sábado, 4 de diciembre de 2010

Inminencia recta

Tembloroso reptar
del condenado
en el centro
de aquel cuarto
insípido
despiadado
impersonal y bárbaro

apenas lo ilumina
una única lampara 
que pende 
sobre su febril sudor
y deja en las sombras
paredes calladas y cómplices

el único impulso
le hará llegar 
a la posada 
de su último suspiro
se yergue, apenas
para hundirse de lleno
en el fin de su aliento

Maldito verdugo, 
el que me acabe.
Maldita la bestia,
que me desgarre.
Maldito el momento,
que se me escape.

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