miércoles, 1 de septiembre de 2010

Un segundo de mundo

Estoy nadando en el cráter
lleno de lluvia de mi sonrisa,
la que se desplomo
entre el hormigón
inconmovible,
entre bestias de metal
irascibles

miro a la ventana
y veo al sol
y ya no entiendo
por qué se alzó

la masa impulsiva y ciega
su carcajada hipnótica
psicótica y obscena
hombre quietos
secos, muertos
fríos cerdos

todo acomodado en el estante
todo preso de un lugar.

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