Te mandé cartas
y estaban marcadas
y tantos poemas
que no valían nada.
Respiré borracho
tu mirada entrecortada
cuando te hundiste en mi sien
sin decir nada.
***
Y te vi
y no eras toda sombra.
Y no te vi
y algo te nombra.
***
El rojo de mis párpados
al mediodía
cuando todo es mármol de agonía
porque la suerte buena
no acude ni abandona
cuando tu retrato gris
no te llora
porque tus manos
níveas de candor
se hacen humo en el sopor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario