre mi
y correr como en sueños gritando furioso
el mundo se oscurece y se deforma y se pierde.

sábado, 5 de mayo de 2012

Lufterscheinung.

Curvo suplemento suave y divagante
calambre al aviador psíquico en el vestíbulo
laberinto y ranura, la existencia del demente
el ferrocarril hinchado huye de la embriaguez

castración herética de la micción convulsiva
la espuma es el indicio de azufre primero
el mercurio es el estigma del versículo deseado
nervioso blasfema el alumno al hervir

amarraron impetuosos al hidalgo inmigrante
amaron el ébano según su eslabón
recorriendo anudaron la memoria circular
los pasajes del terciopelo, la trinchera manchada

crucificarme en mi descender ácido
decapitado profanando el alboroto en su patria
en perjurio de la embestida del dardo cautivo
el vértigo perpetuo del régimen paterno.

(Un diccionario, un una pagina al azar, un dedo, repetir y anotar las palabras. Conjugar verbos, agregar nexos artículos y demás.)