martes, 7 de octubre de 2014

Título grandilocuente.

Porque en última instancia
la voluntad nada
-el dolor de muelas-
y los actos son dados
y llega despacio, estúpida
la sospecha cotidiana
-mañanera, el pelo duro-
de que somos inmortales todavía
de que los días son iguales
como los señores
que la vida esto con el semen
que la muerte aquello con el vodka
que la salud nada otra vez
que el tiempo esto nunca más
el bien que no sé qué tampoco
y que el amor esto otro...
-silencio programado y obsceno-
...
por culpa de ella o de ninguno
el pasado siempre cambia
y aún la belleza nada
y todo es como la vaca
la del tumor enorme en la ubre
que pasta al lado de un barco abandonado
sobre un trailer en un baldío
pudriéndose cerca de mi casa
-al sol que brilla ordinario-
a 10 kilómetros de la costa
acá que nadie nada.

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