jueves, 27 de septiembre de 2012

Damocles.

Come algo Damocles, por favor. Si no hubiese sido el justo Dioniso, si hubieses sido tú, quien habiendo dejado crecer por largo tiempo un único cabello en tu asquerosa cabeza adornada por babas y pústulas, lo hubieras lanzado sobre una viga para sostener tu propia espada. Cobarde. La que ahora no te deja probar bocado, sería tuya. De ese modo... ¿Por qué no habrías de gozar de los más finos manjares, y por qué no habrías de darte a los más lascivos festines, por qué no arrasar la mesa con tus fauces, y por qué no arrobarte dentro y fuera de las hermosas doncellas, y afanarte en los placeres más perversos? Si hubieses colgado valiente tu espalda furiosa sobre tu cabeza, sería en tus manos tu apetito.

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