viernes, 25 de mayo de 2012

Indagación.

No sé dónde lo dejé, dónde lo puse. Se lo habrán llevado enredado en algún abrigo o bufanda; se me pudo caer en el camino hasta casa; lo encontró el perro y lo mordisqueó hasta hacerlo trisas, o el gato lo tiró del estante, en esa torpeza casi cruel que le sale en relámpagos, casi adrede; se me pudo escurrir, ¿tendré un bolsillo roto? ya los puedo oír "debe estar en el lugar menos pensado" y qué hastío; lo puedo haber lavado con los pantalones de ayer; o se lo llevó un cuervo, o me senté encima y se hizo polvo; se lo pudo llevar un transeúnte al verlo abandonado en el banco de una plaza; se lo pudo comer el monstruo del pantano; mientras caminaba distraído, pude soltarlo sin tener consciencia siquiera de que lo llevaba en mi mano; el pobre debe tener frío, o un nuevo dueño que no lo comprende ni lo alimenta; o pudo tener un final terrible, ni pensar dónde estará, cadáver o malherido, agonizante o hambriento, azotado y sucio; ¿dónde lo puse? tiene que estar donde siempre, por qué seré tan desordenado... pudo caer entre la basura o al water y lo deseché sin sospechas; y tanto que me negué a encausarlo... me quedé solo. Y vaya a saber dónde... cómo está él, pobre, debe tener frío, se perdió para siempre... valía oro... o arenisca, pero es que era tan mío... Me cuesta pensarlo, y lo siento traición, pero se me ocurre que pudo escaparse con otro, pero es que yo lo quería tanto... no se pudo perder, ni se pudo ir así como así, tuvo que ser mi culpa... Dónde habré puesto el pienso...

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