Tus ojos resplandecieron
tu cara, roja de frío,
dijo mucho sin usar palabra alguna,
tomaste el bonito cadáver de mi mano extendida.
Oliste delicadamente ilusionada su dulce aroma,
sonreíste,
y volviste a brillar para mis ojos.
Acariciaste lentamente los pétalos muertos.
Mirándome a los ojos...
te fuiste,
contenta te perdiste.
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