viernes, 6 de enero de 2012

Un cascaron macabro.

Mi tráquea es un laberinto
escollo que no suelta un grito.
Tras mi hombro,
aquel eco me persigue
de luna en luna
el eco del tiempo
caída en cada momento.
Tan oblicuo, tan adverso
un resabio de tan fina partitura
tan voraz y perverso
una sola cuerda de aquél piano
tan tímido, terso
una tecla, blanca o negra
y aquel dedo,
más que sereno.
Mis días son letra muerta
el sepulcro y el veneno
con este valle entre los cuerpos
todavía oscurece tu eco mi rincón
y no sabría nada sin su penumbra
y por qué la luz se robó de mi planos
huyó lejos, descollante
por qué dejó mis manos
Ella: una luna llena
y yo: un cascaron macabro.

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