miércoles, 18 de diciembre de 2013

Los.

Moñoños incólumes,
circulares moñoños,
estancados, duros.
Moñoños, curvos moñoños.
Moñoños con libros falsos.
-Alfonsina sufre de sus pies,
como siempre, y otra vez-

Se acumulan los moñoños,
obscuros, enrarecidos,
los moñoños miran,
se contorsionan,
toman forma humana, luego no,
se deslizan,
los moñoños están viendo,
siempre lo ven todo,
es igual, los moñoños no responden,
duelen, sufren los moñoños,
sólo pueden observar,
y los observados, a sabiendas
monstruos organizan.

Y los moñoños ignotos detrás de la nada.
Ahora respiran
los moñoños, también se mueven,
parece que viven, y desfilan.
Quiero más moñoños,
alguno convulso, muerto,
¡quiero fuego a los moñoños!
Más moñoños, al azar.

Hay moñoños insoportables,
muy largos, largos, largos, largos, largos,
moñoños insomnes como yo.
Moñoños más estúpidos que él
y más bonitos que ella,
que tampoco me importan.
Moñoños con pocas herramientas,
cultos, buenos, pero muy borrachos,
moñoños irresponsables,
moñoños que nunca se quieren ir.

Moñoños colaterales, esdrújulos,
pacifistas, obesos, retardados,
coquetos, feminicidas,
moñoños embalsamados como siempre,
moñoños de café, otros de cocaína,
moñoños antiácidos.
Moñoños respetables, y no.

Veo un moñoño con hipo
darse la nuca contra la pared
en cada arrebato laríngeo.
Es el que toma solo en los bares
de todas las novelas,
en esos tangos también,
el moñoño cliché, mátenlo.

Moñoños incurables,
moñoños intempestivos,
sobre todo muy drogados,
¿moñoños con moño?
muy absurdos, y zurdos.
Moñoños que no son moco de pavo,
moñoños jodidos
-que son así de malos porque nadie les paró el carro a tiempo-,
moñoños simplificados,
moñoños por inducción completa.

Moñoños que gimen,
cogiendo,
en la cocina.
No, no son personas,
los moñoños son sustantivos recipientes
diseñadas desde su vaguedad
para ocultar más de lo que exponen.
Para esconderme a mí,
moñoños para tapar mis pisadas cobardes.
Moñoños que son amigos de los que abuso.

Moñoños con síndrome del túnel carpiano,
asexuados, bisexuales, directamente putos,
Moñoños fálicos, ortopédicos,
moñoños de lo contencioso administrativo.
Moñoños eyectos, moñoños Da-Sein.
Siguen sufriendo los moñoños,
los moñoños al aire libre
o catapultados directo a un muro.

Moñoños al ajillo
-no sé lo que es el ajillo-,
en su salsa, o secos, en conserva,
moñoños malos para el colesterol,
otros moñoños malos,
en un sentido ético,
moñoños sobresalientes.

Moñoños en un campo de concentración
-a las carcajadas-,
moñoños protuberantes,
moñoños con un poquito de sangre.
Moñoños escondidos en el orto,
helicoidales, pobres moñoños,
no los quiero, y qué alivio...

jueves, 5 de diciembre de 2013

Ser una maraña negra o caliente.

Metí la mano desnuda en la gente,
una vez,
hace años,
y encontré cosas raras:
adentro no había un adentro.

Ahora, creo,
 debo rectificarlos,
mostrar qué feo
que los muertos tampoco son buenos:

Entonces dispárenme ahora
que estoy distraído escribiendo.
Apuñálenme,
ahora,
antes de que diga algo que tampoco.

Ahora,
que entren por la ventanas
bidones y nafta saliendo convulsiva
y otras manos con el fuego
y otras que,
luego,
con chorros de agua blanca
me refresquen carbónico
-tssssss...-
vuelto al mineral,
antes de que fuera tarde,
tan afortunado,
demasiado cocido,
a mi madre le gusta la carne casi cruda.

Cuélguenme,
ahora,
con las luces del navidad
en ese árbol de mierda,
bajito,
si llegan mis pies al suelo quiébrenme las rodillas.
No me encierren,
puedo gritar.
Fusílenme,
sin vendas en los ojos,
con revólveres
calibre 22,
desde lejos
y con mala puntería.
Fusílenme durante horas
un domingo de sol,
de los que me enferman,
sería divertido.
¡Yo solo me gané ese odio!
Que vengan a tus amigos a ver,
tu amiga,
esa,
una vez la hice reír...

No me entierren,
no lo soporto.
Arrástrenme
y faltémosle el respeto a Héctor.
Tírenme a un baldío de barrio,
así de sucio,
en bolas,
entre las bolsas de nylon,
en serio,
mátenme ahora,
y tírenme por ahí
que ya no es nada malo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Hibisco.

En mi jardín había un hibisco,
era bajo, y claro, rojo...
pero yo también, y rojo.
Sólo sé que me estorbaba el juego
y a veces ligaba un palo,
o unas niñas robándole sus gónadas fascinantes.
Aquel agosto, ese que mencionan,
la tormenta lo hizo leña,
nadie lo escuchó hacerse puré,
desde entonces, incluso antes,
mi jardín fue siempre igual,
poco pasto y mierda de perros.
Hace poco descubrí un árbol,
oreja de negro, timbó,
como cinco metros de alto, todo eso,
al lado de los cartuchos,
entre el esqueleto de caballo salvaje
y el cantero prometido,
un metro y medio más lejos que el hibisco,
había crecido, regio, fornido.
Parece que pasaron los años,
parece que no había jugado más en mi jardín,
hay mucho barro, mucha mierda,
no jugué más con palos, con piedras,
entre las plantas que casi crecen salvajes,
no me vi salir nunca de ese barro,
afuera es igual.

Pero rema.

Caronte navega
en mi mano
luego mis venas
ruinoso, aciago
pero rema.

Situación.

Bien, ensayemos esto, supongamos, dejemos rodar la hipótesis para no hacer nunca nada en absoluto: bien, la situación, el abordaje.
Le aborda, un -Buenos días.- se deja caer con respeto debido.
Inspecciona unos segundos al intruso y responde un -Hola, te conozco?- molesto y suspicaz.
Disimulando, reteniendo, o quién sabe qué, una sonrisa -Es divertido... si esto fuera una película mi diálogo sería- con tono de doblaje latino -"No me conoce, pero eso tiene solución...". Pero no es una película, y no tiene solución, jamás. Y no es divertido.- y luego de dos momentos, proseguir...

Nada de observar el cielo.

A veces me duele tanto la cabeza
que tiene la densidad de una estrella de neutrones.
Y me da la sensación,
-me ataca la certeza con un palo-,
de que no es mi cuerpo que la sostiene
-evitando que se precipite hacia el centro de la tierra-
sino que controlo,
de alguna manera,
la distancia que guarda con el planeta
-el cual orbita a escaso metro y pico de distancia-
creando la ilusión de ser sostenida por mi cuerpo,
que en realidad apenas cuelga de ella.

miércoles, 2 de octubre de 2013

La sátira.

Esa, estúpida y flaca,
ojerosa que arranca arcadas,
que sonríe piel grasienta
esos pocos dientes muy gastados.
¡Que la quemen o la bajen de la cruz!
Que la casen con un hijo de puta
que la encierre. Si les pesa,
yo se los busco con un hacha,
y sueño que lo encuentro,
y que lo arrastro al bodorrio,
y que los veo, cuando anciano,
en una foto, gritando en su altar, sin piernas.
Que él la cure,
que la salve de sus brazos,
que la empale en primavera.
Que se escapen las perdices
correteando sin cabeza.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Victoria.

Varias veces perdimos los pies en pleno paseo
inundados del gorjeo de otra gente que paseaba.
Cuando ardía esa sonrisa mal escondida, y tiritaba,
tratando de no pestañear el segundo crucial,
otro de esos podría no pasar, y qué hacer cuando no
respirar despacio
incorporarse de vez en cuando y volver a llamarnos
amar el fulgor turbulento de mis manos.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Claro.

Tu mano,
y el otoño
es la suave muerte
de otras cosas.

tu voz,
y el tango rugido
y tu lengua flama

contigo, la lluvia,
es agua.

lunes, 24 de junio de 2013

Un bote.

Quisiera dormir en un bote de remos,
con la mujer del genio, la furia y la elegancia,
una mujer peligrosa
para un bote de madera.

Quisiera dormir en un bote de remos,
blanco, marfil,
con unos remos de madera obscura,
pesada.

Quisiera dormir en un bote de remos
con la mujer audaz,
la del tapado rojo, los cigarrillos,
del sexo, la ternura y del arte.

Quisiera dormir en un bote de remos
en el medio de un prado,
casi enterrado...
y pararme a mear de vez en cuando,
comer sobre nuestras rodillas
sin lavarnos las manos.

Quisiera dormir en un bote de remos,
exhausto, adolorido,
y adorar la niebla, con ella morir de frío,
y tiritar vapor... el mismo.

martes, 30 de abril de 2013

Retrato inasequible.

Cuando pregunte ¿Qué es muerte?
vas a suspirar un par de veces
e inspirar profundo otro par
mirarme
mirar el vaso vacío en la mesa
mirar a las personas, afuera
las que no te ven
siempre intentando escapar
pero, sin encontrar refugio
cinco palabras van a salir de tu boca
esa bestia roja
una, la última: Paz.
Y luego, inútilmente, retractarte.

Exténuer.

Es flagrante
la forma en que lo completo
es nulo.

La forma en que el existir es para la necesidad.
Y cómo ella toma el vaso con todos sus dedos.

Rompe los ojos la nada impresa
en los tiempos felices, en el amor lleno.

Es igual, entre sus labios
como la química en los libros,
lo completo es inerte, lo perfecto está muerto.

El desequilibrio, lo problemático,
es lo que vive, la guerra es lo afectivo,
lo que se incendia y ruge ciego.

No somos mente cautiva en hueso.
Bocas abiertas somos: el deseo.

Y si no fuera por eso,
sería ese amor apenas,
un ilegítimo consenso.

lunes, 29 de abril de 2013

Vuelve.


La vida grita, 
sangra, 
escapa el plañir y el moco, el patetismo, 
la vida falla, sangra oscura y espesamente, suplica, 
pregunta, reclama, duda, 
acepta y, siempre, cien veces grita. 
La muerte calla, pero gana.

Siempre cínico, 
dejando de mostrarse por largas temporadas, 
vuelve despacio, 
sin vergüenza, 
a pararse a tu puerta el nihilismo. 

Otra vez. 
Sin golpear jamás.

sábado, 27 de abril de 2013

Improbable.

Insomne
o infame
ateo invulnerable

o triste y lacónico

elegante

o costra balbuceante

malherido narcisista
o crudo nihilista

bípedo ocasional
o vacilante

 reptil

Letrado
o imbécil.

lunes, 15 de abril de 2013

El bastardo.

Tengo este libro que empieza en su página 53, que vi necesario rescatar de la basura, aún algo borracho, aquel sábado apenas amanecido. Es que, claro está, el valor de las cosas lo pone mi neurótico. Tengo una decena de perfumes casi intactos y otros tantos libros, la gran mayoría, ya tactos. Tengo un bastón. Tengo pomada y cepillo. Tengo un enorme diccionario del año en que nací, 1992. Tengo analgésicos, antiácidos, monedas de otros países, tengo librillos mediocres, tengo un montículo de las pocas prendas que uso regularmente. Tengo algunas herramientas y más de dos docenas de negativos fotográficos adecuadamente almacenados. Tengo lápices de colores que jamás usé más que ocasionalmente. Tengo la mamadera de vidrio que me dio leche hace un buen tiempo. Tengo una cámara que chasqueó fotos al rededor de diez años antes de mi primer llanto en el quirófano. Tengo una máquina de escribir muy culposamente polvorienta. Tengo dados, botones, un bajo, tengo diccionarios de varios idiomas, pedazos de quién sabe qué, pelos de gato en la ropa y una pluma que trágicamente cayó de punta. Tengo esta navaja automática, que mi padre encontró hace años en una mochila abandonada, y que reparé apenas hace unos días bajo un estado maníaco. También tengo café, bastante, y las obvias damas: acidez, ansiedad e insomnio... y tengo este lápiz chino. También tengo, frente a mi cara, un reloj de arena que mi madre, con toda su esperanza puesta en mi respuesta, me regalo ayer. Y se me antoja que regalándome esta obviedad acerca del paso del tiempo, retrató lo aberrante en el acto de dar vida. Nunca le hice justicia a su bondad. Parece, ahora, apenas clara la tan versada relación entre aquellos, Eros y Tánatos, que tan vehemente rehusé por mucho tiempo. Las madres aman devotas aquello que han condenado a la miseria por narcisismo. No podríamos amarlas por darnos la vida, jamás, han hecho algo terrible. Nos han arrojado desnudos en esta tragedia. Sin embargo, y sin vergüenza, adoramos su ingenuidad, fuente de su poder. Las adoramos, y es donde nace lo amado.

jueves, 21 de marzo de 2013

Drama.

Caminar solo, 
orbitando pero sin foco, 
esperando el fresco tesoro ilegítimo, 
o la pesadilla tanto más confortable. 
Buscando un capricho sonrojado 
para internarse en las calles angostas que acercan los edificios, 
que sueltan por accidente esa sensación de bajo techo,
ese aceite tibio, de familiaridad, 
de hogar compacto. 
Pero que son la selva dentada que asecha al venado ebrio. 
Ebrio de madre tibia, ebrio de aroma y tacto, 
entre la madera de cedro y el delirio blanco.

Y no tarda el pudor en morir, 
no se hace esperar la burda y simplona presentación de lo perverso, 
-de la parte pobre del mal, el hijo hambriento del diablo-
y estocadas asoman que florecen sobre el cuero, 
las flores que corren por el lomo hasta el suelo. 
Y que yacen; 
hermosas penurias, tesoro profano.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Aŭtuno

Soportar la bestia de ojos chicos
gritando niños, incendiándose.

Los callados pliegues que uno atesora
para esconderse embrutecido.

La cenicienta capa de tiempo
sobrepoblando desiertos en blanco.

Como un toro de mármol cerrar la boca
bufando hasta morir el soplo.

Morir como un templo...
ignorado.

domingo, 17 de febrero de 2013

Nefando.

"Lo que era todo tiene que ser nada." 
"1964", Jorge Luis Borges, del libro "El otro, el mismo".

Abandonamos, no volvimos a mover los muebles y el polvo se acumula. Las patas del sillón marcan la alfombra. Ya no me siento en el jardín cuando el amanecer me alcanza deambulando. Ya no intento traducir tu dulzura, sólo espero a que baje la fiebre de tener que mirarte, de callarme las manos. La lluvia ya no importa, no sé nada del viento, de tu frío. Ya no evitamos la nada, camino hasta mí sombra, sobre mis pasos, ya no somos potencia, pero siempre estamos expectantes, esperando la belleza. Ese mar negro, aterciopelado y tibio, plagado de neblinas y fosas ignoradas.
Me repliego. No nos mira Selene, nunca más. Y no sé cuánto me olvido, de cuando la angustia tenía brazos, y piernas, rostro empapado, y tus ojos. De cuando el silencio no era un abismo, la cara horrible de la nada, de la condena.
Duelen los dientes apretados cuando el silencio es inmolarse.
No puedo olvidarme de cuando las manos en mis bolsillos. Y no quiero sentarme con los días cerrados, indistintos, uniformes, vagos. Pero no sé qué hacer cuando salgo de los libros, nada me espera al final de los párrafos ni al final del último blues. Hace mucho que deje de viajar, que respiro despacio, hace más que se atasca la memoria de mi cara en tu cuello, y que no valen nada las manos que se amontonas en mis hombros.

Algún.

Puedo verte ir y venir por ese pasillo
mil tardes de sol horizontal.
La sombra del pelo largo
castaño en tu espalda desnuda;
la sinuosidad formidable,
las formas adecuadas de la ternura;
con las vetas del sol
y la excepción de tus lunares.
Puedo pasar horas sólo viéndote
ahí estatua de ámbar,
hasta que tu mirada se estrelle
con la mía, víctima
de los rayos  que reflejas,
que ya aventuran
agresivos mi pupila.
Luego esa mano caliente en mi espalda
que me empuja hasta tu cuello,
que a tu boca, que hasta  tu aroma,
al desfiladero llano de tu piel,
con esa muda ansiedad
de mis ojos lascivos.
Y me traslado a la noche,
entro en la oscuridad
como una mano el aceite espeso.
Tu claroscuro de resplandor
rojizo, claro, azulado,
en una sala de cine,
y la pantalla me ve distraído
(inquieto, fraudulento)
entre las cierras de butacas
y entre las pocas cabezas quietas
salpicadas por el panorama
y el paisaje plagado de lineas grises.
Bajar a la playa en la misma noche,
abismo el contraste de las arenas y lo negro
ese otro ajeno del sol
que se esparce desde el cielo,
el aire salado del mar,
los restos muertos en la resaca,
caminar y tu mirada mojada.

lunes, 4 de febrero de 2013

Interrogo.

"(...) el amor a la verdad es algo terrible y violento."1

         Cualquier ser humano es fácil de comprender cuando se atiende a que estamos solos. Todo el tiempo solos y muriendo. El más valiente no arriesga nada en realidad, y el más cobarde no se salva de nada. Pero nos sujetan al las sillas, a los cinturones y a la roca, las más absurdas consideraciones, el miedo a la nada, la verdad aberrante; la razón es un bello y hermético baile que nos gusta bailar, pero ¿por qué bailar? ¿por qué no dejarnos llevar en andas por la inmundicia alucinatoria? no hay razón para la razón, no es mejor, no es más perfecta, ¿y qué son, en todo caso? ¿razones estéticas? Bailamos la razón sin embargo y militantes, pero corre la locura, la enfermedad, la embriaguez, lo profano atrás de ese telón; la irracionalidad es esa mujer perversa y peligrosa que todos queremos besar y fornicar, con la que se no hace horrible charlar, como si fuera nuestra mala madre legítima. Aunque sin duda lo que más desencanto puede traer al hombre que esté dispuesto a desgarrar todo su ser en el nombre más absurdo jamás conjurado -el de la verdad-, es que las butacas están absolutamente vacías; juguemos a la cuarta pared o no,  no hay saciedad para el deseo exhibicionista que nos lleva a conquistar el universo, no hay un padre alentador que superar y asesinar; más allá del borde de nuestro hostil escenario, no hay más que una nada helada y oscura, desprovista, lo que hay es una falta. "¡El horizonte infinito está repleto de posibilidades!", no es un horizonte, amigos, es una cornisa, y adivinamos escalones en la nada. Necesitamos la ilusión, necesitamos el control para calmar los gritos, no importa lo que esperes más allá de ese escalón que nadie adivina... la fiebre siempre gana al final. Pero ¿por qué habría de arrancarles la esperanza tanta libertad? Porque la libertad es desamparo.


1. (Friedrich Nietzsche de "Schopenhauer como educador" - "tercera consideración intempestiva" Traducción de Luis Moreno Claros Publicada en Madrid, en septiembre de 1999 por Valdemar.)

jueves, 31 de enero de 2013

Lomo.

Menciono que estoy muriendo,
y por eso fallezco,
y repito que el diablo
-elaborado y frenético-
es un filántropo macabro.

Me sumerjo nauseabundo,
como impulsado por un deseo crustáceo,
con esa densa delicadeza
de acarrear verdades últimas,
de un dios ya putrefacto.

Voy molido, convertido en carne pobre
-plomiza plaga de la claridad-
y ese todo espeluznante en la mirada.

Amnesia ya de la noche excitada
atascadero de aquella torpeza
del deseo a saco, agolpado
que tiembla de espesor.

lunes, 28 de enero de 2013

Cuerpo.

Quiero mi funeral cuanto antes, traigan el licor. Les pido, amo y señor, que no festejen, que sea burdo, que pierda la gracia, el sentido, quiero un abuso. ¡Quiero que se aburran los malos hombres y que lo buenos mueran! Que la justicia se deshidrate y fornicar la momia. Paren de hacer el amor y apuñalen sin paciencia. Quiero hematomas, carne abierta al aire, intoxicación, quiero que nadie toque más esa música benevolente,  que nadie evoque la razón, ¡empalen a Cristo! ¡ arránquenlo de la cruz! Necesito erradicar la dignidad, toda traza de sensatez, que no quede muestra de aflicción, que desaparezca toda pasión, quiero el triunfo más alto del juego maníaco, mecánico. ¡Ahora! ¡A salto de mata! Atrapen hermosas niñas y que les corten las piernas, quiero sus delirios de agonía, quiero que la sangre llene los baldes y me ahoguen con ese hermoso rojo aroma, que llene mis pulmones la destrucción de la belleza.
De todas formas me gustaría ser el anfitrión, ser azotado con menos pudor, que extravíe la mirada mi asesino. Necesito que habiten en mi abismo de matanza, necesito hacerme un mundo a imagen y semejanza.

martes, 15 de enero de 2013

Golpe.

No echar raíces
Los suicidas de la planta baja
cocinan el acero en el baño
Al sol las fotos del abuelo
y al carbón las niñas bonitas
Las partes blandas magulladas
El cielo cromado
Ojos y garfios en cópula
Manchas de hollín en la sien
Papel carbónico excitado
Nadie sabe por qué
los pisapapeles
Nadie habla de cosas
sagradas excresiones
La incomodidad en el espejo
mordiendo
La salud escondida
entre la ropa húmeda
soledad, sensatez rancia
Tragarse la muralla
Comer con las manos
toda la piel que se pueda
Conocer la osadía mediocre
Licor, ajo y argumentos
Encallan los hombres
suspiros de cuajo y cobre.

lunes, 7 de enero de 2013

El antófago.

Una pantera en el desierto
cucharas monocromas
un lobo de plata en oleo verde
fieras del oro que detesto
un niño que se mira las uñas
piel y tierra
¿qué viento habrás perdido...?
un gota de abismo rodea las cejas
un venado muere ligero
todas las notas de un pedazo de madera
una niña de otra guerra
¿no hay flores?
donde los gusanos
afuera
con las moscas
colisión, dormir
momificado en papel de diario
el  dolor de la torsión
un león enterrado
de acero
martillando mariposas
besar tu pelo.