jueves, 16 de febrero de 2012

Los hecatónquiros.

No se alarme, pero todos somos hecatónquiros. Fíjese, mírelo, mírelo a los ojos, sí, a todos esos ojos. Con los ojos péselo y mídalo, sienta como se mueve crepitante con tenor de alimaña. Sí, es horroroso, y el parecido... perturba. Piénselo bien, todas esas cosas que elegir hacer. Entre esas cien cosas, las que deben hacerse, y, muchas menos, las que quiere hacer. Mírelo, y piense... ¡cuántas pulsiones por cabeza! todas esas fijaciones y esos ideales, si es que hay alguna diferencia. No deje de mirarlo, porque nos mira a todos, nos mira y pesa con los ojos, siente como pulsa la carne. Todas esas direcciones, pero al fin y al cabo, abajo del rabo hay solo dos piernas, fornidas, con dos pies, sucios. Una sola dirección en la que finalmente se va.

No hay comentarios:

Publicar un comentario